Agricultura

Las grietas de una tierra que resiste

Finca de almendros en regadío en La Rioja Baja

Bonita estampa primaveral la que luce desde hace pocas semanas el campo riojano, bañado de copos blancos que han resurgido con la entrada de febrero. Una floración que viene en fechas habituales, a diferencia de la lluvia, que no se la espera ni en lo que queda de mes ni siquiera en marzo. Si los campos de cereal son los más damnificados de esta sequía hasta el momento, los cultivos leñosos como el almendro o los frutales de pepita y hueso pueden ser los siguientes en sufrir la falta de agua.

“Todavía tienen reservas hídricas de las abundantes lluvias que cayeron a finales del año pasado, así que no corren riesgo. Pero todo puede cambiar si esta sequía se prolonga unas semanas más, y lo cierto es que las perspectivas no apuntan a que ocurra lo contrario. El anticiclón está en latitudes muy altas y está desviando hacia latitudes norte las borrascas que tendrían que llegar a la península”, explica el técnico agrónomo José Antonio Pérez.

Las plantaciones de almendros en intensivo en España ocupan un total de 140.000 ha, un 326 por ciento más que en 2015 según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En la sequía que marcó el periodo entre 1991 y 1995 hubo restricciones en la asignación de agua para los cultivos y cortes de suministros. En La Rioja, la mayoría de plantaciones de almendros no se encuentran bajo un modelo de regadío, lo cual las beneficia. Pero muchas de las nuevas fincas sí se han plantado en este régimen y es ahí donde la escasez de agua se puede hacer más evidente.

“Gran parte de los riegos que se hacen en esta zona del Ebro alto y medio son en base al embalse del Ebro, pero es que en el norte tampoco ha llovido apenas. Además, teniendo en cuenta que durante el invierno no se han recuperado del todo los repertorios hídricos, es fácil que la Confederación Hidrográfica del Ebro imponga dotaciones de riego menores a las que los agricultores están acostumbrados”, señala Pérez.

Un problema estructural que puede llegar a ser, pero que todavía no muestra indicios. “Los agricultores con almendros y frutales están tranquilos todavía, pero tienen la vista puesta en las previsiones de marzo porque lo que ocurra este mes puede influir en el potencial de cosecha de sus plantaciones. En el caso de los frutales, aunque son grandes consumidores de agua, queda margen hasta la brotación, pero los almendros ya avisan de que vienen con una buena carga floral, lo que implica gran cantidad de almendras y, por tanto, mayor gasto hídrico”.

Así que si el cielo sigue sin bendecir al campo, el ingeniero agrónomo atisba una reducción de calidad y calibre en los frutales y la posibilidad de que el almendro sufra una situación de estrés y contraria al desarrollo habitual del cultivo, con una cosecha en 2022 abundante, pero una más mermada el próximo año. “Se podrían convertir en veceros”. Ante situaciones meteorológicas extremas, son las plantaciones que se encuentran en secano las que mejor resisten a la sequía, ya que saben guardar en los años de bonanzas hídricas y resistir cuando aprieta el astro. “El problema lo tenemos, por tanto, en las nuevas plantaciones en base a nuevos manejos de cultivo, donde el árbol está acostumbrado a más abonados y más recursos, por lo que está más forzado y este tipo de plantaciones cada vez son más habituales en tierras fértiles, aunque lo extensivo siga siendo lo tradicional en La Rioja”.

El ingeniero agrónomo apunta que la clave está en abordar sistemas de riego eficientes antes estas situaciones de sequía que cada vez serán más frecuentes a consecuencia del cambio climático: “La Rioja no cuenta con una gran infraestructuras de riego desarrollada con balsas pulmón de las que tirar luego, sino que riega cuando baja agua. Hay que tener claro que nos tenemos que adaptar y regar mejor, apostando por una transformación de los sistemas de riego por gravedad y de manto, grandes consumidores de agua y con muchas pérdidas, hacia unos sistemas de riego localizado como el riego por goteo, con el que se aporta en base a lo que pide el suelo a través de sensores, y además lo haces en los momentos clave en los que la planta necesita el agua”. Una visión clara del potencial de la agricultura de precisión y de la importancia de formar al sector en la materia para conseguir un “agricultor 4.0 familiarizado con las nuevas tecnologías”.

Agonía nacional 

Una situación extrema que ha llevado al ministro de Agricultura, Luis Planas, a convocar en los próximos días la Mesa de la Sequía para debatir con el sector agrario y las comunidades autónomas sobre las medidas a adoptar para combatir las consecuencias que esta ausencia de lluvia está dejando en el campo. Medidas que se sumarán a la movilización de fondos que España y Portugal ya han solicitado a la Comisión Europea.

Planas señalaba esta semana que “desde el día 1 de octubre del 2021 hasta el día 1 de febrero del 2022, la pluviometría en España ha descendido en un 38 por ciento con respecto a la media de los últimos 30 años en el mismo periodo”. En La Rioja los embalses se encuentran actualmente al 63,4 por ciento de su capacidad, según el último parte emitido esta semana por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), pero este mes de febrero ha alcanzado un nuevo mínimo histórico en cuanto a precipitaciones, ya que solo se han acumulado 1,1 litros, cuando lo habitual es alcanzar los 23 litros.

Pero este escenario de sequía se vuelve mucho más agresivo en las cuencas del Guadiana y el Guadalquivir. Los campos de Andalucía y Extremadura arrastran demasiada sed a sus espaldas y los santos ya han salido a las calles para clamar al cielo que se cubra de nubes cargadas de furia. Un dato que arroja escalofríos es que el embalse extremeño de la Serena, el más grande del país, se encuentra ya al 15 por ciento de su capacidad.

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