La Rioja

Disciplina, imaginación y pasión para moldear arte con sello riojano

Disciplina, imaginación y pasión para moldear con sello riojano

Cristian Terroba, en su taller de Haro

Hay rincones en La Rioja donde se esculpe arte en todas sus vertientes con manos prodigiosas que retornan a siglos pasados para acercar antiguos oficios a las gentes del siglo XXI. En total, 282 carnets de artesanos se distribuyen entre 47 municipios de la región, principalmente del sector agroalimentario y artístico. Son 56 profesiones diferentes entre las que destacan las de pastelero, charcutero, alpargatero, elaborador de conservas vegetales, elaborador de jamón, elaborador de conservas cárnicas, apicultor y alfarero.

El Consejo Riojano de Artesanía es el órgano de representación de todos estos artesanos, entidades, organismos y organizaciones profesionales que vela por el desarrollo de estas figuras y actualiza el Repertorio de Oficios y Actividades Artesanas.

Escultura de Cristian Terroba.

Desde principios del 2000 lleva Cristian Terroba cubriendo sus manos de polvo blanco y callos, los últimos 15 años amparado por el sello Artesanía de La Rioja. Su inmersión en la cantería llegó de la nada, sin tradición familiar ni formación previa, pero esta disciplina artística se ha convertido en un modo de evasión donde dar rienda suelta a su creatividad. Su diseño estrella: los rostros. “Me fascina mucho el mundo antiguo, sobre todo las deidades y el arte africano y egipcio. Creo rostros femeninos como si fueran diosas, muy pausados e inexpresivos”.

Tallista de piedra y mármol, ha ido curtiéndose en estas técnicas ancestrales a través de cursos de dibujo, moldeado y talla directa, en los que profundiza ahora. “Pero sobre todo hay que practicar mucho y ponerle pasión”. Los reconocimientos se han ido sucediendo a lo largo de su trayectoria como artista y ya ha participado en varias ferias y exposiciones tanto en La Rioja como en Pamplona y en Madrid. Las obras de Cristian, además, ya copan varios enclaves de su municipio natal, Ribafrecha, pero apunta que “este mundo es muy pequeño y cerrado”.

Cristian Terroba, en su taller de Haro.

En su taller de Haro un sinfín de herramientas afiladas cubren la mesa de trabajo con las que moldea piedra, mármol y, en menor medida, también madera. Materiales todos ellos que en lo posible procura que sean reciclados, sacados de restos de obras o desmontes. Y lo hace sin un diseño previo de base: “La talla directa es justamente eso, sin partir de nada, cojo la piedra en bruto y voy trabajando directamente sobre la inspiración. Esto es mucho más libre y entretenido y a veces partes con una idea inicial que luego se convierte en un diseño distinto”. Cristian se mueve principalmente con trabajos por encargo y su siguiente paso es lanzarse a crear su propia página web, pero reconoce aún así que ser miembro de los artesanos riojanos “aporta mayor visibilidad y promoción a tu trabajo”.

Lo mismo le ocurre a Abraham Pinillos. Regenta en Villoslada de Cameros el obrador familiar donde elabora patés y embutidos que la familia de su mujer, Sara, comenzó a construir en 1995 bajo la marca Hermanos Sáenz de Tejada, aunque la tradición le venía de mucho antes. Con la tercera generación ya asentada, el nombre de la empresa ha evolucionado hasta convertirse en Patés y Embutidos La Ermita, pero su vinculación al sello de calidad Artesanía de La Rioja ha estado “desde siempre”. Además, para que el valor se quede en el territorio, procura que las materias primas provengan del lugar más próximo posible. Así, cuenta con trufa de Soria, pimiento del piquillo de Lodosa o trabajan con tripas de chorizo naturales.

Los puntos de venta de estos manjares se distribuyen entre las tiendas físicas de Logroño y Albelda, así como en el propio obrador de esta localidad camerana. “Pero es en las ferias donde hacemos gran volumen de comercialización. Al fin y al cabo, son productos a los que estamos más acostumbrados aquí en La Rioja, hay cierta saturación. Por eso es mucho más fácil vender fuera como en Madrid. Además, portando el sello de Artesanía de La Rioja las puertas se abren fácilmente porque la gente reconoce la región y la vincula a un producto de calidad elaborado con métodos tradicionales, más manuales que industriales”, señala Abraham.

Katia Márkina, en su local de Ezcaray.

En línea recta dirección oeste, un cielo encapotado cubre el municipio de Ezcaray y sus aldeas. Desde la Plaza de la Verdura una pequeña calle empedrada llega hasta otro lugar donde aflora la imaginación hecha arte. En el interior, un pincel baila con armonía entre los dedos de Katia Márkina. Nacida en Moscú, lleva más de tres décadas recorriendo países y sus salas de exposiciones con sus obras de arte, pero frente a la capital madrileña eligió la montaña serrana para desarrollarse profesionalmente y demostrar cómo en tan poco tamaño se pueden invertir horas y horas de trabajo.

“Disciplina, disciplina y disciplina. Así es como se llega lejos, porque yo llevo encadenando formación tras formación para convertirme en una profesional y ya en el colegio hacíamos actividades para explotar estas técnicas”, recalca esta vecina de Ezcaray desde hace once años. “Una cultura que no se percibe mucho aquí, sin embargo. Falta mayor concienciación sobre la importancia de desarrollar el potencial artístico de los más pequeños, pero no desisto en mi propósito de despertar el interés de alguien y crear unas clases extraescolares para poder acercar mis conocimientos a los demás”.

Esta pintora realista al óleo en miniatura desarrolla sus creaciones sobre madera, cristal, metal o papel maché e insiste en que la clave no reside en la vista, sino en el exhaustivo aprendizaje previo. “Desde pequeña he ido a clases para aprender a sentarme bien y coger el pincel de una forma correcta para ser capaz de hacer estas obras. No es solo pintar, son muchas técnicas de precisión y concentración”.

Pero esas piezas de mayor valor que reposan sobre las vitrinas del establecimiento cada vez son menos demandadas: “El poder adquisitivo de la gente se ha mermado y luego están aquellas personas que tampoco valoran el tiempo y esfuerzo que debes dedicar a cada una de estas piezas por pequeñas que sean. La artesanía es un mérito de oficio y también un patrimonio, y por eso es importante que existan figuras como Artesanía de La Rioja para amparar a operadores como yo y darles visibilidad”.

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