La Rioja

El verano de Ana: entre aves, antílopes y niños

Uno de los trabajos más comunes entre los jóvenes a lo largo del verano es el de monitor de ocio y tiempo libre. Son infinidad los campamentos que se realizan a lo largo y ancho de La Rioja y en los que necesitan personal para estar al cuidado de los más pequeños de la casa mientras sus padres trabajan. La calagurritana Ana Garrido, de 22 años, es una de las muchas jóvenes que utilizan las vacaciones para sacarse un sueldo en verano.

“Empecé a trabajar con 18 años cuando acababa de empezar con mis estudios de Danza profesional y de Magisterio infantil”, cuenta. Los primeros años lo hizo en campamentos con pernoctación. “Eran un par de semanas en campamentos al uso, íbamos allí con los chavales a dormir en albergues o tiendas de campaña”. Pero el año pasado la llamaron desde Tierra Rapaz para trabajar en los campamentos que realizan a lo largo del verano y ya es el segundo año que está con ellos. “Me contaron el proyecto que tenían de verano y me pareció muy interesante, además de que era más amplio en el tiempo y me permitía dormir en casa y compaginar mis entrenamientos personales con un trabajo que también tiene mucho que ver con mi otra vocación: estar con los niños”.

“Es verdad que puede parecer que si trabajas no tienes tiempo libre para disfrutar del verano, pero da tiempo para todo. A mi me sirve la experiencia del trabajo para cambiar un poco el estilo de vida con respecto al invierno”. Ana dedica durante los meses invernales muchas horas a sus entrenamientos como bailarina, así en verano cambian las tornas y se ocupa en estar con los chavales.

Se levanta a eso de las siete de la mañana. “Primero hago una horita de entrenamiento, que los bailarines no podemos dejar de entrenar tanto tiempo”. A eso de las nueve de la mañana ya está en Tierra Rapaz, preparada para la recepción de los niños. “Es una experiencia maravillosa porque los niños son muy receptivos y aquí se hacen muchas cosas con ellos. En este campamento los niños no sólo aprenden del entorno y a socializar con otros niños, sino que también lo hacen con otros animales y de eso aprenden muchos valores”.

Este verano, por ejemplo, tienen un antílope prematuro al que su madre abandonó. “Los niños se encargan cada mañana de alimentarlo y sienten la necesidad de acudir cada mañana al campamento para cuidar de él; están, entre todos, sacándolo adelante”, cuenta. Además realizan multitud de talleres. “Hoy tenemos uno de rastreo, les están enseñando a los niños como reconocer diferentes tipos de huellas de animales, se lo están pasando en grande”.

Por la tarde ya tiene tiempo libre. “Vuelvo a dedicar un rato a entrenar y después ya es tiempo de estar con las amigas, con la familia, en la piscina, además tengo todo el fin de semana libre, así que no resulta muy pesado”.

El dinero que gana no es para gastar en verano. “Primero porque casi no tengo tiempo de gastar y sobre todo porque mi hermana y yo hemos estado estudiando a la vez y sabemos que hay que colaborar con la economía familiar. Hemos visto el esfuerzo que han hecho nuestros padres para poder pagar todo lo que hemos hecho y queremos recuperar un poco ese dinero y que, al menos, se puedan ir una semana de vacaciones ellos, que estudiar fuera de casa resulta muy costoso”, dice rodeadas de aves, niños y el pequeño antílope al que todos están cogiendo un cariño enorme.

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