La Rioja

La reina roja de la Sierra Verde

Una treintena de productores cultivan Alubia de Anguiano al fresco de la Sierra de la Demanda

Manuel García, presidente de la Asociación de Cultivadores de la Alubia de Anguiano | Foto: Leire Díez

Al fresco de la Sierra de la Demanda hay un trasiego de granos rojizos que mantienen ocupados a los vecinos de la villa de Anguiano desde hace varias semanas. O bien una cuadrilla de mujeres aprovecha un final de partida de cartas en el bar para revisar un saquito más o parte de la calzada que atraviesa el municipio aparece cubierta de plásticos con vainas que aprovechan las horas centrales del día para secarse mientras los coches las parten a su paso.

Y en las fincas aledañas, infinidad de chozos decoran los campos con sus brotes enrollados en alambres o palos de madera que ya comienzan a arrancarse y a pasarlos por la trilladora para sacar la alubia. Pocos son los que lo hacen a la antigua usanza, apaleando para separar la vaina del grano. Pero de momento la selección sigue siendo manual. “Aunque por poco tiempo, porque para el año que viene contaremos con una máquina densimétrica para ver el calibre y seleccionar”, señala Manuel García, presidente de la Asociación de Cultivadores de la Alubia de Anguiano. A partir de ahí solo queda empaquetar en las tradicionales redes, cada una con su etiqueta, número de lote y año de cosecha para demostrar que esos granos de la variedad autóctona El Encinar no son otra cosa que la reconocida y demandada Alubia de Anguiano.

Alubia de Anguiano con Denominación de Origen Protegida | Foto: Leire Díez

Un producto con Denominación de Origen Protegida desde 2020 que se une a la Nuez de Pedroso para convertirse en las dos primeras denominaciones de origen protegidas de la Sierra Verde, donde se incluye la Demanda, Urbión y Cebollera. Aglutina a una treintena de productores que trabajan unas treinta hectáreas en el municipio y cuya producción anual ronda los 30.000 kilos. Eso sí, apenas cinco de los operadores aglutinan más de la mitad de la cosecha total. La idea a corto y medio plazo es que crezca la superficie de alubia cultivada y para ello la Asociación, con casi diez años de trayectoria desde su creación con los primeros 17 productores, trabaja para facilitar lo máximo posible la trazabilidad de este alimento único y para que los operadores no lo abandonen.

Una movilización que comenzó con Gerardo, ese “cura agitador” que daba de comulgar hace 15 años en Anguiano y Pedroso y que impulsó las primeras ferias en la zona para dar a conocer tanto la alubia como la nuez de calidad, además de promover las asociaciones culturales de las villas. “Una década después, hemos logrado llevar estos productos de la Sierra Verde a multitud de mercados”.

Manuel es natural de Anguiano pero no fue hasta hace unos cuando abandonó la capital para afincarse en el municipio y empezar a recuperar las parcelas de su abuelo. “El haber vivido toda la infancia en el pueblo te deja un recuerdo muy idealizado, así que no dudé en venirme con mi familia cuando tuve la oportunidad”. Y de ahí directamente se incorporó a la Junta de productores de alubia para poco después acabar presidiéndola.

Manuel García, presidente de la Asociación de Cultivadores de la Alubia de Anguiano | Foto: Leire Díez

Su asentamiento definitivo, sin embargo, llegaría después, cuando dejó su empleo en la ciudad y se hizo con una explotación de vacuno que se quedaba sin dueño. En una escasa hectárea de terreno pretende cultivar el próximo mes de mayo alubia en ecológico con el espacio suficiente para poder hacer rotación cada año y dejar que la tierra descanse. “Antes la cultivaba en convencional pero quiero evitar el uso de herbicidas empleando plásticos perforados en su lugar y tratando las plantas solo cuando lo necesiten, no por costumbre o porque lo haga el vecino. Por el momento soy el único que ve la oportunidad de lo ecológico en este cultivo, así que espero que alguno se enganche al juego poco a poco”, reconoce Manuel.

Incluso con sus vacas defiende un modelo de trabajo sostenible: “El objetivo económico creo que se basa en tener cuantas vacas te caben en tu entorno y saber diferenciar esos terneros que se crían en la sierra, pero también engordan aquí y se despiezan. Es decir, completar el circuito. Además, y ya para rizar más el rizo, me he metido en el tema de la elaboración de germinados con los que se alimentan las vacas”. Agricultura, ganadería y también apicultura, porque las abejas tampoco se le escapan de su actividad diaria en esta zona de la sierra.

Anguiano es el único término adherido a esta marca de calidad por las particularidades de su terreno: “En un principio estaba el debate de que se extendiera a otros municipios con tierras más fértiles y creciera mucho el rendimiento, pero no todos ven que la alubia que sale de aquí no es igual a la que puede salir de esas zonas aunque solo haya unos pocos kilómetros de distancia. Y es que aquí predomina el suelo pobre y cascajoso propio de zonas de montaña, de ahí que la alubia sea más pequeña y con una piel más suave, lo que también da más facilidades a la hora de cocinar esta legumbre y la diferencia del resto de caparrones”. Y mientras donde unos pueden ver pobreza, otros ven riqueza.

Un pueblo que de mitad para el Ebro era principalmente agrícola y de mitad para la sierra, ganadero, y que tradicionalmente se ha conocido como el de los tres puentes, los tres barrios y los tres tipos de gente. “Y lo tercero antes se cumplía a rajatabla, porque aún recuerdo que estaba mal visto emparejarse con gente de otro barrio que no fuera el tuyo y de niños también había redecillas entre las diferentes cuadrillas. Pero eso ya no se ve”, se ríe.

Un pueblo que a pesar de no alcanzar los 300 habitantes circulando por sus calles, “porque luego en el censo también están el centenar de ancianos de la residencia y los que no viven aquí de diario”, cuanta con una gran cantidad de población joven. Y lo mismo ocurre con la Asociación, cuyas edad máxima no supera los 50 años. “Tenemos suerte de que es un sector poco envejecido y recientemente se han incorporado más jóvenes que a su vez compaginan este cultivo con explotaciones ganaderas, pero sí necesitamos más inquietud entre estos chavales y más ganas de probar cosas nuevas y no quedarse con las prácticas de sus padres y abuelos”.

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