Entrevista

Sara Alba: “No encontré el manual de COVID porque nadie lo tenía”

Sara Alba: “No encontré el manual de COVID porque nadie lo tenía”

Sara Alba ha vuelto esta semana a su despacho. En la calle Bretón de los Herreros, donde las terrazas intentan abrirse paso para dejar atrás el confinamiento, la consejera de Salud comienza a retomar sus rutinas. También atrás quedan los días de trabajo junto al Hospital San Pedro en una especie de “habitación de guerra” desde la que combatir la pandemia de COVID-19. Toca regresar e instalarse en la “nueva normalidad”.

– ¿Cómo se encuentra?

Llevamos desde finales de enero prácticamente centrados en este asunto. No monográficamente, porque hemos hecho más cosas además de atender la pandemia, pero ha sido muy intenso, difícil y duro. Ha requerido un esfuerzo importante y se nota el cansancio. Somos personas y nos ha cambiado el concepto del tiempo. Tenemos la sensación de que los tiempos han cambiado. La era pre-COVID y post-COVID. Cuando uno abre la carpeta y ve lo que había escrito antes de enero…

– ¿Cuántas horas ha dormido de media?

– No voy a contestar a eso por no preocupar a nadie, aunque son menos de las que serían saludables.

– ¿Ha tenido días libres?

– Ninguno.

– ¿Cómo se lleva esta situación a nivel familiar y personal?

– Uno tiene que estar a la altura de las circunstancias cuando la situación lo necesita. No me he parado mucho a pensar y he intentado centrarme en la operativa, en lo que había que hacer para no despistarme con otras cuestiones. Le he restado muchas horas a mi familia.

– ¿Y hemos superado la pandemia?

– Superaremos esta crisis cuando contemos con una vacuna eficiente que atienda a la totalidad de la población y sea efectiva para toda la población, que además se pueda distribuir de manera universal. Entonces podremos decir que ese capítulo se puede pasar. Mientras no llegue ese momento, hemos de tener toda la precaución porque el COVID-19 se ha quedado aquí y se sigue transmitiendo de persona a persona.

– ¿Hay miedo a un rebrote o una segunda oleada?

– No sé si la palabra es miedo o el concepto es prevención. La responsabilidad dice que el sistema tiene que estar totalmente preparado. Lo que hemos aprendido debe funcionar y hay que hacer todos los esfuerzos para evitar las cadenas de transmisión y contagios. Los expertos afirman que es probable en otoño una segunda ola, aunque de menor intensidad que la que hemos tenido ahora. Pero es todo una previsión y no hay datos ni elementos sustantivos que nos permitan confirmar esto. Lo importante es que el sistema esté desplegado y preparado.

– ¿Cómo nos hemos preparado para vencer al virus?

– Hay un plano individual en el que cada uno debe ser responsable y un plano colectivo en el que lo institucional también debe estar preparado. No se da el uno sin el otro. Han de darse simultáneamente y a la vez. La Consejería de Salud ha reforzado la Atención Primaria porque ha tenido, tiene y va a tener un papel protagonista, es el eje vertebrador del sistema. También se ha reforzado el sistema hospitalario y se ha organizado estableciendo los canales para atender no sólo el COVID. Las personas seguimos teniendo infartos o apendicitis.

Hemos intentando informar y formar a la población para que en el plano individual cada uno sepa responsablemente lo que ha de hacer. También hemos desplegado el plan de contingencia en el sistema: primaria y hospitalaria.

– ¿Qué hemos aprendido a nivel sanitario?

– Hay cosas que han venido para quedarse y se han roto estructuras muy estancas entre departamentos de especialidades. Hemos aprendido a colocar al paciente en el centro del sistema y que el resto gire en torno a lo que necesita esa persona. Esto es una maravillosa lección que ha funcionado bien y nos ha ayudado. Hemos aprendido que técnicas que hace unos meses nos parecían muy difíciles de implantar en nuestra comunidad, como puede ser la teleasistencia o que el médico llame proactivamente al paciente para hacer un seguimiento telefónico, tengan magníficos resultados. Hemos aprendido que el trabajo en equipo es imprescindible para que las grandes crisis se resuelvan de la mejor manera y que dejar lo mejor de nosotros mismos en cada cosa pequeñita que hagamos es la clave del éxito.

– ¿Cuál ha sido el peor momento de los últimos tres meses?

– Sin lugar a dudas, el número de fallecidos y afectados. Los primeros momentos con el desconocimiento y el volumen, que era ingente, eso fue lo peor. Ver los datos a primera hora, a media mañana… y ver que iban ascendiendo los gráficos de ingresos, enfermos, contagios, PCR positivas y fallecidos.

– ¿Qué hemos hecho mal?

– No nos hemos parado todavía a hacer una evaluación con detalle de los indicadores y con sustancia de los datos. La Consejería lo hará porque sólo las organizaciones inteligentes aprenden de sus fallos. Esta pandemia no era fácil de gestionar porque venía sin manual de instrucciones. No encontré el manual de COVID porque nadie lo tenía. Y no sólo afectaba a nuestro territorio sino que lo que pasaba en Vitoria, Miranda o Haro tenía un impacto directo en el resto de la población. Adoptar una medida correcta en un punto concreto del territorio ayuda o desayudaba al territorio vecino. ¿Qué podíamos haber hecho infinitamente mejor? Tener más información y haber tenido más datos contrastados de experiencias en otros países, aunque el virus no se ha comportado igual en China o en Italia que en España. Este es un asunto que a los epidemiólogos les preocupa mucho, el diferente comportamiento de la pandemia en función de los territorios y cómo ha afectado de manera diferente a distintas culturas. Habrá que estudiarlo con mucha ciencia y detalle.

– Seguro que la parte de la que más orgullosa se siente es del trabajo sanitario y el dejarse la piel, pero, ¿cuál ha sido a nivel operativo lo que mejor ha desempeñado La Rioja?

– La Rioja hizo tres cuestiones muy bien. La primera fue escuchar muy atentamente y hacer caso a las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud. Nos dijeron que el éxito en la primera parte de la pandemia era tener muy controlada a la población infectada y La Rioja hizo un número muy importante de PCR. Somos la comunidad que tiene al cien por cien de sus enfermos confirmados con PCR positiva.

La segunda fue tomar la decisión de cerrar físicamente los centros de salud, aunque no la atención. Protegimos al personal sin desatender la atención de los pacientes. Y la tercera fue darle la vuelta como a un calcetín al sistema hospitalario: doblar camas, preparar UCI, hacer un despliegue de contingencia al más alto nivel, meter un canal COVID de Urgencias, sacar las unidades móviles de detección para los test a la calle y llevarlos a los pueblos… pusimos la imaginación a trabajar y toda la operativa en el despliegue.

– ¿Por qué La Rioja ha sido capaz de hacer tantos test? ¿Es que somos muy pocos en la región? ¿Compramos los test muy pronto?

– Indudablemente, el número de población es importante para el manejo. Somos una comunidad lo suficientemente “abrazable” por pequeña y en número que nos permite hacer con más rapidez algunas cuestiones, aunque insisto en que es un tema de enfoque. Si tú tienes muy claro lo que tienes que hacer y cómo desplegar el operativo, le das al botón y lo despliegas. Nuestro tamaño nos ha ayudado, pero también la firmeza y tenerlo claro. Fuimos valientes a la hora de adoptarla e hicimos el despliegue hasta el final, no sólo dar la instrucción sino acompañarla hasta el final estando encima. Ha sido nuestro método.

Otro elemento es que el director de Área, Alberto Lafuente, un navarro y pamplonica de pro, venía en su experiencia profesional de trabajar en crisis humanitarias. Su manera de afrontar la atención nos ha ayudado mucho porque cuando tú has trabajado en el Tercer Mundo con muy pocos recursos y tomas decisiones de gran calado para un número importante de población tienes una visión de la estrategia muy operativa.

– ¿Y qué ha pasado en las residencias? ¿Llegaron tarde?

– Las residencias son el hogar de las personas mayores y su casa, donde pasan los últimos años de su vida, y agrupan a un número muy importante de personas con una alta fragilidad por su circunstancia vital y porque muchos de ellos son pluripatológicos. La fragilidad es la norma habitual en un centro de mayores y la situación era muy difícil. Había que blindarlas para intentar que no entrase el COVID-19. Cuando entraba, era prácticamente imposible pararlo. Y no sólo ha pasado en esta comunidad. Cuando recibimos los test, el mismo día los pusimos en práctica para residentes y trabajadores (porque no sólo son los residentes). No se puede hacer distancia social atendiendo a una persona de noventa años que está en la cama o que tiene un alto nivel de dependencia. Esto era muy difícil, casi una tormenta perfecta.

– ¿Ha habido descoordinación con Servicios Sociales?

– No creo que haya habido descoordinación. Cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Yo creo que se ha hecho de forma profesional y correcta. El grado de dificultad era altísimo, aunque también en esta comunidad ha habido un gran número de centros que no han tenido ningún caso. A veces, sólo vemos la botella medio vacía y no medio llena. Era muy difícil y ahora hemos de estudiar la nueva normalidad en los centros, cómo las familias pueden volver a atender, escuchar, acompañar y compartir con sus mayores.

– ¿En qué momento han visto la luz en la Consejería de Salud?

– Veremos la luz cuando esto haya terminado del todo, tengamos vacuna o fármaco y cuando podamos hablar de ello en pasado o muy pasado. Para nosotros, el pase a la ‘Fase 1’ fue una bocanada de aire fresco aunque éramos una de las comunidades donde se puso más difícil al principio y más cuesta arriba desde el minuto cero. Que el Ministerio aplaudiera el fuerte esfuerzo que se había hecho en La Rioja para llegar al cambio de fase fue esa bocanada de aire fresco para pensar que podíamos cambiar de fase y que lo hacíamos en unas magníficas condiciones con el resto de comunidades que lo hicieron. Fue un punto de inflexión como equipo para decir que había que seguir y que no se bajaba la guardia.

– ¿Cuál será su siguiente tarea?

– Seguir cumpliendo con nuestros compromisos. Hemos cambiado los miércoles de protesta y pancarta a los miércoles de acuerdo por consenso. El acuerdo de Atención Primaria ha sido firmado por unanimidad sindical. Seguimos trabajando porque no hemos parado: hemos ampliado el número de camas UCI, aprovechando que teníamos un déficit de camas por habitante que se puso en evidencia cuando fueron necesarias. Estamos en cumplir fielmente nuestro acuerdo de gobierno y en devolver a lo público lo que nunca tuvo que salir. Eso seguimos haciendo. Cumplir el programa y los acuerdos. A eso hemos venido.

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