Crisis del Coronavirus

La Rioja es la quinta región con mayor descenso de la curva en la tercera ola

Queda mucho trecho por recorrer hasta alcanzar la ‘antigua’ normalidad en La Rioja, pero lo cierto es que las medidas para frenar la transmisión comunitaria del coronavirus, por ahora, están dando sus frutos en la región.

Tres semanas después de que la comunidad adoptase las medidas más severas que permite el estado de alarma (de las que destaca el cierre de toda actividad ‘no esencial’), los casos activos se han reducido a un tercio, pasando de los 3.150 que alcanzó La Rioja el 30 de enero a los 1.139 que presenta este sábado.

El principal reflejo de esta reducción drástica de contagios se aprecia en la evolución de la incidencia acumulada a 14 días. La zona sombreada comprende el cierre de las actividades ‘no esenciales’ y, en ella, la curva cae a un ritmo solo comparable al que experimentó a finales de abril, fruto del confinamiento domiciliario.

De hecho, el cambio de dinámica sitúa a La Rioja entre las comunidades que más han rebajado su curva de contagios en ese periodo, al reducir su incidencia en un 57,4 por ciento en tres semanas, más de trece puntos por encima de la media nacional (del 44,1 por ciento).

Solo Extremadura (su IA ha caído un 72,5 por ciento en ese periodo), Murcia (71,7 %), Baleares (63 %) y Castilla La Mancha (58,1 %) presentan una evolución más favorable.

El papel de la hostelería en los contagios

Ante esta dinámica, y en un momento en el que la hostelería se siente “criminalizada” por parte de las autoridades, no son pocos quienes se preguntan qué relación existe entre el cierre de establecimientos y el descenso de la incidencia, que solo en el caso de Canarias se sitúa por debajo del “riesgo extremo” marcado por Sanidad.

Las cinco comunidades que más han bajado la curva en las últimas tres semanas tienen en común que su hostelería ha permanecido cerrada durante este periodo y que en el momento de adoptar las restricciones contaban con una incidencia superior al millar de casos.

El ejemplo de Madrid, el más utilizado por quienes defienden que la caída de la curva no está directamente relacionada con la actividad hostelera, indica que en la capital de España el descenso de la incidencia ha sido 20 puntos inferior a la riojana (en la Comunidad de Madrid, con los bares abiertos, la curva ha caído ‘solo’ un 37 por ciento). Pero también es cierto que la región que ha experimentado un menor descenso en este periodo (País Vasco, un 10,2 por ciento) ha tenido sus establecimientos cerrados hasta la polémica sentencia de su Tribunal Superior de Justicia.

En cualquier caso, lo que apunta la ciencia es que el riesgo de contraer el COVID-19 es cuatro veces superior entre las personas que frecuentan los bares que entre quienes no lo hacen. No tanto por que la mediana de contagios sea muy elevada (un estudio reciente apunta a cinco por cada infectado), sino porque en estos recintos pueden darse fenómenos de supercontagio con mayor asiduidad

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De las cuatro comunidades que lideran el descenso de la curva, cuatro (Extremadura, Murcia y Castilla La Mancha) ya han aprobado la reapertura parcial de la hostelería, mientras que Baleares trabaja en una hoja de ruta para rehabilitar al sector.

En La Rioja, el Ejecutivo regional decidió mantener hasta el próximo 23 de febrero las restricciones adoptadas hace tres semanas, si bien el Consejo de Gobierno valorará el próximo miércoles la posible relajación de las medidas. Para ello, tendrá en cuenta una evolución epidemiológica que se ha demostrado positiva hasta la fecha, pero ¿lo suficiente?

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