Este martes han sido las áreas de Salud de Calahorra y Cervera. El miércoles serán las de Arnedo y Alfaro. La semana pasada tocó en La Rioja Alta y pronto será en Logroño. Los grandes dependientes pasan estos días por el proceso de vacunación. Esa primera dosis, ese primer paso para que el final esté más cerca. Son los grandes dependientes no institucionalizados. Es decir, aquellos que tienen una alta dependencia y que aún viven en sus casas o en las de sus hijos.
A las nueve de la mañana, el grupo de personas que conforman uno de los equipos de vacunación de La Rioja ya estaba preparado para su labor. Ha habido que esperar un poco más porque la carpa y la zona donde han de prepararse las vacunas aún no había sido montada. Así, pasadas las diez de la mañana, ha comenzado la vacunación a los grandes dependientes del área de Salud de Calahorra, que conforman también los municipios de Pradejón, Autol y Tudelilla. Sin salir del coche, uno a uno, han ido pasando por la carpa. Allí se ha administrado la primera dosis y se ha explicado al familiar las posibles reacciones adversas. Dolor en el brazo, quizás unas décimas de fiebre… si algo se complica, llamar al 112.
«¿Contenta?». Le preguntamos a una de las mujeres más mayores que ha pasado por el dispositivo. «La verdad es que ella no se está enterando mucho de todo esto de la pandemia. Prácticamente no sale de casa, ya oye poco y ve menos, pero es importante que nos vacunemos todos», ha comentado su hija, quien la ha acompañado en el coche. «Ahora os tenéis que quedar aquí quince minutos. Y si no hay ningún problema, hasta dentro de 21 días», ha advertido uno de los responsables.
En el aparcamiento de la Catedral de Calahorra esperaban mientras media docena de coches a que pasaran esos quince minutos. Todos contentos porque los más vulnerables de sus casas ya comienzan a ver el principio del fin. «A ver cuándo empieza a tocarnos a los demás», reclama José, quien ya tiene más de 65 años y en esta jornada lleva a su madre a vacunarse.
«Hemos vacunado en torno a ochenta personas y dos grupos de compañeros han ido a las casas de aquellas personas que no pueden salir», han explicado. La vacuna que se está poniendo a este grupo es la de Pfizer. ¿Y cómo se traslada de un lugar a otro? «Lo que que se mueven son los viales y es en el domicilio donde se preparan las dosis», ha relatado una de las enfermeras al cargo de esta vacunación.
La mañana no ha sido fácil y así lo han transmitido los profesionales sanitarios. «Todo el mundo ha llegado más o menos a la misma hora y al principio ha habido mucho tiempo de espera. Alguno de los familiares se ha enfadado, pero nada que no hayamos vivido antes. Entendemos que la gente está ya cansada de la situación, pero nosotros también y no podemos hacer nada más que hacerlo lo mejor posible en el menor tiempo posible».
A las doce y media de la mañana falta una sola persona de las que estaban citadas por vacunarse. La llaman directamente al teléfono de contacto desde allí.
– «No, al final le pedimos a Salud Responde que viniese a casa», se intuye desde el otro lado del teléfono.
– «¿Y aún no han ido?», pregunta la enfermera.
– «Deme la dirección para confirmar que está en la lista de las vacunaciones a domicilio».
Todo correcto. Un cambio de último momento solicitado por la familia. Es hora de empezar a recoger los bártulos. ¿Y mañana? «Nosotros no sabemos dónde estamos hasta que no llegamos a primera hora del día y nos lo dicen. Lo saben antes los usuarios que nosotros», comentan. Da igual. Mañana allí estarán. Donde les toque. Y como siempre, con una sonrisa casi inverosímil después de un año de intenso trabajo.
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