Firmas

Tinta y tinto: ‘No quedan días de verano’

Va camino el congreso del PP en La Rioja de alargarse más que la guerra en Ucrania. Lo que prometía ser una cita primaveral para que brotaran las flores y la ilusión azul pasará a ser, salvo sorpresa, una quedada otoñal para elegir nuevo líder en el actual principal partido de la oposición. Por verlo por el lado positivo, al menos disfrutarán los dirigentes nacionales del cambio de color del paisaje riojano. El paso del verde al amarillo, naranja, rojo y marrón. La explosión de la paleta cromática en el viñedo mientras apuntalan el proyecto para recuperar el Gobierno que ahora preside Concha Andreu.

Porque mientras florecen nuestros campos, el cereal coge altura y la huerta se llena de sabrosas verduras, las hojas en el calendario no paran de caer. Día que pasa no vuelve y sigue retrasando un congreso previsto para estos días en los que ahora se publica este artículo. Las cuentas son simples para realizar esta afirmación, aunque ya sabemos que la política todo lo puede. Si el cónclave debe convocarse con 30 días de antelación, más allá de los que deben pasar para reunir a la Junta Directiva del partido, ya nos hemos ido al último fin de semana de junio (25-26) o el primero de julio (1-2). No quedan días de verano, que cantaba Amaral.

Sin embargo, la idea de Génova pasa porque haya una sola candidatura cueste el tiempo que cueste conseguirla y no parece que vaya a lograrse en estas semanas. Tampoco en los meses de verano, pero los nervios entonces jugarían como aliados de la dirección nacional. Con esa idea viajó a La Rioja hace unos días Miguel Tellado, mano derecha de Feijóo, y desde entonces el silencio impera entre los principales implicados. Había que poner orden en la casa. Tensa calma a la espera de que muevan ficha las altas instancias y les digan qué camino seguirá el partido. Mientras tanto, la atención se centra en las elecciones de Andalucía y el asuntillo riojano pasa a un segundo plano en las prioridades del líder gallego.

Tras el tirón de orejas de Tellado y la “respetuosa neutralidad” manifestada por Cuca Gamarra, las aguas siguen igual de calmadas (cuando las ves desde lejos) e igual de revueltas (en cuanto te acercas un poco a la orilla). No parece que Alberto Bretón y Alfonso Domínguez estén por la labor de dar su brazo a torcer (todavía) ni que haya surtido mucho efecto el amago de Carlos Cuevas en el restaurante Delicatto para erigirse como solución. Los tres diputados se apuntan al “gatopardismo” para continuar dando pasos hacia delante: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

Y ahora mismo, en Génova, la atención se la lleva Juanma Moreno y no esa bonita tierra en la que hacen los mejores vinos del mundo. Es tiempo de Jerez y no de Rioja. De espeto y no de alcachofas. De hecho, en algunos medios nacionales se apunta a Gamarra como una solución de “generosidad” exigida por la dirección del partido, aunque la exalcaldesa de Logroño se resiste a regresar para liderar aquello que tanto ansiaba en 2017. Pese a ser también la persona citada por numerosos afiliados como opción más rápida, sencilla y de garantías (nivel de exposición mediático, conocimiento entre el electorado y valoración general), la afectada lo considera un paso atrás en sus aspiraciones políticas ahora que el viento sopla favorable para empujar a Feijóo y su equipo hacia La Moncloa.

¿Y por qué no celebrar el congreso en el mes de julio o en el mes de agosto? Fuentes del partido explican que no consideran conveniente trastornar las vacaciones de sus afiliados, convirtiendo así la cita en un compromiso por ver quién consigue movilizar a más simpatizantes desde sus lugares de descanso hasta las urnas. Esto, claro, en caso de que haya más de un candidato. Porque la principal hipótesis continúa en lograr la “unidad”, esa que todos defienden y nadie consigue. En caso de hacerlo, esta sería muy Cuca.

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