Ni el adelanto del toque de queda, ni la reducción del número de participantes en encuentros sociales, ni la reducción de la movilidad entre municipios. El cierre de bares ha sido “la medida que mayor impacto ha tenido en el control de la transmisión del COVID-19”.
Así lo ha valorado este Fernando Simón, quien ha admitido que esta ha sido una medida “impopular” en la lucha contra la pandemia, pero al mismo tiempo ha defendido su eficacia. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias ha explicado que “cualquier medida que se establezca para reducir la transmisión tendrá efecto”, sin ir más allá sobre la posibilidad de adoptar nuevas restricciones para frenar el impacto de la tercera ola. “Tenemos opciones para controlar la transmisión más allá del toque de queda”, ha dicho.
A juicio de Simón, España se encuentra próxima a alcanzar el pico máximo de la curva de contagios, si bien el país ha alcanzado este lunes su mayor incidencia acumulada desde el comienzo de la crisis, con casi 700 casos por cada cien mil habitantes. En cambio, ha advertido de que la presión asistencial no va a descender al mismo ritmo que los nuevos casos y de que en las próximas semanas se registrará un importante aumento en las muertes provocadas por el COVID-19.
