Crisis del Coronavirus

Mayores en pandemia: un colectivo vulnerable “con mucha fuerza y dignidad”

Año duro. Muy duro para todos. Sin excepción. Hay muchos que lamentan haber perdido un año de su vida y otros, sin embargo, celebran el seguir en pie. El de las personas mayores ha sido el sector más perjudicado por la pandemia del COVID-19, sanitariamente hablando, pero también ha sufrido el parón social.

“Doce meses que han cambiado nuestra forma de vivir, pero también nos ha servido para darnos cuenta de que somos más fuertes de lo que pensábamos y como sociedad, muy solidarios”, explica Susana Ruiz, responsable de la Asociación de Residencias y Servicios de Atención a Mayores (LARES) en La Rioja. Directora también de la residencia Santa Justa, subraya que ha sido un año robado. “Tiempo que en nuestra vida, quizá, no suponga mucho, pero en la de los ancianos es mucho”.

Ruiz destaca que desde que comenzó la pandemia ha habido mucho altibajo emocional en estos centros. “Aunque ellos lo han pasado de manera tranquila, han tenido muchos momentos de tristeza, de incertidumbre, pero también de fortaleza”. ¿El peor momento? “Cuando tuvieron que permanecer encerrados en sus habitaciones. Sin embargo, es admirable cómo seguían manteniendo el humor, la esperanza e incluso la ilusión. Nos han dado una lección de vida impresionante. Se han mantenido fuertes, con sus días malos pero con mucha dignidad”.

Duro trago para los trabajadores

Se ha hecho largo, pero, actualmente, los profesionales sociosanitarios que trabajan en estos centros viven con especial alegría la vuelta de las familias a las residencias y las salidas de los propios mayores. Susana reconoce que “están muy agradecidos por haber sido de los primeros en recibir la vacuna, aunque haya gente que piense que se nos ha utilizado como conejillos de indias”.

La responsable de LARES alaba la lección de profesionalidad que han ofrecido durante este último años estos trabajadores ya que “han renunciado a vacaciones, permisos, días libres… mientras sus compañeros estaban de baja por la enfermedad”. Ruiz reconoce que el servicio se ha seguido dando en las mismas condiciones, “y ha sido un esfuerzo por parte de todos que vemos recompensado ahora con esta vuelta a ‘la normalidad’ que esperamos sea definitiva”.

El trabajo ha sido compartido. “Cuidamos a personas que nos necesitan y ellos son los que nos han hecho tener esa fuerza diaria para seguir. Tenemos una de las profesiones más difícil del mundo, cuidar, y ellos no merecen que abandonemos”. Susana indica que todas las mañanas hacían un ejercicio de insuflarse unos a otros la energía que necesitaban para continuar a pesar de lo que estaban viviendo. “Por ellos. Ver que nos necesitaban ha sido nuestro motor”.

Enseñanzas post pandemia

La directora de Santa Justa tiene muy claro que la familia es insustituible. “Sin embargo, en muchos momentos nos ha tocado hacer de esa familia cercana. Algo que nos ha unido mucho más a ellos y a nosotros como equipo. Hemos vivido situaciones muy difíciles, viendo cómo el virus se cebaba con nuestros mayores, y nos hemos dado cuenta del valor que tiene ser cuidador. No solo somos personas que cambian pañales o dan de comer, sino la primera cara que ven los abuelos cuando se levantan y la última al acostarse”.

Por el momento, desde las residencias prefieren ser optimistas. “Vivir con esperanza el presente y esperar que la vacuna nos devuelva esa normalidad que nunca será como antes, pero que necesitamos en la vida tanto ellos como nosotros”.

2021, un año de transición donde se mantendrán las medidas de higiene y seguridad. “Son normas que han venido para quedarse, como la mascarilla, la higiene de manos o los pequeños grupos burbuja, porque, ojalá no, dentro de un tiempo no es el COVID, pero sí otro virus”.

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