La Rioja

La Laurel se despereza con tres nuevas aperturas en su ‘desescalada’

Las verjas comienzan a levantarse y los mostradores vuelven a llenarse de tapas y raciones. La Laurel comienza a despertar y, con ella, la ilusión de los hosteleros por reabrir sus negocios después de que la nada fuera protagonista en los últimos meses de una de las calles más bulliciosas del norte de España. Mientras tanto, la panorámica se compone de pocos bares abiertos, escasos transeúntes y un cartel de bienvenida del célebre Cachetero: “Estamos abiertos, La Laurel no se muere”.

“Es muy triste, por las tardes está muy vacío”, lamenta Carlos Martínez, propietario del restaurante Iruña. “Hace un par de noches tuve a cinco personas cenando, lo bueno fue que tuve tiempo que dedicar a mi bacalao al pil pil y un cliente me dijo que era el mejor que había probado en su vida”.

Las medidas de seguridad no son simplemente una exigencia sanitaria, sino una obsesión para los los embajadores de la gastronomía riojana: “Siempre procuro, al sentar a la gente, que se den la espalda aunque mantengan la distancia”. El aforo del restaurante, a día de hoy, es de treinta personas. “Somos los ciudadanos los que tenemos que tener cuidado. Yo ya pongo las medidas dentro del local, luego cada uno tiene que poner las suyas particulares y tenemos que concienciarnos de que hasta que haya una vacuna hay que ponerse la mascarilla”, expresa, llamando a la conciencia colectiva.

Restaurante Iruña afronta la nueva normalidad. / Foto: Nuria Pajares

Bares como el Páganos, la Universidad y Los Rotos se suman desde este jueves a los ‘altares del pincho’ abiertos en la ‘Senda de los elefantes. “Esperemos que la gente comience a quitarse el miedo y que, respetando las medidas, se vaya acercando”, pide Fernando Izquierdo, propietario de la Universidad.

“Llevamos tres meses parados, ya era hora, ya hemos rescatado del ERTE  a todos los empleados y volvemos al cien por cien”, asegura, detallando que “el aforo es de veinticinco personas, pero no lo vamos a llenar; ojalá tengamos problemas porque la gente no entra, esperemos que se vayan acercando”.

Pulpería la Universidad prepara su reapertura. /Foto: Nuria Pajares

“Estos locales son complicados por su aforo”, cuenta Jorge Pérez, de Los Rotos. “Tengo varias mesas, pero no creo que me quepan todas ni dentro ni fuera. Tiraré de metro hasta donde pueda, no queda otra”, explica mientras ultima la desinfección del local.  En cuanto a su oferta gastronómica, asegura que no han necesitado introducir grandes cambios, ya que su plato estrella, El Roto, “es un pintxo individual”.

Unos metros más allá el trabajo tampoco cesa, aunque las fechas de reapertura son distintas. En el Bar Jubera, sus propietarias auguran su vuelta para el 2 de julio, depende de cómo se desarrollen las obras de su fachada.

Los Rotos prepara su reapertura. /Foto: Nuria Pajares

La nueva normalidad en la ruta de pinchos

Distancia de seguridad, mascarilla hasta el momento en el que se sirve la comida, hidrogel, aforo al 75 por ciento de su capacidad o raciones individuales son algunos de los ingredientes que completan la receta de esta nueva normalidad. Desde La Taberna del Laurel, Conchi Rivera, asegura estar preparada desde la apertura, el pasado 8 de junio en turno de mañana. Esta semana han ampliado su horario a la tarde.

“Todo está muy tranquilo, pero se trabaja con mucha tensión, limpiando cada vez que se va a alguien, controlando el aforo…”, explica, lamentando la pequeña superficie de su local. “He modificado mucho la barra, he preparado muchos pinchos individuales y las raciones de bravas las preparo divididas en cuatro cazuelitas para procurar que la gente no comparta”.

La Taberna del Laurel afronta la nueva normalidad. /Foto: Nuria Pajares

Uno de los parroquianos de la Taberna del Laurel, Juan Carlos Calvo, propietario de la Panadería Tudanca, se une a la conversación al haber notado la bajada de sus clientes habituales: los propietarios de los bares de la  Calle Laurel. “He tenido que pedir un ICO, pero no he aplicado un  ERTE a ninguno de mis trabajadores”.

Desde el Bar Charly, ya abierto, los hermanos Froilán y José Mari Domínguez, expresan su incertidumbre sobre esta vuelta al trabajo, después de no haber cerrado La Laurel tanto tiempo en sus 72 años de vhistoria. “Por las mañanas sí que viene gente, pero por la tarde…”, se lamenta José Mari Dominguez.

Bar Charly afronta su reapertura en la nueva normalidad. /Foto: Nuria Pajares

Por fortuna, el destino predilecto de la gastronomía popular logroñesa gana cuerpo con la incorporación de sus negocios. Otros, lamentablemente, no volverán, pero la reapertura de las fronteras a partir del próximo domingo seguramente contribuya a poblar una calle que -con su vacío- ha propiciado una de las grandes fotografías del impacto de la pandemia.

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