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EDITORIAL | El español ya tiene una capital, europea y universal

Tal vez preocupada por el auge del castellano en Berlín, París o Londres, Isabel Díaz Ayuso ha decidido crear una Oficina del Español para hacer de Madrid “capital europea” de nuestra lengua común. A su frente, la presidenta de la Comunidad madrileña ha situado a Toni Cantó, antaño azote de los “chiringuitos” políticos y ahora agradecido saltimbanqui de la política, cuya canonjía le reportará 75.000 euros anuales. No habrá de extrañarle, pues, a nuestro Laurence Olivier -fue durante años primer actor del Centro Dramático Nacional- que vaya a pasar a la posteridad por sus “Siete vidas”.

Dado que sacudirle a Ayuso sale de balde, bien podrían nuestras autoridades riojanas levantar la mano para recordarle a la vicelíder del PP que el español ya cuenta con una capital, no solo europea, sino mundial; San Millán de la Cogolla. Y, ya puestas, ingeniárselas para convertir dicho enclave en algo más que el “marco incomparable” donde hacerse la foto un par de veces al año. El proyecto Valle de la Lengua puede ser un primer paso para hacer de San Millán un “núcleo irradiador” de cultura y un polo de atracción de estudiantes, investigadores y visitantes en general, a la manera de ese Camino de Santiago del que apenas dista unos kilómetros. El plan suena bien, pero ahora hay que llenarlo de contenido.

Porque llenar de contenidos San Millán para convertirlo en un referente universal es, junto a la conversión de La Rioja en una meca vinícola, uno de los grandes debes en nuestra política regional. Y no solo regional: en su Patronato, del rey abajo, no falta nadie. Y aquí no caben distingos políticos: desde que los monasterios de Suso y Yuso fueran declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997, los dos grandes partidos nacionales han tenido responsabilidad tanto en Moncloa como en Vara de Rey. El esfuerzo coordinado de las administraciones resulta imprescindible para “poner en valor” el manantial de una lengua que hoy fluye por todo el planeta y hablan 500 millones de personas.

Potenciar San Millán va más allá de reclamar regularmente a la Real Academia de la Historia la devolución de sus Glosas, como hace México al Museo de Viena con el penacho de Moctezuma o Grecia al British londinense con el Friso del Partenón; eso va de suyo, como echar la Primitiva, por si alguna vez toca. Potenciar San Millán requiere de proyectos sólidos y a largo plazo, a ser posible consensuados (esto, ya sabemos, es pedir un imposible) y que resistan los cambios de legislatura y de turnos en el poder. Nunca es tarde para planteárselo.

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