El Rioja

La última cruzada de Roda

Roda viaja a la punta noroeste de La Rioja para implantar el sistema ‘keyline’

Roda ha abierto una nueva era para el vino que concentra tres décadas de investigación y su conocimiento. “Esto no es sólo historia de Roda sino historia de Rioja”. Así de rotundos e ilusionados se muestran en la bodega jarrera para explicar el nuevo proyecto que tienen entre cepas. Para llevarlo a cabo se han ido al punto más al noroeste de La Rioja. En las faldas de los montes Obarenes, bajo el balcón de Cellórigo como testigo privilegiado, diez hectáreas de viñedo pueden cambiar el futuro de una denominación centenaria. Quizás no es el deseo ni el primer objetivo de esta prestigiosa marca vinícola, pero sí las posibles consecuencias de una plantación en curva que responde al anglicismo de “keyline” (línea clave).

Mucho tiempo llevaban buscando Agustín Santolaya e Isidro Palacios la finca perfecta en la que hacer sus ensayos. En una parcela que el catastro recoge por primera vez en 1943 con el nombre de ‘El llano de la cuesta de la cruz’, junto al barranco del río Ea, “Roda pretende hacer frente a retos como el cambio climático, la erosión genética del tempranillo y a la erosión de los suelos, así como hacer un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos”. Lo explica la técnica Lidia Martínez, quien resalta que esto es una culminación a un proyecto iniciado en 1998 cuando la bodega comenzó a “rescatar” parte del tempranillo que se estaba arrancando en la región. “Ahora esto se hace más, pero antes no”.

Todo comenzó con la realización de un “mapa de suelos” para tener en Roda las mejores fincas de la región que nunca llegó a ver la luz, según detalla Isidro Palacios, ya que en el proceso se dieron cuenta de que todo cambiaba con el paso del tiempo. Lo que hoy vale, mañana es una incógnita. “Tenemos el trabajo en la cabeza y nos movemos por el campo. Sabemos cuáles son las fincas”. Corría el año 92, cuando Barcelona centraba la atención mundial con unos Juegos Olímpicos para la historia. “La apuesta siempre ha sido por la viña vieja y por plantaciones en sitios excelentes”, reconoce el director de Campo de Roda, señalando que la bodega comenzó con tres hectáreas y ahora ya tiene setenta, “controlando otras cincuenta”.

Equipo de Bodegas Roda

Y más confesiones. De haber llevado a cabo aquel “mapa de suelos” en su totalidad, Cellórigo no habría entrado en el diseño. Demasiado al noroeste de la Denominación de Origen Calificada (DOCa). Sin embargo, “el proceso de madurez” del equipo y la bodega han propiciado su desembarco en esa comarca riojana que funde sus viñas con el cereal burgalés. “En el mapa tendríamos parajes muy buenos como ‘La cabaña’ en Briñas, pero hay que ir a la viña. Y eso hacemos en Roda”. El concepto del terroir. Un ecosistema con clima y orografía peculiar. “Además del terreno, hay que añadirle la variedad que cultivas y cómo la cultivas”.

“El llano de la cuesta de la cruz”

Todas estas ideas han pergeñado un proyecto en la citada finca, donde árabes y castellanos han peleado durante siglos cada palmo de terreno con su sangre. Muerte. Sangre. Lucha. Batalla contra el destino. Pelea por algo en lo que creer. Una comarca en guerra continua para lograr una posición mejor frente al enemigo. Y en las peñas de Cellórigo, un castillo como vigía con antepasados del Cid Campeador como moradores en un pasado no tan lejano en el que esas lomas costaban el futuro de los valientes. Por eso el proyecto de Roda recuerda a aquellos soldados que, espada en mano, miraban al enemigo de frente con la decisión de quien cree en aquello que defiende.

En este caso, una lucha contra el cambio climático con Cellórigo “como una de las patas” junto a otros proyectos ‘Low PH Wine” para conseguir uva con menor grado y ph, así como vinos más estables sin modificar su perfil organoléptico. “Esto no ha sido de repente sino que se ha visto venir”. Durante más de dos décadas han ido guardando en el ‘archivo’ de Roda aquello que consideraban “interesante”. ¿A qué se refiere esto? A más de quinientos biotipos en su banco de germoplasma para “evolucionar el mundo de la viticultura y mejorar la sociedad”.

Y para seleccionar los mejores, ‘El llano de la cuesta De la Cruz’, un paraje con el que complementar los proyectos de energías límpias, “CoolWine” y la selección de material vegetal para cubrir los renques. “El vino viene de la viña. De ahí viene todo”, recuerda Esperanza Tomás, directora de I+D+i en Bodegas Roda, al tiempo que resalta que todo este conocimiento está a disposición del resto de viticultores de la región: “Es una práctica muy innovadora y esto se convertirá en un proyecto de campos demostrativos para que todo el que quiera venga a verlo, vea cómo se desarrolla… y así generar conocimiento”.

“Estamos acostumbrados a esperar treinta años para conseguir grandes vinos y ahora, en catas ciegas, vemos que vinos de diez años tienen apariencia de cuarenta”, cuenta Agustín Santolaya, lanzando una proclama casi utópica. “En Roda queremos hacer una cruzada contra el mundo simple y el aburrimiento”. Por ello, su pretensión es llevar la viticultura actual a “dar el salto” de “lo que ya se hacía antes”, pero con técnicas del siglo XXI. Pese a los problemas. El director general también cuenta que el GPS del tractor “se volvía loco” al plantar la viña en la famosa parcela.

Una cruz y una nueva técnica

¿Qué ocurría? Cuenta la leyenda que en el siglo XI, durante las batallas de árabes y castellanos, en esa finca había una cruz no sólo con un sentido religioso sino a modo de talismán para los ejércitos. Lo corroboran los restos de cerámica encontrados en la finca y lo que podría ser un “decanato” (diez jóvenes enviados por un noble defendían una loma y allí establecieron su morada). Volviendo al siglo XXI, en el proyecto de Bodegas Roda, la fuerza electromagnética de la zona trunca la mañana de trabajo de un operario. “Al plantar la viña, hubo un momento en el que el tractor perdía la referencia del GPS. Había una zona en la que no se podía plantar y se tuvo que hacer a mano”.

“Había una fuerza magnética. Un punto energético”, asevera Santolaya. ¿Estaría allí la mencionada cruz? No se sabe, pero al menos ya tenemos una historia en la que confluyen las leyendas con varios trabajos que llevan haciendo tiempo en Roda. “No sabemos si fue viña alguna vez, pero en esta zona había viñedo según los escritos de siete monasterios”, añade. Ahora, tras tantos siglos de luchas entre reinos, la batalla se lucha contra el cambio climático y mantener vivo el ecosistema.

“Un centímetro de suelo puede tardar en formarse cientos de años y puede desaparecer en segundos con una lluvia torrencial. Luchamos con este proyecto para que la gente sepa la importancia que tiene el suelo, el mantenerlo e incluso poder generarlo gracias al sistema keyline”, cuenta María Santolaya, quien pone el acento en que “hay más toneladas de vida en el suelo fértil que en todas las toneladas de seres vivos que vivimos encima”. Cosa seria si cada año se pierde todo o parte. “El keyline ayuda a mantener los suelos vivos”.

Y la pregunta del millón para los ‘no entendidos’. Qué es eso del ‘keyline’. Surge en Australia hace más de medio siglo y ha llegado a La Rioja por vez primera de forma importante. “El propio sistema de plantación ayuda a retener el agua que normalmente se va por escorrentía. Así se evita que se encauce y esta fluye, además de que la distribuye por el resto de la parcela”, cuenta María Santolaya. Por ejemplo, en las lomas.

Para ello hay que encontrar una curva de nivel (línea clave) a partir de la que se dibujan líneas paralelas. “Después de un estudio topográfico, en cada vertiente o zona se encuentra la zona de nivel para reproducirla e ir diseñando el diseño de las curvas. No solo de las plantas sino de Canales que se han dibujado en el suelo. En ellos se infiltra el agua entre las zonas de vertientes y vaguadas”. El objetivo, mantener el ecosistema vivo, lleno de agua y donde esta tiene que estar. “Un proyecto enorme a nivel de inversión e ilusión”. Todavía no saben en Roda para qué puede servir exactamente, aunque sí que el PH será más bajo en el tempranillo plantado.

Sólo queda esperar. “Aunque tengas prisa, la viña siempre te pone en orden”, zanja Agustín Santolaya. Y qué razón. Lo mismo la viña que la vida.

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