La Rioja

Riojanos por el mundo: de las ‘Letras’ a la empresa y la televisión en Italia

¿Creéis en el destino? Porque la vida de Marisa (Logroño, 7 marzo 1957) es el perfecto ejemplo de cómo un simple movimiento en el tablero puede cambiarlo todo. Vamos por partes: Marisa Rodríguez Montalvo, logroñesa, hija de un ebanista y una modista. Atleta en sus años mozos, de las buenas, con sus récords y todo. Ahora, italiana de adopción, experta en derechos de trabajo, especialista en riesgos laborales y mujer todoterreno.

La historia empieza así. “Me habían dado una beca para ir a estudiar Educación Física a Madrid. Yo iba ‘por Letras’ y al ir a recoger las notas y pagar la matrícula para COU me encuentro con que me habían suspendido Latín”. El sueño de ir a la capital y convertirse en una gran atleta se veía frustrado. Lo peor era llegar a casa y contarlo: “Mi madre me dijo que no me iba a tirar un año con una asignatura, así que empecé a estudiar auxiliar sanitario y luego un grado administrativo. Y todo ¡habiendo ido ‘por Letras’!”.

“Varios años me los pasé en la Escuela de Maestría Industrial y haciendo prácticas gratis, así que cuando me planté con 18 ya tenía mucha experiencia”. Y aquí llega lo bueno. “Cuando me fui a examinar del Latín, el profesor me dijo: ‘Pero Marisa, ¿tú que haces aquí? Si te puse un 8′”. El suspenso era para la prima de Marisa y este error fue el detonante del cambio. Adiós Madrid, hola nuevos retos. “Esto me cambió la vida. O por lo menos, mi destino. Pero siempre feliz”.

Llegó el momento de trabajar y, tras pasar un examen al que se presentaron doscientas candidatas, Marisa fue la elegida. No fue fácil. Alguna compañera la recibió con el mensaje de ‘Aquí vas a llorar mucho y si te casas te van a dar una dote y a mandar a casa para tener hijos’. “Eran otros tiempos”. El miedo infundado hizo que Marisa se esforzara más y se propuso poner en marcha un sistema de calidad que la empresa tenía pero apenas utilizaba. Las cosas marchaban bien. “En seis meses pasé de secretaria comercial a secretaria de dirección”.

Un teléfono y una máquina de escribir eran prácticamente los únicos elementos de trabajo que había y utilizó sus dotes de taquígrafa para, justo después de la muerte de Franco, mandar a toda la empresa a una huelga. “Todo el mundo se quejaba, pero no hacían nada. Recogí por escrito las protestas y demandas de los trabajadores y repartí papeles por todos los sitios. ¿Me echaron? No. Me subieron el sueldo”. Su tiempo en aquella empresa acabó. “Trataron muy mal a una persona y me fui”.

Al final, descubrió su vocación y estudió Graduado Social. “Fuimos los primeros universitarios en materia de derechos de trabajo en la Universidad de Zaragoza”. Por eso entró a formar parte de la junta directiva del Colegio Oficial de Graduados Sociales. “Por aquel entonces solo éramos tres mujeres en España expertas en este área y eso me dio muchas alas”. No fue fácil porque, mientras estudiaba, trabajaba. Además, en su primer año de carrera, tuvo a su hijo.

Una huella, un mal momento y un nuevo reto

Poco a poco fue escalando puestos. “Llevaba la asesoría de los notarios más importantes de Logroño. Además, llevaba a varias empresas y viajaba mucho”. Y todo, con su propio despacho en Muro de la Mata, abierto allá por 1987. Y de repente, otro movimiento en el tablero. Esta vez de la mano de Antonio Cerdá, el creador de la técnica del Digitoanálisis. “Vino a dar una conferencia a Logroño y acompañé a una amiga. Pidió voluntarios y ahí estaba yo”.

Marisa no estaba pasando por su mejor momento. Su padre había fallecido y su matrimonio no iba bien. “Cerdá me cogió la mano y me dijo: ‘Estás atravesando una situación personal que te está fastidiando bastante, pero vas a romper lazos con una relación de años y todo va a ir hacia arriba”. En vida de su padre, ni plantearse el divorcio. “Cuando murió, mi exmarido y yo nos miramos a la cara y tomamos juntos la decisión. Teníamos buena vida, pero no quedaba nada de lo que nos unió”.

En aquel momento, Marisa, profesionalmente, no podía quejarse, pero un viaje a Madrid volvió a cambiarlo todo. Allá por 1990 “me ofrecieron trabajar para un despacho internacional en Italia. El primer despacho para dar asistencia a la pequeña y mediana empresa en Europa. Era un reto muy importante y me gustó mucho la idea”. Pero aquí estaba su hijo. Fue difícil. “Por eso fui transfiriendo poco a poco. También trabajaba para una multinacional en París, así que me hacía el triángulo Francia-España-Italia cada semana”. Con el paso de los años, su hijo decidió irse a vivir a Italia con ella.

Llegó a Ancona (Italia) con el beneficio de la duda. No tenía pasado allí. “Era solo mi trabajo y yo. No era hija de, ni mujer de, y con mucho esfuerzo, trabajo y estudio me convertí en la primera jurista experta en leyes de derechos de trabajo y especialista en riesgos laborales. “Yo me pongo las botas, el casco y me subo por las torretas. Hago la valoración del riesgo, las normas de buena praxis y todo gracias a un equipo de colaboradores excelente donde hay médicos, químicos, psicólogos, ingenieros…”. Y todo, concentrado en su propia empresa, Workgate Italia.

Pero hay más. También es delegada de la Asociación de Empresarios Domésticos, donde “gestionamos el contrato colectivo de los asistentes familiares” y por si esto fuera poco, esta logroñesa ha creado una nueva profesión: secretario de familia. Además, en estos últimos años ha hecho un máster de coaching y Mindfulness. “Para aplicar en las empresas un método con el que crezcan a su propio ritmo y no al que les marca un asesor. Es importantísimo motivar a los trabajadores y enseñarles a utilizar los equipos de protección. Pero hay que explicárselo, no obligarles”.

Recientemente, el Salón Internacional de la Seguridad y la Plataforma Tecnológica Española de Seguridad Industrial PESI le ha premiado con el galardón ‘Mujer e Innovación en Seguridad’. También le han dado un premio en España desde el Consejo General de Relaciones Industriales y actualmente está organizando un congreso a nivel internacional que se celebrará en Italia el próximo mes de abril.

Desde abajo, con mucho esfuerzo y tesón, ha fundado sus propias empresas, ha montado la red comercial de Repsol en Italia y fue invitada por el propio Gorbachov a Rusia. Tiene un programa de televisión en el canal èTv Marche (‘Work in Time’) y todavía le queda tiempo para una de sus pasiones, los bailes latinos. Algo tendrán que ver las oficinas que tiene también en La Habana.

¿Volver? No lo descarta. “Aunque en Italia se está muy bien”. Marisa confiesa que lo que más le ha gustado es aprender el idioma, “Me ha ayudado a comprender todavía mejor el español. Aquí hay mucha cultura, muchas oportunidades de descubrir cosas bonitas y mucho arte. La gente está muy desarrollada psicológicamente. Tienen una marcha más que el resto. Es muy emocionante viajar y conocer paisajes, pero mucho más emocionante conocer personas”. Y es que de eso se trata la vida. De humanidad, personas y relaciones. Y de eso, Marisa, sabe mucho.

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