Firmas

Cofrades de Logroño, ¡las calles son vuestras!

Has esperado 1.091 largos días desde el encierro del Resucitado, aquel lejano 21 de abril de 2019

Han pasado tantas cosas desde el 21 de abril de 2019, que lo más probable es que no hayas echado cuentas desde que la procesión del Resucitado cerró la Semana Santa previa a la pandemia. Pero este domingo, cuando la Borriquilla se asome a la calle Portales, habrán pasado nada más y nada menos que 1.091 interminables días sin procesiones en las calles de Logroño.

Sin alzar la voz, has esperado este momento con impaciencia y resignación, haciendo gala de empatía hacia los decenas de miles de afectados por una crisis sanitaria que ha dejado en La Rioja una huella, si cabe, mucho más profunda que en otras latitudes. Entender, acatar y callar ante un confinamiento de tres largos años, en los que cada primavera te has conformado con alimentar a través de Youtube tu espíritu cofrade. Que los vídeos y las fotos están muy bien, pero la tecnología aún no ha logrado captar los elementos que hacen de una procesión algo único e intransferible.

Te ha faltado la brisa primaveral (en ocasiones gélida) mientras aguardas que un paso asome a la vuelta de la esquina, la oleada de renovación y algarabía que acompaña a cada Domingo de Ramos o el rotundo impacto de la maza sobre el bombo que resuena en la boca de tu estómago. Has echado en falta los encuentros espontáneos con amigos y conocidos mientras acudes en busca de una procesión y la fascinación en la mirada de un niño ante la explosión de colorido y enseres que se muestra ante sus ojos.

FOTO: Jaime Ocón.

Y ahora que el COVID es (formalmente, al menos) una gripe, te toca recuperar el tiempo perdido y disfrutar de cada procesión como si pudiera ser la última. Porque, por desgracia, de lo poco positivo que podemos sacar de esta larga odisea es la obligación de disfrutar el momento, pues todo es susceptible de empeorar en un abrir y cerrar de ojos.

Si formas parte de una hermandad, cuélgate con orgullo tu medalla y presume de ella. Comparte tu experiencia y su significado con todo aquel que se asome por primera vez al universo cofrade. Y recuerda lo profundas que son las raíces de las cofradías, que llevan décadas -cuando no siglos- como uno de los puntales que soportan el peso de la tradición en la ciudad. Que nos recuerdan, en definitiva, quiénes somos y de dónde venimos.

Y si asistes a las procesiones desde el otro lado, arropa todo cuanto puedas a las hermandades en la calle y emociónate a su paso. Descubre la heterogeneidad de una celebración declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, que irrumpe a golpe de horquilla con las hermandades más clásicas de la ciudad pero también sabe abrirse a otras formas de entender la Pasión, como la de los costaleros del Cautivo culebreando por Herrerías con ‘chicotás’ y ‘revirás’; la de la comunión de los portadores de Flagelación con su banda, que es orgullo de la ciudad, o la cantera escolar que nunca deja de nutrir de nazarenos, como los escolapios de las Siete Palabras o los maristas de Santa Cruz.

FOTO: Jaime Ocón.

Venera al Sepulcro en la Redonda y celebra el Encuentro en la noche del Miércoles Santo. Fúndete con el morado de la cofradía del Nazareno o con el malva de La Piedad y da la bienvenida al Jueves Santo abrazando el silencio de María Magdalena mientras avanza por Hermanos Moroy. Y no te pierdas la procesión de procesiones, una Magna del Santo Entierro que no es sino el desfile continuo de la historia cofrade logroñesa ante tus ojos, para rematar la semana cruzando el Ebro junto al Resucitado por el Puente de Piedra.

Cofrades, salid y gozad, que hay mucho que celebrar. Disfruta, comparte, divulga… pero sobre todo emociónate con el pellizco de lo auténtico. ¡Las calles son vuestras!

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