La Rioja

La Rioja madruga para empezar un curso diferente

Este lunes ha sido de madrugones en La Rioja. Los hogares riojanos amanecían con los nervios habituales del primer día de clase, olor a libros recién forrados, ilusión de estrenar las pinturas nuevas, prisas por tener todo preparado para la hora prevista y alegría por el reencuentro con los viejos amigos.

Las lágrimas de los más pequeños se entremezclaban con las caras de alegría de los que recuperaban las nuevas sensaciones por volver a compartir juegos y experiencias con amigos a los que han visto poco durante el verano. Mientras, los padres de familias numerosas hacían cábalas para llegar a la entrada de cada uno de sus pequeños con esto de las entradas escalonadas que siguen activas a lo largo de este inicio de curso.

La Rioja, junto con algunos municipios de Murcia, ha sido la primera comunidad de toda España en empezar las clases. Un curso en el que todo parecía igual y, en el fondo, todo era distinto. “Los padres a través de sus asociaciones nos han hecho llegar el agradecimiento por empezar lo antes posible las clases”, decía el consejero de Educación, Cultura, Deporte y Juventud, Pedro Uruñuela, que contaba cómo en La Rioja, por primera vez, empezaban este lunes todos los ciclos a la vez con datos muy buenos en la Formación Profesional donde hay inscritos casi mil alumnos más que el año pasado.

El curso escolar comenzaba oficialmente en el CRA de Arnedillo por varios motivos. Uno de ellos la apuesta por la educación rural que quiere imprimir el Gobierno regional y el otro porque este mismo CRA fue el primero, el año pasado, en tener que confinar un aula entera. “Recuerdo esos días, las llamadas telefónicas y que los casos iban saliendo como champiñones”, explicaba el director del centro, José Antonio Garrido. Después el curso fue como coser y cantar: con protocolos, con medidas sanitarias pero con la tranquilidad de saber ya cómo actuar ante casos similares.

Allí, el consejero de Educación anunciaba las diferencias con respecto al curso pasado. “No son demasiadas: la distancia en las aulas que se reduce a 1,20 metros y que los chavales del mismo ciclo podrán juntarse en los patios a compartir espacios exteriores”, comenta en los que se refiere a la Educación Infantil y Primaria. También hay novedades con respecto a Secundaria. Y es que los contactos estrechos que estén vacunados que no den positivo en sus test PCR podrán seguir acudiendo a clase sin necesidad de hacer cuarentena. “A esos contactos estrechos les haremos un PCR en cuanto se conozca el caso y otro a los diez días pero no se tendrán que hacer cuarentenas si están vacunados”, explicaba el consejero.

Y en un marco incomparable como es el de las escuelas de Arnedillo, un poco desconcertados por el ir y venir de cámaras, medios y adultos, estaban los más pequeños del centro. En la clase de los chiquitines aprovechaban para leer un cuento sobre el primer día de colegio. “Sólo una niña es nueva este año pero ya la ves, está tan tranquila escuchando como los demás”, comentaba la profesora más atenta al cumplimiento de las medidas que al ir y venir de políticos.

En zapatillas de casa

Y es que estos centros rurales poco tienen que ver con los que se encuentran en municipios más grandes. “Lo primero que hacemos nada más llegar es ponernos las zapatillas de casa”, contaba un alumno a los medios que le iban preguntando cómo es el día a día en el cole de Arnedillo. Las aulas están por ciclos, no por cursos. “Así los mayores enseñan a los más pequeños muchas cosas”, explicaba otra alumna de Sexto. Las primeras horas del día servían para ir haciendo las pegatinas con las que ir marcando todo su material escolar.

Poco mas de diez alumnos por aula, todo un lujo para unos niños que tienen una educación, en este tipo de centros, casi a la carta. “Es todo mucho más sencillo, conocemos bien a los chavales, sus problemas y sus virtudes y además conocemos de manera muy estrecha a las familias. Aquí hay tutorías casi a diario cuando salimos a la puerta al final de la jornada”, comentaba una de las profesoras.

Para ellos, Uruñueña, anunciaba un respiro. “Queremos que con tres alumnos se mantenga cualquiera de esos centros, luego ya se verá qué actividades hacemos para incrementar su socialización”, decía poniendo encima de la mesa una propuesta interesante para todos esos centros que ven cómo sus alumnos se van marchando y están en la cuerda floja y con el cierre del centro pululando por sus cabezas. “Cerrar un colegio es dejar morir un pueblo”, comentaba una de las profesoras ante el anuncio de la Consejería.

Y es que aunque las mascarillas y las distancias seguían siendo las protagonistas del primer día de clase, todo ha cambiado en este tercer curso de pandemia. Si el primero fue el de la educación a distancia y el segundo el de los miedos por los posibles contagios, éste será el de la ilusión por ir volviendo poco a poco a la normalidad a pesar de todas las precauciones. “Iremos viendo cómo van pasando los meses y se irán tomando medidas de flexibilización conforme nos lo vaya permitiendo la pandemia”.

Palabras de esperanza gracias a las altas cifras de vacunación. “Entre el profesorado riojano hay un 99 por ciento del personal ya vacunado, eso nos hace ver el curso de diferente forma”, decía el consejero que disculpaba a la presidenta por no estar en el acto. “Tiene varias reuniones en Madrid inaplazables relacionadas con los fondos de recuperación”.

Una sensación muy diferente la del curso pasado entre las familias también. “Ya sabemos que las aulas son los lugares más seguros en los que pueden estar nuestros hijos”, decía un padre a las puertas de un centro.

Un curso el que empezaba este lunes en La Rioja cargado de nuevas ilusiones, nuevos retos, muchas cosas por aprender y un objetivo común, que al menos, sea sanitariamente igual de satisfactorio que el curso pasado.

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