Agricultura

El champiñón avanza en La Rioja bajo el paraguas de la innovación y la promoción

Hace escasos días se hubiera celebrado en Pradejón la feria turística que situaba al municipio riojabajeño en el foco nacional e internacional para los aficionados al champiñón y la seta. El fungiturismo se convirtió hace siete años en el primer servicio turístico del país enfocado en la promoción de los hongos y desde entonces ha traído cada mayo cerca de 7.000 turistas a la región (con el parón de las dos últimas ediciones).

El tridente del champiñón en la comunidad se apoya en Autol, Pradejón y Ausejo, líderes en producción e instalaciones, aunque tal vez no mucha gente sepa que este es el segundo producto con mayor presencia en La Rioja y el segundo también que más se exporta (sobra decir quién lidera la lista). Este cultivo, que comenzó a armarse en los años 30 para sufrir el ‘boom’ de las plantas de compostaje pocas décadas después, ha avanzado bajo el paraguas de la innovación y el desarrollo hasta levantar en 2003 un centro dedicado a su investigación, impulso y apoyo desde el punto de vista tanto científico como del consumo.

“El propio sector demandaba un espacio así, que además ha logrado posicionarse como el mejor dotado a nivel nacional en cuanto a infraestructuras se refiere”, destaca la directora del Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón (CTICH), Marga Pérez, asentado en Autol y bajo la gestión de la Asociación Profesional de Productores de Sustratos y Hongos de La Rioja, Navarra y Aragón (Asochamp).

Marga Pérez, directora del CTICH.

El resultado de años de trabajo en la promoción y productividad fúngica han derivado en un total de siete plantas de producción de sustrato, 198 explotaciones y 389 cultivadores (principalmente de champiñón). “El beneficio para la región es la generación de 1.300 puestos de trabajo directos y hasta 2.200 indirectos, principalmente vinculados a la transformación porque el 70 por ciento del champiñón va destinado a la industria conservera exportando gran parte de ello. El resto, en fresco, dado que se trata de un producto tan perecedero, se reparte por los mercados nacionales”, apunta Pérez.

La evolución de este sector agrario ha propiciado, asimismo, el avance en términos cualitativos: “Ya no solo en la calidad de producción del sector, que ha mejorado gracias a la implantación de cursos formativos y el manejo de un mayor control tecnológico, sino por una creciente demanda de la calidad por parte del consumidor. Cada vez se conoce más acerca de este cultivo y, por tanto, se exige más”.

En esa demanda se incluyen los beneficios en materia de nutrición y salud, “y es que las propiedades de estos hongos cultivados son numerosas, gracias a que cuentan con los nueve aminoácidos esenciales, son bajos en calorías y actúan como buenos sustitutos de la carne, cuentan con propiedades anticancerígenos y que combaten la obesidad y, además, el champiñón es el único alimentos de origen no animal precursor de Vitamina D.

En esa línea, el CTICH ha protagonizado decenas de proyectos competitivos de ámbito europeo, nacional y regional bajo iniciativa pública y privada con el fin de aunar innovación, salud y producto en uno solo al mismo tiempo que se visibiliza el sector desde el punto de vista científico. Desde que se presentara el primer estudio en 2004, el Centro aglutina más de 50 proyectos y 22 especies diferentes de hongos cultivados registradas, sin olvidar su presencia en el ámbito formativo con diversos cursos sobre el cultivo y el compostaje para cubrir esa falta de formación reglada.

“Este año hemos concluido la creación de una planta piloto de biogas a raíz de los sustratos poscultivo, un proyecto europeo que se suma a otro que iniciamos en octubre centrado en la búsqueda de alternativas mas ecológicas a las tierras de cobertura para conseguir unas con menos turba que sean más productivas y bioestimulantes. Asimismo, a nivel regional seguimos colaborando con el Cibir en la obtención de hongos cultivados con propiedades antifemorales probadas o trabajando con la energía geotérmica. Siempre intentando solucionar las demandas del sector que, a pesar de ser pequeño, es sorprendente lo que se puede llegar a hacer”, destaca la directora.

Pérez es consciente del potente desarrollo de la micología en la región, en donde antes se trabajaba en naves sin climatizar y con plásticos en el suelo, y ahora se profundiza en nuevas especies de setas, en la creación de bancos de conservación de hongos silvestres y también se trabaja con hongos exóticos.

“Los grandes retos que tenemos por delante son la biotecnología y la salud, la mejora de la producción con los sustratos y las tierras de cobertura, el estudio de las enfermedades ante la escasez de fitosanitarios, el control biológico y la revalorización del sustrato poscultivo. Sin olvidar que el consumo del hongo en fresco también debe aumentar. a partir de ahí, solo necesitamos una buena base económica para avanzar en estos y otros proyectos futuros”, concluye.

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