Educación

Más de 11.000 kilómetros de pruebas, brotes y protocolos: “Un año difícil”

Más de 11.000 kilómetros de pruebas, brotes y protocolos

José Ignacio Aguado, responsable de la Inspección Médica Educativa de La Rioja

El equipo de Inspección Médica Educativa del Gobierno de La Rioja podría haber cogido su coche en Logroño y viajar hasta la bahía de Hong Kong. Su cuentakilómetros hubiera contabilizado casi la misma distancia que ha recorrido durante los últimos ocho meses, pero sin salir de La Rioja. El camino se ha hecho largo, concretamente con algo más de 11.000 kilómetros a sus espaldas, según las cuentas del responsable de esta unidad COVID, José Ignacio Aguado.

Tras más de 13.000 pruebas realizadas, con 2.967 resultados positivos (el 5,4 por ciento del alumnado riojano), este médico de Familia y del Trabajo respira hondamente después de pasar el peor trago. Aunque sin bajar la guardia. Todavía recuerda aquellos primeros días del estado de alarma, cuando pasó de gestionar las bajas del profesorado como técnico en la Consejería a servir de apoyo en el Servicio de Prevención del Hospital San Pedro. Ahora su labor es reconocida en boca de todo aquel que habla de la evolución epidemiológica en los centros riojanos, aunque deje atrás “un año difícil”.

– ¿Cómo define esta montaña rusa profesional?

– Mi trabajo ha cambiado prácticamente en su totalidad. Esta situación de pandemia consume el 90 por ciento de mi tiempo y me supone mañanas, tardes, noches, fines de semana, días de puente… Si preguntas en cualquier centro, estamos localizados a cualquier hora cualquier día. Eso supone un esfuerzo, pero la gente sabe valorarlo y lo agradece. Ahora estamos trabajando en la elaboración de una infografía semanal con los casos notificados separados por comarcas y municipios.

– ¿De qué forma se vivían esos viajes de un colegio a otro bajo la presión de poder estar ante un nuevo brote de COVID-19?

– La mayoría de los viajes los han realizado los compañeros del equipo de Inspección, es decir, enfermeras y administrativos encargados de realizar las pruebas a los escolares. Porque en los casos en los que me tenía que desplazar yo era porque se trataba de una situación más seria. Allí me reunía con las AMPAS y el equipo directivo para tranquilizar, sobre todo, porque si se trataba de la primera vez que el centro registraba un positivo, la tensión se palpaba en el ambiente. En centros grandes con 2.000 alumnos, en cambio, era más habitual acudir y había más conocimiento de la situación. Pero seguimos defendiendo que los colegios son seguros porque todavía no se ha demostrado que sean foco de transmisión.

– La vuelta al cole fue uno de los mayores retos en la gestión de la pandemia en La Rioja. Pero, ¿cuál ha sido el principal reto al que José Ignacio se ha tenido que enfrentar?

– El reto del equipo ha sido dar servicio de forma continua a todos los centros. Pero en lo que a mí respecta, durante las primeras semanas del curso tuve que afrontar yo solo la gestión de esta tarea, con días que comenzaban a las 6:00 horas de la mañana y se prolongaban hasta las 2 de la madrugada. Había días en lo que recibía una llamada y mientras tanto tenía otras 30 en espera. Es drástico decirlo, pero fue así. Eso sí, en cuanto se vio la gran carga de trabajo que había que afrontar se tomó la decisión de pedir la colaboración a enfermeras que trabajaban en los colegios para descargar el volumen de llamadas.

– ¿En qué medida favoreció la formación del equipo de Inspección Médica Educativa? 

– La creación de esta unidad llegó la primera semana de octubre. Ahí ya comenzamos a gestionar todo entre nosotros, aunque contando con el apoyo de los coordinadores de salud de los diferentes centros, que siempre nos han facilitado las cosas muchísimo. Está claro que esta crisis no la he vivido yo solo, porque sin la colaboración de los compañeros del equipo, de estos coordinadores sanitarios y de los equipos directivos hubiera sido imposible. Además, resaltar la figura del director general de Gestión Educativa, Emilia Ángel Izquierdo, quien siempre ha intentado facilitarme el trabajo con la mayor rapidez posible. Hay que entender que esta situación era nueva para todos y es muy difícil prever algo cuando no sabes cómo se va a desarrollar.

– ¿Qué carencias en la gestión médica se han corregido a lo largo del curso escolar?

– Ahora cuando nos notifican un aviso no tardamos ni 24 horas en acudir al centro y realizar las pruebas pertinentes, mientras que al comienzo de todo esto la labor se podía demorar unos dos o tres días porque seguía la vía ordinaria. Tardar varios días en dar los resultados suponía implicar a más familias y promover el contagio. Por eso se decidió crear un circuito alternativo en el que nosotros hacemos las pruebas, las llevamos al laboratorio y nos dan los resultados, que devolvemos a los centros. Así se agiliza mucho más la tarea para actuar antes.

– La meta fijada en la campaña de vacunación para finales de este verano va a influir en el regreso a las aulas en septiembre. ¿Cómo se afronta la nueva etapa? 

– Ya tenemos una experiencia y esta nueva situación nos va a permitir modificar los protocolos según evolucione la pandemia en la región. Desde el Ministerio, junto con todas las comunidades autónomas, se está trabajando en los protocolos del próximo año y la idea es mantener las medidas vigentes porque han funcionado muy bien, aunque pero sí se podrán hacer más cosas que hasta ahora están restringidas. Además, el personal de los centros podrá trabajar con más tranquilidad y seguridad.

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