La Rioja

Miguel Adán, el riojano que viajó a África para salvar a los grandes simios

Miguel Adán, autóctono de Quel, ha pasado buena parte de su vida estudiando y ayudando a conservar los grandes simios del planeta, como los chimpancés y los bonobos en Sierra Leona y en la República Democrática del Congo. Se licenció en Bilogía en la Universidad de Salamanca y realizó un Máster de Zoología en la Universidad Complutense de Madrid.

Siempre ha sentido una gran pasión por los animales y en la carrera ya se sintió atraído por el mundo de los primates. Tras haber viajado a Australia para aprender inglés, volvió a España y trabajó durante un tiempo como profesor, pero entonces sintió la llamada de Sierra Leona, en un proyecto para la conservación del chimpancé occidental. Su investigación se basaba en demostrar la presencia de este simio en la isla y tratar de que se declarase como un área protegida para estos primates.

“No quería irme de África, fue una experiencia muy enriquecedora el estar en un entorno muy cerrado y sin comunicación”, comenta, durante una extensa entrevista para el canal de YouTube ‘Science Beach‘. En la República Democrática del Congo inició un estudio sobre los bonobos con la utilización de ‘cámaras trampa’ y señales indirectas. Trataba el estudio de la ecología comportamental y varios estudios sobre el hábitat de estos primates.

“Los ‘hippies’ del reino animal”

Los bonobos son primates con la cara oscura, labios rojos y menos rígidos y agresivos que los chimpancés. Tienen un comportamiento matriarcal y no se defienden con violencia, sino que su forma de socializar y mostrar sus sentimientos es mediante el acto sexual. “Los bonobos son los ‘hippies’ del reino animal. Podríamos aprender de ellos, porque hay muchas formas de proyectar la frustración. Se desahogan de otra manera y es muy instructivo”, explica el investigador riojano.

FOTO: Daiane Galdino.

Durante su estancia en Sierra Leona, Miguel Adán tuvo el honor de conocer a Jane Goodall, la investigadora que ayudó a instaurar una visión diferente a la que se tenía entonces de los chimpancés. Cambió la forma de ver a los animales y la forma de ver a la mujer científica de esa época. Para el queleño, Goodall es una mujer admirable y destaca su pureza a la hora de transmitir sus palabras.

Adán recalca que siempre ha trabajado con animales que viven en libertad, pero entiende el papel que juegan los ‘santuarios’ porque acogen a las especies ‘expropiadas’ de su hábitat por la caza furtiva e ilegal. “Tratan a especies que han sufrido mucho y pretenden reintroducirlas más tarde en su hábitat, aunque eso es una tarea muy complicada”, aclara.

De sus vivencias y anécdotas en África, destaca la convivencia con otras culturas y que “no hay que fijarse en lo malo”, porque eso acaba siendo un reflejo de “las carencias que tiene nuestra cultura”. Adán llama a la reflexión individual y a estar muy abierto cuando se viaja a otras culturas: “Su concepto de trabajo es muy diferente, conviven en núcleos familiares y comparten lo poco que tienen, se cuidan mucho entre ellos. Tendríamos que aprender de ellos y ayudar siempre con lo que se pueda”. Porque, según afirma, hay que llevar a esos lugares proyectos que les aporten recursos y educación, ya que “para conservar hay que educar”.

“Cuando viajas a un sitio como África sabes a lo que vas, no puedes ser muy paranoico y debes saber tirar hacia adelante cuando sucede algo inesperado”, señala en relación a la posibilidad de contraer enfermedades y de los peligros que se pueden vivir allí. Hay muchos animales venenosos y otros muchos destruyen sus pertenencias; sin dejar de lado el clima húmedo y las numerosas tormentas diarias. “Yo quiero volver, a pesar de haber vuelto con la ropa agujereada o haber tenido que ponerme ropa mojada durante días. Parte de mi corazón está ahí y quiero volver con esa gente”, señala el queleño.

En cuanto a sueños y propósitos futuros, quiere que la gente sea responsable con lo que tiene y sepa ver adónde van las cosas, porque existe un conocimiento sobre lo que la sociedad hace. “Deberíamos mejorar en empatía, tanto con otros seres humanos como con otras especies; hay que cuidar lo que tenemos. Me gustaría que la sociedad, en un futuro, levante la cabeza y diga que hay que cambiar porque lo que hacemos es insostenible”, concluye.

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