Agricultura

Trabajadores en la espergura: “No importa la experiencia, pero sí la voluntad”

Fotos: Mario Mariño

Todo comenzó como una iniciativa particular “con muchas ganas” a la espera de poder solventar, “al menos para la gente cercana”, el problema de la falta de mano de obra en las labores agrícolas de la espergura. El resultado, sin embargo, sorprendió a su precursor, David Castro, de la empresa de asesoría y servicios agrarios Garañango, porque no solo ayudó a esos agricultores profesionales que demandaban trabajadores.

En concreto, cerca de 420 trabajadores temporales han logrado mantenerse ocupados entre viñas de los 569 que se registraron en la base de datos del formulario web. Sus circunstancias han sido diversas, pero sus motivos poco se han alejado del móvil económico. Estudiante de Cine en Madrid y con experiencia laboral en el sector de la producción audiovisual, Mario Mariño, vio en el campo una solución para poder seguir pagando sus estudios: “Siempre suelo trabajar en verano, pero este año nos han hecho acabar el módulo durante esos meses, así que tenía que buscar otra alternativa”.

Este riojano nunca ha descartado el campo como opción laboral, “la cuestión es no parar, estar en activo y ganar dinero como se pueda”, resalta, porque a él no se le “caen los anillos” por calzarse unas botas, enfundarse los guantes y recorrerse la viña. Su otro compañero de espergura es Iván Manuel, empleado en el sector de la hostelería que decidió dejar el ERTE en el que estaba para adentrarse en una nueva aventura para él: “No puedo estar parado y había que ayudar en la economía familiar”.

Aunque poco tiempo le queda para seguir “agachando el riñón”. Este miércoles regresa a su puesto de trabajo como encargado de una cafetería, aunque no descarta volver al campo para próximas campañas: “Ya lo he hablado con Mario. Estos días he estado a gusto, aunque sí que es cierto que las primeras jornadas me costó más por la falta de costumbre y las altas temperaturas que nos acompañaban”, reconoce. Lo importante, eso sí, es mantener el buen humor y eso a ellos parece que les sobra.


Ambos comparten vehículo desde hace casi diez días para desplazarse desde Logroño hasta las viñas de José Antonio Acevedo ubicadas en el término de Cenicero, cliente de Garañango y otros de los beneficiarios de su iniciativa. “La incertidumbre de cara a esta campaña era grande y David supo poner solución al problema antes que ninguna Administración”, apunta el agricultor. Junto a él, una treintena de profesionales del campo, unto con varias bodegas y cosecheros han logrado encontrar manos suficientes para sacar adelante la espergura.

Mientras que en temporadas anteriores Acevedo tiraba de la ayuda familiar u otros agricultores, este año se ha visto obligado a contratar mano de obra poco experimentada, aunque las sensaciones son buenas: “Entienden poco de campo, pero han trabajado muy bien desde el principio y lo que hace falta es eso, esfuerzo y voluntad”. El tiempo, además, ha corrido en su contra. “El crecimiento vegetativo se ha producido antes y más rápido, no tan progresivo como otros años, así que había que tomar una decisión con urgencia”, señala.

 

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