La recién finalizada feria taurina de San Mateo deja un balance demasiado pobre. Acaso no llegue a ser paupérrimo, pero por muy poco. Celebré y agradecí que se anunciaran toros en Logroño por San Mateo. Hoy, lamento y censuro el desarrollo de nuestra feria.
Desentonaban los hierros de ‘Zalduendo’, ‘Cuvillo’ y ‘Garcigrande’ en el mismo cartel. Demasiada monotonía. Demasiada pobreza. Hoy es un hecho consumado que esas tres ganaderías chirrían y hasta dan dentera si sustentan cualquier feria taurina por poco que se precie. Aquella falta de casta, bravura, codicia o interés que se suponía se hizo realidad.
Para colmo, se ha visto agravada por la escasa presencia del ganado. Y no tanto por chicos, pero sí por destartalados, escurridos de carnes o, directamente, por feos y mal hechos. La gran mayoría se tapó por la cara y tampoco es que fueran nada del otro mundo. Tres o cuatro (de dieciocho) simulaban armonía y finura. Justo los tres o cuatro que sirvieron.
¿Es que no había más toros en el campo esta temporada post coronavirus tan diezmada de festejos? ¡Venga ya! ¿No quedaban toros en ‘Los Alburejos’ (finca de ‘Torrestrella’), ‘Garcisobaco’ (Santiago Domecq), ‘Los Romerales’ (Fuente Ymbro) o ‘El Palomar’ (Victoriano del Río)?
No les nombro ya tan siquiera a Victorino, Adolfo o ‘La Quinta’, qué va… Por cierto, que me enteré estos días de que la afición de Logroño ya no está preparada para una corrida de acento torista. Lo afirmó la empresa, pese a que diez meses antes, cuando se anunciaron toros de Miura y Victorino en ‘La Ribera’, dentro de la Gira de la Reconstrucción, Logroño era más torista que Céret o Vic Fezensac… ¡De lo que se entera uno!
Y yo digo que para lo que realmente no está preparada la afición de mi querido pueblo es para soportar una o dos ferias más como la que acaba de terminar. Porque a lo largo de estos días de toros, hemos visto deambular por el ruedo a ‘El Juli’ y a José María Manzanares (el ganado lo eligieron ellos). Y a sus cuadrillas faltarle al respeto a quienes habían pagado una entrada.
A Ferrera le ha desbordado un toro de una clase superior, ‘Caballa’, uno de aquellos tres o cuatro toros que les dije que aunaba armonía y buenas hechuras. Se lo llevaron con una oreja, pese a que se le caían las dos y no, no era en absoluto de indulto como se medio vino a pedir. A Emilio de Justo, triunfador ayer con los ‘victorinos’ en Sevilla, se le ha visto apático y despegado a partes iguales, y aun así cortó una oreja…
Así las cosas, José Garrido paseó un trofeo por un trasteo de acompañamiento, que no de sometimiento, a un toro brusquito y con movilidad. Y Roca Rey casi acaba con el cuadro por dos faenas alejadas de los cánones del toreo (clásico). Encimista y tropezada la primera, premiada en exceso, y valerosa (mucho) y sin mando la segunda.
Entiéndase por mando, llevar dominada y humillada la embestida del toro desde que el toro se embebe en los vuelos de la muleta hasta que se remata el muletazo en la cadera del torero. Una serie de rodillas en redondo tuvo algo de hondura y trazo; las bernardinas y el resto, no. Cuatro orejas. A la gente le gustó y uno a estas alturas hasta se alegra.
Menos mal que Diego Urdiales vino a poner algo de luz y de cordura en tal galimatías. Pero necesitó hasta cinco toros para que su concepto brillara entre tanta tinebla. Fue con ‘Luminoso’, de ‘Cuvillo’, otro de los poquitos toros entipados, cuando se hizo el toreo en Logroño. Naturalidad y verticalidad; serenidad y gusto; empaque y hondura; mando y sometimiento; trazo y temple. Ofrecido el pecho y encajada la figura. ‘Va por ustedes; vamos, joder, que aquí el que torea de verdad soy yo’, pareció decir en el brindis. Y así fue y así es, Diego. Menos mal que viniste. Falló a espadas.
Abrió la feria el festejo de rejones. Tuvo una cosa buena: que fue entretenido. Y bastantes malas: que está incluido en el abono, te guste o no el toreo a caballo; que el rejoneo en Logroño supone ya el 25 por ciento de los festejos; y que siempre vienen los mismos y entre ellos no está el mejor: Diego Ventura. Triunfó Guillermo Hermoso de Mendoza con tres apéndices.
En resumen, que este San Mateo taurino ha de servir para reflexionar; tanto aficionados como empresa. Logroño vaga entre imprecisiones e intereses y merodea el fracaso y la insignificancia. La afluencia de público no ha sido para tirar cohetes y, mire usted, soy el primero que quiere que BMF dé beneficios con los toros en Logroño. De ahí dependerá la supervivencia de nuestra feria y con ella, que nuestra pasión y nuestra afición siga con vida. En el haber hemos destacar la gran afluencia de público joven.
Una feria taurina de San Mateo diferente a ésta es necesaria. Imprescindible diría yo.
Sigue el canal de WhatsApp de NueveCuatroUno y recibe las noticias más importantes de La Rioja.