Antonio Asencio ‘Ñoño’ (San Fernando, 10 de junio de 1987) se ha despedido este martes del Logroñés tras tres temporadas. Es la segunda baja conocida en el seno blanquirrojo -el club guarda silencio- tras la de Jaime Paredes (Sanse). El gaditano conectó desde el primer momento con la grada y su adiós es especial.
Por ello, el extremo zurdo ha escrito una sentida carta: “Llegué sin pensar que iba a sentir Logroño como mi casa, llegué sin pensar que iba a vivir todo lo que he vivido, que iba a encontrar la afición que he tenido y los amigos que me voy a llevar… son mi familia para toda la vida”.
“Sabía que venía para hacer algo grande, sabía que venía a Logroño para llevar al club a la categoría en la que como mínimo debería estar, ha costado, pero lo hemos logrado y me siento orgulloso de formar parte de ello”, continúa. Sobre su salida, expresa su pena de forma muy clara: “He derramado lágrimas con mi mujer como nunca, pues Logroño nos ha dado lo mejor de nuestra relación”. En lo deportivo, logró celebrar veintidós goles con los riojanos. Tuvo también varias tardes de gloria, como su doblete al Racing en la 2017/18.
Su carácter, sus bromas y su forma de ser dejarán huella en el vestuario y Ñoño recuerda todo lo que le ha dado La Rioja: “Me voy con una cuadrilla de amigos para siempre, casado con la mujer de mi vida y con la felicidad de que mi hijo ha vivido feliz y con la idea de volver a vivir en Logroño, en Lardero, con mi gente, con su gente. ¡Gracias Logroño, gracias Logroñés!”. Punto y seguido de un jugador único, en el campo y en su personalidad.
