El día amanecía en Calahorra de diferente color. Como cada 31 de agosto. Esta vez, los calagurritanos se levantaban antes de lo habitual para ver pasar a sus patronos, San Emeterio y San Celedonio, por las calles. Un año más, desde la cofradía, habían decidido sacar ambos santos en coche para evitar aglomeraciones. Eso sí, una hora antes que en marzo para que el amplio recorrido no provocase, como entonces, retraso en la misa mayor.
Aún así, muchos calagurritanos han optado por bajar a la catedral. Con un aforo al cincuenta por ciento, voluntarios de Protección Civil han contado una a una las personas que han entrado al templo hasta las trescientas (diez asientos para autoridades por protocoo). El consistorio ha repartido una silla por cada grupo municipal (el concejal de Izquierda Unida no ha acudido como es habitual) y dos para el grupo municipal socialista. Además, han estado presentes la alcaldesa de Calahorra, Elisa Garrido; la presidenta regional, Concha Andreu, y el presidente del Parlamento, Jesús María García. La delegada del Gobierno, María Madorrán, finalmente no ha acudido.
Un calagurritano de adopción ha sido el encargado de presidir la eucaristía. A falta de obispo en la Diócesis, ha sido el cardenal de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, quien ha presidido el acto. Antes, a la entrada ha charlado con conocidos de sus años de obispo en la ciudad mientras el grupo de danzas Coletores ha comenzado con los primeros pasos de sus danzas.
Han llegado los patronos en coche y con suma delicadeza los han acercado hasta el templo bajo los arcos floridos de los danzadores. Mientras, una pregunta sobrevolaba la conversación de todos los que allí estaban. “¿Será la última vez que los veamos así? Da un poco de tristeza”. Habrá que esperar a marzo de 2022 para saberlo, pero todo apunta a que las cosas empiecen a ser ya de otra manera.
