La Rioja

Riojanos por el mundo: ¿San Mateo en Utah? ‘Yes, we can’

Riojanos por el mundo: el logroñés Jorge López exporta San Mateo a Utah

‘En Utah, los chicos y yo cavamos una ciudad llamada Salt Lake. Tiene los niños más maravillosos, es por eso que nunca nos cansamos de Salt Lake’. No sé si esta canción de los Beach Boys tuvo algo que ver con la decisión de Jorge López, pero este logroñés ha sucumbido ya a los encantos del estado americano en tres ocasiones.

Profesor de inglés, su primera incursión en Utah la hizo como estudiante. “Siempre me había atraído ir a Estados Unidos y estuve un cuatrimestre en la universidad de Utah gracias a un programa de la UR (Universidad de La Rioja)”. La experiencia no debió ser mala porque, años después, “me enteré de que había un proyecto de profesores visitantes y apliqué”.

En esta ocasión no viajó solo. “Vine con mi mujer. La ‘engañé’ porque ella llegó sin nada. Yo viajaba con un contrato de tres años como profesor de español en un colegio bilingüe y nos instalamos en una ciudad al norte de Salt Lake. Al principio fue duro porque es un estado muy conservador y en la primera zona donde vivimos había muchos mormones; el cambio de cultura y rutinas fue bastante radical”.

Pero eran dos chicos jóvenes de Logroño, con ganas de vivir experiencias nuevas y, sobre todo, de aprender. ¿Qué podía salir mal? De hecho, nada. Es más, cuando pasaron los tres años de contrato y visado “estábamos tan a gusto, entre otras cosas porque mi mujer también había encontrado trabajo, que decidimos alargar más la estancia”. Y vaya si lo hicieron, cuatro años más… Siete primeros años de experiencia donde, además de especializarse en sus respectivas profesiones y mejorar el idioma, tuvieron a sus tres hijos.

De vuelta a casa… por poco tiempo

Era el momento de regresar a La Rioja, “aunque estábamos muy bien allí y fue una decisión difícil porque se te valora más en el trabajo y económicamente vives mejor que en España”, pero Jorge y su mujer necesitaban que sus hijos respiraran cultura española y los abuelos pedían a gritos su regreso.

Dicho y hecho. De nuevo en Logroño, donde nuestro profe estaba de interino, le tocó enseñar en el cole de Los Arcos (Navarra), al tiempo que nuestra experta en farmacia encontró un puesto de trabajo en Vitoria. En definitiva, dos horas de viaje todos los días, pero volvían a casa cada jornada. Eso sí, no cerraban puertas a un nuevo traslado…

Cuatro años pasaron cuando la idea de volver a Utah rondó por sus cabezas. “La verdad es que la experiencia pasada había sido muy buena y el hecho de estar solo, formar una familia y hacerte más fuerte te deja un buen sabor de boca”. Eso y que, durante su vuelta a Logroño, Jorge sacó las oposiciones y eso ya daba otra seguridad.

Estaba claro que esta familia no es de cerrar puertas, así que tras cuatro años en casa, y viendo que los peques estaban dejando de lado su acento americano, vuelta a uno de los grandes escenarios de las pelis del Oeste. Misma dinámica. Jorge aplica al programa de profesores visitantes y, ¡oh sorpresa!, le vuelven a coger.

“Realmente este viaje lo hicimos por nuestro hijos. Veíamos que el inglés lo estaban perdiendo y consideramos que todavía eran pequeños y el cambio no sería tan drástico. Además, aquí tienen muchas más actividades que en España”. Y todos van al mismo colegio, padre e hijos, así que todo queda en familia.

La cultura es, por supuesto, uno de los cambios más significativos, pero Jorge no duda al afirmar que “como en España, en ningún sitio. La calidad de vida es diferente y las relaciones…”, eso es otro cantar. El ‘teacher’ echa de menos quedar con los amigos, “la cuadrilla”. Ese tocarte el timbre y ‘ahora bajamos al parque’. “Aquí dependes del coche para todo y la gente es muy agradable, pero al final nos juntamos casi siempre los profes españoles para hacer vida. Tenemos amigos americanos, pero después de tanto tiempo, igual tienes dos buenos amigos americanos”.

Un pisado en las Montañas Rocosas

Vale que en el estado americano no se anuden el pañuelo al cuello y griten eso de ‘Viva San Mateo’, pero para eso está Jorge, para enseñarle a los niños las costumbres y la importancia de las tradiciones, sin olvidarse del pisado de la uva. Y no se les da mal…

Son estilos de vida diferentes, pero también hay que saber disfrutar de lo que se tiene tras la ventana. En este caso un paisaje esculpido por el viento, agua y tiempo que se ha convertido en el escenario perfecto para los aventureros.

“Nuestra ciudad es muy segura”, lo que no quita para que a menos de media hora haya de vez en cuando “un disparo en zonas más conflictivas”, los famosos tiroteos en institutos… “Esta zona es muy familiar y tiene mucha variedad. A menos de 20 minutos de casa disfrutamos de una de las mejores estaciones de esquí del mundo, cinco parques naturales… Cuando vienes por primera vez con 30 años sí que echas de menos salir, pero cuando tienes hijos tienes otros gustos. Y a nosotros, por ejemplo, la naturaleza nos tira mucho y aquí es espectacular”.

Experiencias de vida que, en este caso, son elegidas porque “lo bueno de esto, y por eso sale bien, es que somos inmigrantes voluntarios. Nunca hemos estado forzados y lo hemos hecho porque hemos querido”. Y es que, si algo sale mal, siempre queda la opción ‘B’: volver a casa.

Una idea que, viniendo de esta familia, cualquiera sabe. “Teníamos planeado volvernos a los dos años, o sea, ya, pero por lo menos vamos a alargar uno más”. Vuestra tierra siempre os estará esperando así que, mientras podáis, disfrutad de lo bueno y lo malo de Utah. De todo se aprende. Hasta pronto.

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