La Rioja

Los guardianes invisibles del monte: un arma biológica contra incendios

Rebaño de ovejas en el Camero Viejo.

Trágico verano para los montes riojanos. La primera llamada de aviso fue el pasado 15 de junio con Peña Isasa, cuando un incendio que costó apagar varios días quemó tres hectáreas de terreno. Sin embargo, el paisaje forestal de la comunidad se ha llevado el gran varapalo de la temporada a lo largo de la última semana con esas 104 hectáreas arrasadas en el monte Yerga, entre Alfaro y Grávalos.

Un nuevo fuego hacía saltar las alarmas este jueves entre Fuenmayor y Lapuebla de Labarca, que se sofocaba horas después dejando unas diez hectáreas quemadas, y este mismo viernes otro pequeño incendio volvía a movilizar a los recursos de emergencias hasta Jubera. ¿Cuántos más vendrán en lo que queda de verano? Las temperaturas máximas que mantienen ahogado a todo un país desde hace días se prolongarán durante unas jornadas más, por lo que la atención, y la preocupación, no se despega de los montes.

Los diferentes cuerpos de bomberos y agentes actúan contra el fuego a contracorriente, pero también hay otros protagonistas que combaten los incendios forestales desde la distancia. Hay quienes trabajan de forma indirecta, sin mangueras ni uniformes, pero lo hacen cada uno de los 365 días del año. De madrugada o al atardecer, sin importar los horarios. Y lo hacen, simplemente, pastando.

Cristina Galilea se hace cargo de casi 600 ovejas, 70 vacas y un centenar de cabras en la sierra camerana, concretamente en Ajamil. Junto a su rebaño hay unos seis más en el entorno que recorren los montes a diario, adentrándose allá donde el hombre no llega porque no hay recoveco que se les resista a estos animales. “Sobre todo a las ovejas y las cabras, que son capaces de ingerir entre kilo y medio y dos kilos de materia seca al día. Así que imagina la cantidad de maleza que puede comer un rebaño entero”.

Cristina Galilea, con un cordero al brazo y una oveja en la sierra camerana.

Son, por tanto, una auténtica desbrozadora natural, gratuita y continua para limpiar los bosques de manera eficaz. “La Administración lleva a cabo desbroces mecánicos, pero son una vez al año y en diferentes zonas, en función del Ayuntamiento, y eso no es suficiente de cara a evitar la propagación de incendios. La jara, que es lo que abunda en nuestros montes de zona mediterránea, se reproduce muy rápido, así que de no haber un ganado continuamente pastando y comiéndose los brotes, la vegetación se descontrolaría y los bosques acabaría completamente cerrados de maleza”, insiste Cristina.

Esta ganadera defiende firmemente el territorio donde vive y trabaja, “la sierra con más ganaderos jóvenes y mujeres que se dedican a la ganadería extensiva”, recuerda orgullosa. Pero lamenta al mismo tiempo que desde fuera estén “poco valorados” y haya quienes vean a estos profesionales “como personas que están todo el día quejándose y pidiendo cosas, personas que resultan un impedimento”.

Rebaño de cabras en el Camero Viejo.

“Si pedimos pistas forestales es para poder acudir a atender a nuestro ganado en buenas condiciones, por no hablar de que las mismas también sirven de cortafuegos en caso de incendio. No sé si quienes lo critican son conscientes de que gracias a la ganadería se mantienen los pueblos y se enriquece una economía local, porque esto no se trata solo de beneficiar a una actividad profesional, sino a un territorio entero. Somos los que menos deseamos que un incendio arrase con todo”.

Y es que son esos pastos que mantienen limpios los ganaderos riojanos en extensivo con sus rebaños los que ejercen también como barreras contra el avance de las llamas. “Por eso es clave que no pongan trabas, sino apoyos, porque se trata de mantener una biodiversidad en la sierra, donde no solo hay árboles, sino también matorral bajo, matorral medio…

Subir