El Rioja

La vehemencia de perpetuar el legado familiar

Víctor Rubio, de Bodegas Real Rubio

Tomar el relevo de los que nos precedieron. Con esa intención desembarcó Víctor Rubio en la bodega familiar. Sus recuerdos de la infancia siempre han estado ligados al mundo del vino. Aún no levantaba un palmo del suelo cuando ya daba patadas al balón en la explanada en la que ahora se levanta la bodega familiar. Siempre echando una mano, siempre curioso a todo lo que sucedía a su alrededor. Ayudando a meter botellas en el jaulón, correteando entre tractores y corquetes en esa época en la que los racimos se desmayan en los cestos.

“Mucho mejor registrador de la propiedad”, le había aconsejado su padre. Aun así, como joven rebelde desoyó las recomendaciones paternas y estudió Enología. Todo estaba ya encauzado para que el benjamín de la familia se hiciese cargo de la alquimia de la bodega. “El primer año fue durísimo, pero cuando empezaron las asignaturas sobre el vino me enamoré de lo que estaba haciendo, es un mundo muy bonito una vez que te adentras en él”, comenta Víctor.

Pudiera parecer que su trabajo ya en la bodega desde hace un año se enmarca en el tiempo de vendimia y recepción de las uvas, pero el día a día va mucho más allá. “Es verdad que te juegas en mes y medio el trabajo de todo el año pero el día a día es muy gratificante, especialmente ver como evoluciona el vino desde las primeras semanas conforme van transcurriendo los meses, como cambian los vinos, ver como reacciona cada uno de ellos con respecto al año anterior e ir implementando mejoras”, relata. En definitiva, ir conociendo cada vez más tus viñas y desentrañando lo que pueden aportar a cada uno de los vinos que uno tiene ya en mente casi antes de que aparezcan los primeros pámpanos.

Además la apuesta de futuro está servida y va hacia la experimentación, los vinos blancos y la decisión de crear algo diferente. Para ello está una de las fincas emblemáticas de la bodega. El Tordillo es casi una muestra viva de lo que significa la palabra Rioja. En la finca crecen las catorce variedades admitidas por la Denominación de Origen. Nueve en blanco, cinco en tinto. “En el mismo terreno, en la misma altitud, podemos comprobar como se comporta cada una de las variedades y después, en cada añada, se seleccionan las que más interesan para crear la línea de vinos y los nuevos proyectos. Un lugar mágico en el que las viñas de las diferentes variedades se dan la mano para crear un paraje digno de visitar en el que se guardan los secretos más escondidos del vino de Rioja”.

Víctor apuesta claramente por los blancos de Rioja: “El futuro está en el envejecimiento de los blancos. Los reservas blancos van a dar mucho que hablar en los próximos años y también los espumosos. Nosotros ya estamos trabajando en uno que saldrá para la Navidad de 2023”.

Y así, buscando la diferencia, Víctor tiene que hablar, sin dudarlo, de otro de sus viñedos emblemáticos. Una finca a 650 metros de altitud, en el límite en el que más allá ya no existe la producción de uva. Con Yerga como telón de fondo y de frente toda la ribera, un lugar en el que en días claros pueden contemplarse incluso los Pirineos. Coronando un mar de viñas y con el cierzo y el bochorno como aliados fieles.

“Criamos nuestras uvas para nuestros vinos”. Contundente, Víctor habla entonces de confianza en el trabajo bien hecho, calidad en el proceso y amor por la tierra. “Todo lo que se hace en el campo está enfocado a cada una de las botellas en las que luego van a reposar nuestros vinos hasta ser disfrutados”, indica en una apuesta que también pasa por el vino ecológico.

“Un 35 por ciento de nuestros vinos ya lo son. Aunque son producciones menos estables porque hay años en los que la meteorología incide en ellas, pero también tenemos que dejar un legado natural sostenible a las generaciones que vengan detrás”. En suelos profundos y viñas en vaso, la mayoría desplegadas por los montes de Rioja Oriental. Y es que la bodega cuenta con más de 130 hectáreas de viñedo desde Alfaro a Tudelilla. Víctor ya trabaja en un vino de autor de cultivo ecológico que se incluya pronto dentro de las catorce referencias.

Pensar en el futuro es clave para seguir creciendo. Por eso este enólogo lo tiene claro: “La madera tiene que ser menos protagonista en nuestros vinos, la principal baza tiene que ser siempre la uva”. Y así, apuesta por la maturana blanca como una variedad de futuro. “Tiene potencia, volumen. Además, puedes obtener con ella cuerpo, tiene buen carácter y es especialmente apta para el envejecimiento, es una variedad muy seria y se pueden hacer grandes vinos con ella. A mí, personalmente, es la que más me gusta”.

Con ella elaboran uno de los vinos más característicos de la bodega: Mar&Luz dedicado a su madre. Hay años que tiene chardonnay blanco, maturana blanca, sauvignon blanc y garnacha blanca. Toda una explosión de sabor. La misma vehemencia que tiene Víctor en su entusiasmo por seguir hacer creciendo un legado que va en el ADN familiar.

Subir