Toros

Destellos de Urdiales entre demasiada mediocridad

‘Una corrida de Madrid’, ‘hay un colorado que… ¡buff! y ‘la de hoy es una tía’ era todo lo que trascendía de los corrillos que esta tarde se formaban en torno a ‘La Glorieta’. Y abre plaza ‘Instructor’, un toro colorado, veleto, musculado y serio como él solo, y empiezas a pensar que lo que escuchaste fuera es verdad y que a quienes oíste lo de Madrid son de la familia ‘Fraile’; quienes resoplaban hablando del colorado pertenecían al clan de los ‘Tabernero’ y los que mentaban a la tía eran unos sobrinos de los ‘Galache’. Porque si algo tiene Salamanca es que allí todo el mundo parece ganadero; el que no viste guayabera luce patillas de hacha y si no calza unos náuticos desharrapados, que quieres pensar que de tanto caminar por la dehesa. Por no decir de los cinturones que luce la mayoría, verdaderas obras de arte guarnicionero.

Y en esas solo te da para tararear la de ‘Salamancaa camperaaaaaaa’ y sentirte en una especie de zénit de la alquimia de la bravura. Pero de repente, el primero de ‘Montalvo’ barbea tablas, sale de najas en el primer encuentro con el caballo y trata de saltar al callejón, cuando los del look ganadero empiezan a tocar palmas de tango para que devuelvan al toro a los corrales.

¿Perdona? ¿Desde cuándo se devuelve un toro porque tenga condición de manso? Y es entonces cuando todo se desmorona y ya nadie es de los ‘Fraile’, ni de los ‘Tabernero’, ni de los ‘Galache’ y todos son de la estirpe de los ‘Chufla’. En Salamanca, sí, donde todos esos al final se salen con la suya, consiguen que se devuelva al sexto por su mansedumbre y luego se cruzan vivas al Rey, a España y hasta a ‘Méjico, cabrones’ en lo supuestamente lo mejor de la tarde, la faena de Emilio de Justo al sexto. Vaya con los ‘chufla’ sin cancelas…

Que devolvieran a ese sexto por manso sirvió para ver que, como sobreros, habían dejado a dos de los toros más bonitos del encierro. Porque excepto el primero y el quinto, estrechito de sienes y tocadito arriba del pitón izquierdo, hubo otros toros, segundo, tercero y cuarto, más bastos que los suplentes. En Salamanca, sí.

A decir verdad, la corrida hizo dos cosas cada vez menos habituales: rematar en los burladeros de salida y empujar en el caballo. Lo malo que esto siempre lo hicieron con la cara por las nubes. Y cuando el toro no humilla, ya se sabe lo que pasa. Buenos en la muleta fueron el ‘pregonao’ primero, el alegre tercero y el sexto tris, el de más transmisión. Al cuarto no nos lo enseñaron.

Está claro que el halo artístico lidiador en el que cada tarde se envuelve Antonio Ferrera solo le vale para medio estar con el toro que se deja. A su segundo, sin hacer ni pizca ni media de barrabasada, no lo quiso ni ver. De no haber sido por la mansedumbre mostrada en los primeros compases, el trasteo de Ferrera al primero no hubiera pasado de lo insignificante. Pero el toro cambió y hasta colocó la cara en la tosca y atropellada muleta del extremeño, que fue quien se llevó el mérito. A sus dos toros los mató rematadamente mal.

Diego Urdiales hizo lo mejor de la tarde. Y también lo más inteligente. Ambas cosas pasaron en el quinto. Solo tres verónicas firma del arnedano permitió el de ‘Montalvo’, antes de que este empujara en el caballo con la cara alta, como habían hecho hasta el momento sus hermanos. Así las cosas, optó por un quite por chicuelinas, que era lo que exigía el guion de la tarde. Como el inicio de muleta a media altura y sin exigir. Siempre a favor del toro hasta que ¡zas! encajó la figura, hundió los riñones, bajó la mano y detuvo el tiempo en dos derechazos tan templados como profundos; tan lentos como majestuosos.

Con la cara alta y protestando salía por el pintón izquierdo y aquello medio pareció corregirlo una trincherilla y un ayudado. De cartel ambos. Pero no, la brusquedad era demasiada y ésta se fue avivando a medida que se fue descomponiendo el de ‘Montalvo’. Lo que tardó Urdiales en coger la espada pareció reavivar a ‘Zapatillo’, que sacó cierto fondo cuando tocaba cerrarlo en el tercio. Quién sabe si ese tiempito antes hubiera dado para otra serie… De no triunfar un día, hoy fue el idóneo; sin tele y con toda la atención puesta en Arles, donde reaparecía Talavante. Hasta para eso Urdiales sabe manejar los tiempos. Sus detalles, hoy sin la rotundidad que acompaña la temporada del riojano, fueron de largo lo mejor de la tarde.

Pareció acusar el castigo en el caballo el que hizo segundo. Muy apagado llegó al último tercio, defendiéndose en todo momento, sin ofrecer opción alguna de lucimiento.

Para coger con pinzas es el triunfo de Emilio de Justo. Les recuerdo que quienes pidieron los trofeos para el extremeño también pidieron la devolución de dos mansos… De Justo está lejos de aquel que pudo a los toros de Victorino tarde tras tarde. Cita donde el toro no te compromete, torea muy despegado y el último toque del muletazo sirve para alejar aún más al toro de su figura. Aprovechó el buen son con el que llegó a la muleta su primero y en el sexto nunca dio con la distancia que exigía el de ‘Montalvo’.

Si hasta pareció querer abandonarse en una última serie al natural con el toro supuestamente ya podido y rendido y va y cita ayudándose con la espada… Yo conocí a otro Emilio de Justo mucho más torero y mucho más seguro de sí.

Plaza de toros de La Glorieta, en Salamanca. Tercera de la Feria de la Virgen de la Vega. Más de tres cuartos de entrada, de acuerdo con las limitaciones de aforo. Toros de Montalvo, el 6º, sobrero tris del mismo hierro, bien presentados, serios y ofensivos en conjunto. De juego muy desigual, siendo los mejores el 1º, 3º y 6º.

– ANTONIO FERRERA, ovación tras aviso y bronca.
– DIEGO URDIALES, leves palmas y ovación tras aviso.
– EMILIO DE JUSTO, oreja y oreja.

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