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Tinta y tinto: ‘Que vivan los jacareros que toman riojalibre’

Llevo más de tres décadas deambulando por la vida sin saber que soy un jacarero. Con lo que le gusta a uno saberse este tipo de palabras para acertar preguntas en el Trivial y hacerse el listo. Cosa de periodistas. “Un océano de conocimientos con un centímetro de profundidad”. Saber de todo sin saber de nada. A más años cumples, más te das cuenta de que tu desconocimiento es mayor.

Todo empieza al enterarte de que los reyes son los padres. A partir de ahí, un carrusel de bofetadas a asumir como aprendizajes. Ni el sexo es como el de las películas porno ni la universidad sirve para subirte en el ascensor social. “Emosido engañado”. No llegas al extremo de sentirte como Jim Carrey en ‘El show de Truman’, pero todo tu mundo comienza a venirse abajo hasta que consigues adaptarte. Incluso llegas a pensar que el comunismo es mentira.

En 2013, gracias a un artículo del New York Times (diario que siempre ponemos de ejemplo de periodismo sin haberlo leído más de una decena de veces), descubrí que el kalimotxo en realidad se denominaba ‘rioja libre’ desde antes de la muerte de Franco. Su origen no está claro y muchos se atribuyen su creación, aunque tampoco hace falta ser alquimista para unir vino y Coca Cola cuando no te llegan los cuartos para estar toda la noche dándole al cubata.

Por tanto, el surgimiento del ‘rioja libre’ puede atribuirse simplemente al saber popular y que todo confluyera en las fiestas de los pueblos entre verbena y verbena. Hay hasta libros al respecto, pero ninguna certeza. Sólo teorías que nos hacen dudar. Otra vez. Siempre dudar. Y es que una vez visto lo del New York Times, encontré referencias de 2009 en El Diario Vasco y de 2007 en Diario La Rioja.

Mi último descubrimiento se lo debo a las retransmisiones deportivas. El fin de semana pasado, intentando digerir un infumable Real Valladolid Promesas – UD Logroñés en el José Zorrilla hasta que marcó Aridane AA un auténtico golazo con asistencia de Pape Diamanka, escuché al locutor denominar al conjunto blanquirrojo como el equipo “lucroniense” y “jacarero”. ¿Cómo? “¿Qué ha dicho? ¿Jacarero?”.

Supongo que los profesionales de Footters tiraron de Wikipedia para buscar sinónimos que utilizar durante el partido y no estar así venga repetirse. En la enciclopedia aparecen como gentilicios de Logroño los siguientes: logroñés, lucroniense y jacarero. El primero es de sobra conocido y el segundo nos chirría un poco, aunque podemos intuir que proviene del latín (medieval) por aquello de Lucronium. Compramos. ¿Y eso de jacarero?

Acudimos primero a la Real Academia Española (RAE), que siempre gusta. “Jacarero. 1. m. y f. Persona que anda por las calles cantando jácaras. 2. m. y f. coloq. Persona alegre y chancera”. ¿Y qué tiene eso que ver con Logroño y La Rioja? Vale que siempre hemos sido considerados como la Andalucía del norte aunque no tengamos playa, pero tampoco tenemos la gracia de los gaditanos ni sabemos cantar chirigotas. Nosotros somos más de jotas y coplas.

Buceando por la red, encontramos que Nacho Achútegui arroja luz sobre el asunto. Resulta que las jácaras eran unas coplas muy populares durante el Siglo de Oro y que el francés Guillén de Brocar las imprimía en Logroño hace más de cinco siglos. En concreto, en la actual Plaza Martínez Zaporta, donde se encuentran ahora el Café Moderno y la sede del PSOE, antes teatro y sede del periódico La Rioja hasta 1968.

Misterio resuelto. Guillén de Brocar convirtió a la capital riojana en un referente cultural allá por el 1500 después de Cristo y Logroño comenzó a denominarse como ‘Ciudad de la Jácara’. Por tanto, sin que haya que hacer ningún máster para llegar a la conclusión, los logroñeses fueron llamados “jacareros”. Cinco siglos después y con su uso prácticamente olvidado, los comunicadores deportivos han rescatado este hermoso gentilicio. No llega al “hidrocálido” de Aguascalientes, pero creo que merece la pena rescatarlo.

Que vivan los jacareros que toman riojalibre.

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