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Tinta y tinto: ‘La suerte de hacer una encuesta’

El otro día me llamarón por teléfono para hacerme una encuesta. Dije que sí por ver de qué iba el asunto y por intentar engañar al encuestador como quien intenta engañar al polígrafo. Creo que fue en una película donde ‘aprendí’ un truco para despistar al detector de mentiras. Contaban que si aprietas el culo al responder cada pregunta -como si se fuera a escapar un pedo con sorpresa-, aumenta el ritmo cardíaco y te aparece como una mentira. Desde entonces me creo capaz de burlar a los más duros interrogadores de la CIA y de desbaratar sus planes intimidatorios en un lúgrubre y mugriento sótano con una tubería que gotea.

En este caso no iba tanto el asunto por descubrir ningún crimen en el que yo pudiera estar implicado sino en pulsar el ambiente político en Logroño y La Rioja. Hay alguien por ahí queriendo saber qué opinión tenemos los riojanos sobre nuestros amados dirigentes, las decisiones adoptadas por el Gobierno y el futuro de la región. Que si qué tal lo hizo Concha Andreu durante la pandemia; que si la situación económica es buena, regular o mala; que si dónde te sitúas del 0 al 10, siendo 0 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha aunque los extremos no sean buenos…

Por lo general, al ser preguntado un político sobre las encuestas, la única respuesta obtenida suele ir en la línea de que “la única encuesta que vale es la que dan como resultado las urnas”. Eso, con la grabadora encendida. Resulta una mentira igual de creíble que el “no vuelvo a beber” al abrir los ojos en la cama después de una noche de francachela. Una vez apagada la grabadora y llegado el off the record, los análisis son tan sesudos como los del adolescente enamorado al que no le contestan al Whatsapp y forma teorías imposibles salvo la más evidente: no ha visto el mensaje.

Tras responder a las pertinentes preguntas del encuestador, me puse a contarle a todo el mundo que me habían hecho una encuesta. En ese momento me sentía una persona tan especial como aquellas otras bienaventuradas que alguna vez han respondido a los hombres del EGM o han tenido en casa un audímetro para la televisión. De hecho, conozco a más gente a la que le ha tocado la lotería después de la lluvia de millones de enero en La Trompeta de Plata que gente que ha contestado al EGM o ha tenido un audímetro. Básicamente porque de los segundos no conozco a nadie y eso que en Logroño nos conocemos todos.

Sin embargo, dejé de sentirme especial un par de días después. En apenas 48 horas, más personas conocidas habían recibido la llamada de la misma empresa. Algunas incluso pertenecientes al pequeño Logroño del poder. Me surgieron entonces tres teorías conspirativas sin ser ninguna excluyente de la otra. La primera, que quien hace la encuesta tiene mucha pasta para entrevistar a media comunidad. Una cosa ‘fina’ ronda los 10.000 euros y todavía falta más de un año para las elecciones.

La segunda, que alguien se estaba quedando con todos nosotros y sólo quieren saber qué pensamos determinadas personas cercanas a la información y a la política. De hecho, en ese momento, me imaginé a los fontaneros de vete a saber qué instituciones leyendo mis respuestas mientras negaban con la cabeza. “No hacemos carrera con este chaval”. “Ya sabía yo…”. “¿Pero cómo que lo que faltan en Logroño es un equipo en Primera División y que tienen que abrir el CCR?”. “¿Quién es Henar Maduro?”. La tercera, que era algo inducido para provocar un nuevo ‘Tinta y tinto’. La paranoia.

Y es que lo más curioso del asunto y lo que motiva realmente este dislate llegó al final de la encuesta. Tocaba poner notas a diferentes políticos. Primero fueron los nacionales: Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, Inés Arrimadas, Yolanda Díaz, Santiago Abascal… luego llegaron los regionales: Concha Andreu, Alfonso Domínguez, Alberto Bretón, Cuca Gamarra, Pablo Baena, Henar Moreno, Carmelo Borondo… y después los logroñeses: Pablo Hermoso de Mendoza, Conrado Escobar, Rubén Antoñanzas, José Manuel Zúñiga, un par que no conocía… y he aquí, en estos últimos, lo que activo mi sentido arácnido o lo que quiera tener mi cuerpo. Mi quinto sentido, que diría Fructuoso Martínez ‘Fiti’ en Los Serrano.

A la lista de aspirantes a la Alcaldía de Logroño en 2023 unieron tres nombres inesperados: María Marrodán, Salva Díez y Eloy Madorrán. Para los no avezados en política, breve recordatorio: trabajadora social y delegada del Gobierno; exbaloncestista y director general de Emergencias; y periodista y director general de Deportes. Les puse muy buenas notas a los tres, no vaya a ser que por mi culpa se trunque alguna carrera política antes de empezar, y me quedé mirando al techo pensativo. “¿Para qué querrá saber Conrado lo que opino de otros posibles candidatos del PSOE? Imposible que los socialistas estén pensando en moverle la silla a Pablo Herm…”.

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