La Rioja

La quinta ola, o cómo la vacuna comienza a ganar la batalla al COVID

El avance de la vacunación desploma los índices de hospitalizaciones entre los positivos en COVID

El 27 de diciembre es una fecha histórica en el análisis de la pandemia. Aquella fría mañana, Javier Martín recibía en Haro a sus 68 años la primera vacuna contra el COVID-19 inyectada en La Rioja. Fue la primera de (hasta hoy) las más de 320.000 dosis inoculadas como la gran esperanza contra un virus que se ha cobrado la vida de casi 800 personas en la comunidad.

Siete meses después, los efectos de las vacunas se dejan notar, más que nunca, en pleno repunte de una quinta ola que avanza a un ritmo imparable. Y no lo hacen tanto -que también- en el plano de los contagios como en los efectos que el virus provoca en ellos. Dos detalles al respecto: los grupos con mayor cobertura de vacunación (las personas de 60 años en adelante) registran las menores incidencias en la comunidad -casi testimoniales- y los ingresos hospitalarios han caído en picado en relación a las acometidas anteriores del virus.

Porque aunque la quinta ola ya supera en incidencia a su predecesora, los hospitales de la comunidad registran sus menores tasas de ocupación por COVID del último año: 17 personas ingresadas en planta y solo tres en la UCI, estos últimos sin haber completado la pauta de vacunación.

Dejando a un lado la primera ola (por la escasez de test que indiquen el alcance exacto de la pandemia) y teniendo en cuenta que en la segunda todavía no había vacunas disponibles, los efectos de los fármacos de Pfizer, AstraZeneca, Moderna y Janssen se dejan notar conforme avanza la cobertura entre la población.

Tanto, como que actualmente los ingresos en planta entre los positivos por COVID han caído un 65 por ciento respecto a los de la segunda ola y los ingresos en UCI lo han hecho en más de un 80 por ciento. Así se aprecia en el siguiente gráfico, que muestra la media de positivos diarios por COVID e ingresos en planta y UCI en los hospitales riojanos por la enfermedad en cada una de las olas.

A estas alturas, cuando prácticamente uno de cada dos riojanos ha completado ya la pauta, los hospitales riojanos son capaces de absorber el impacto de la pandemia sin necesidad de activar los planes de contingencia tan tristemente conocidos para dar respuesta a hasta 70 pacientes simultáneos en Cuidados Intensivos y más de 200 ingresos en planta.

Por esta razón, el Gobierno de La Rioja ha variado el enfoque a la hora de decretar restricciones sociales, priorizando la ocupación hospitalaria a los índices de contagios, como sí había hecho del pasado verano a esta parte.

A la expectativa ante los efectos de los contagios juveniles

En su continua adaptación a los efectos del COVID-19 en el organismo humano, los profesionales sanitarios no bajan la guardia ante el paradigma actual. Porque los colectivos más vulnerables parecen, en efecto, protegidos frente al virus, pero la incidencia juvenil alcanza cotas nunca antes vistas y además entra en juego la variable delta, con unas consecuencias por descubrir.

Es por ello que conviene mantener bien alta la guardia y seguir extremando las precauciones en el ‘sprint’ hacia la ‘nueva normalidad’. Aunque en ese esfuerzo no dejemos de valorar que la ciencia ha puesto en nuestros hombros un arma que se demuestra más que eficaz contra el COVID.

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