La Rioja

Sin la abuela en la cocina: la pandemia cambia las compras para Navidad

La pandemia cambia las compras para Navidad

Navidad, Navidad, rara Navidad… este año, las fiestas se plantean de otra forma. Diferentes. Incluso, para algunos, todavía inciertas. Y eso, en la cesta de la compra, también se nota. La duda va retrasando la preparación de los menús navideños. “¿Cuántos seremos? ¿En casa de quién?”. Las restricciones impiden las grandes reuniones y eso se traduce en menos encargos, menos cantidad y, por desgracia, menos elaboración.

“Nadie duda de que esta Navidad la cosa está mucho más floja. Es normal por la situación. Pero es que, además, se nota que de costumbre la que guisa es la madre o las abuelas y este año que no va a haber las típicas reuniones, los jóvenes son los que van a cocinar y lo hacen de otra forma. Hacen distintas comidas”, explica María Ángeles Collado, de Viveros Collado, en la Plaza de Abastos.

El cardo y las alcachofas que en anteriores ocasiones desaparecían rápidamente, este año se están vendiendo muy despacio. “Hay que tener en cuenta que estos productos los trabajaban las abuelas y la gente joven ahora no saben hacerlo y tampoco quieren aprender”.

“La apertura de la hostelería podría haber supuesto cierto respiro, pero no se ha notado casi nada. La gente, en general, sigue teniendo mucho miedo y compra al día pensando en un próximo brote o que en cualquier momento haya que volver a cerrar”. Y es que las cosas ya no son lo que eran y mucho menos la primera planta de la Plaza, donde las persianas bajadas y los negocios cerrados dejan paso a un bajo que cruza los dedos por seguir adelante. “Ahora en el 2021 se nos terminan los contratos y esperamos que el ayuntamiento los renueve. Si no, cuarenta familias nos quedaremos en la calle”. María Ángeles confía en el “tironcillo” de las vísperas, “aunque la falta de turismo aquí también se nota mucho”.

La pandemia no ayuda y el ‘modo Navidad’ parece que todavía no se ha activado. “Otros años, para estas fechas, estaba todo organizado y decidido, pero con las restricciones y tanto cambio la gente todavía no sabe qué va a hacer y eso se siente en la plaza”, cuenta Blanca Zorzano, de carnicería Blanca. Parece que desde el pasado viernes la afluencia va subiendo. “Los clientes gastan menos y en vez de llevarse medio cordero se llevan un brazuelo o una pierna. Incluso dicen que este año con un par de huevos fritos con chorizo lo harán. Es un día más al año y hay que pasarlo como buenamente se pueda”.

Blanca confiesa que los encargos están a un setenta por ciento respecto a las navidades pasadas, pero conoce bien las rutinas. “Este martes, en cuanto termine el sorteo de la lotería, empezará a venir la gente. El miércoles y el jueves, a última hora, vendrá la mayoría, porque la clientela no es de congelar el producto sino de llevárselo fresco. Ya que lo paga…”.

La preocupación por la pandemia no se va ni se reduce. “Nosotros tenemos clientela mayor y ya casi no salen de casa. La gente joven consume más en las grandes superficies tirando de envasados, empaquetados, vacío, bandejeo… No hacen la misma compra que hacían sus madres, quienes cocinaban platos más elaborados. Ahora se busca la comodidad y no la calidad y el servicio”.

Roberto Sáenz, de charcutería Ingrid, explica, con resignación, que estas fiestas se plantean un poco más bajas. “Lo sobrellevamos”. Detrás del mostrador se percibe el escenario provocado por la crisis sanitaria con detalle. “La cantidad que se lleva cada cliente ha descendido y más esta Navidad. Antes eran catorce personas alrededor de una mesa y compraban de más para que no faltara. Ahora te llevas lo justo”.

Al igual que sus compañeros, Roberto espera que los próximos días siga el movimiento. “La gente espera hasta el último día para llevarse todo fresco, en nuestro caso el embutido recién cortado”. Los alimentos tradicionales no pueden faltar en la mesa y el cordero, por muchas restricciones, reuniones menos concurridas y pandemias que haya, es sagrado. “Afortunadamente, esta última semana el flujo de personas ha crecido, algo de agradecer después de los meses que hemos pasado”, señala Luis, de la carnicería Luis G. Terroba.

Para este carnicero la esperanza es lo último que se pierde y, aunque este año la gente pide menos cantidad, los encargos siguen en pie. “Nosotros vamos a matar más o menos los mismos corderos que otras Navidades. Al estar la hostelería como está, en cuanto a aforos y algunos establecimientos cerrados, pensamos que vamos a seguir vendiendo bien”. Además, Luis confía en que la ‘mini’ apertura de fronteras del día 23 hará que gente de Álava y Navarra se acerque. “Eso puede alegrarnos el mercado y el consumo”.

Las ganas de trabajar no cesan. La ilusión por que todo recobre la normalidad hacen que la Plaza de Abastos abra sus puestos cada mañana para ofrecer los mejores productos de la tierra, pero los trabajadores del mercado también reconocen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Esta Navidad, la comida por encargo “se llevará la palma”.

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