El Rioja

Natalia Olarte: “Hay que potenciar las manos que cuidan de los viñedos”

Una figura reconocida en el sector vitivinícola. Tanto por su papel en la innovación a pie de viña como por el estudio del público objetivo de las visitas a las bodegas como aspectos clave para desarrollar un enoturismo experiencial. Ahora ese esfuerzo ha sido reconocido con el premio al Mejor Expediente por su Trabajo Fin de Máster de Innovación Tecnológica en Industrias Vitivinícolas de la Universidad de La Rioja.

Natalia Olarte, directora de innovación en Bodegas Riojanas, gestiona desde hace tres años una base de datos que funciona como una red de alerta en tiempo real entre agricultores y técnicos para ofrecer un asesoramiento continuo y tomar así las decisiones oportunas en el tiempo y forma adecuados. Ella lo tiene claro, y así elogia a los agricultores en el día de San Isidro: “El campo es la base y el alma de los vinos, hay que potenciar mas que nunca las manos que cuidan nuestros viñedos”.

– En plena temporada de tratar las viñas frente a enfermedades como el mildiu, que ya registró sus primeras manchas la pasada semana, ¿qué estrategias propone para optimizar los recursos?

– Trabajamos en base al umbral de emergencia. Es decir, si una plaga puede hacer daño en el viñedo se trata con el mejor producto que exista en el mercado. Si el umbral de emergencia es bajito, la plaga no se trata. La idea es conservar la biodiversidad en el terreno, optimizando costes y buscando la calidad, aspectos por los que el viticultor quiere apostar sobre todo este año. Este año han aumentado los ciclos biológicos de las plagas, aunque la mayor presión la encontramos con el mildiu y el oídio, pero están apareciendo también otras enfermedades más tardías que no se apreciaban los meses de verano. También otras plagas poco características de la región, como las cochinillas, u otras típicas de aquí pero menos agresivas y que ahora se están haciendo notar, como la arenosis.

– Más allá de estas condiciones meteorológicas que suponen un caldo de cultivo para la proliferación de enfermedades, ¿cuál es la máxima preocupación que rodea a los viticultores a día de hoy?

– Ahora lo importante es sacar la cosecha adelante y por eso nosotros hemos contactado personalmente con cada proveedor de la bodega para asegurarles que vamos a recogerles las uvas. Un agricultor no es para un año. Es para siempre. Y más cuando tiene un perfil de vinos que se diseñan en el campo. Se trata de crear un trabajo de confianza mutua porque los necesitamos y vamos a trabajar con ellos para que tengan las mejores condiciones. Otra cosa es que luego podamos negociar ciertas pautas para flexibilizar un poco la tarea tanto en la bodega como en el campo. Las bodegas también podemos poner otras medidas que puedan paliar el exceso de producción como el envío a destilación o lo que el Consejo Regulador haga oficial.

– ¿Y cómo responden ellos, los agricultores?

– Han sabido adaptarse a esta red de contacto, en muchos casos aprovechándola para ayudarse unos a otros en la realización de tareas agrarias, como una especie de trueque. Saben que nuestra asesoría siempre va enfocada a una estrategia fitosanitaria mas sostenible basada en el monitoreo del campo. Reciben información climática para adelantarse a futuras tormentas o cambios de temperatura, así como recomendaciones de cómo mantener los equipos de pulverizacion, y cualquier información relevante que garantice las medidas de seguridad e higiene. Tienen todo a mano y nos centramos en trabajar la seguridad emocional ante la avalancha de noticias, porque el agricultor es el primer eslabón de una gran cadena.

– Su trabajo y esfuerzo están ahí, pero un premio lo pone todavía más en valor.

–  Sí, porque gusta que te reconozcan todo lo que has alcanzado. Para mí, el mayor premio es que me llame un agricultor a ver si puede innovar en enoturismo, mejorar en otros procesos o ser más eficiente en materia de calidad o costes. Al fin y al cabo, innovar es crear, romper, una forma de poner a la innovación como nueva herramienta que hasta ahora sonaba poco y parecía que solo unos pocos apostábamos por ella para ser más competitivos en el mercado. Esta pandemia, sin embargo, ha dejado claro que la innovación es imprescindible en factores como metodologías ágiles, digitalización del negocio y el abastecimiento continuo a clientes.

– ¿Qué le falta a Rioja para llegar a ofrecer ese enoturismo experiencial?

– Lo primero es conocer muy bien el perfil de nuestros enoturistas, objetivizarlos, saber qué buscan cuando llegan a la bodega. Hay que dar soluciones a las experiencias que buscan y estas no tiene por qué ser dentro del propio recinto. Sabemos hacer enoturismo, pero todavía no hemos creado el enoturismo emocional. Esta herramienta, además, genera economía circular, pone en valor el paisaje de la zona, su territorio y cultura porque hay intercambio de impresiones. Si somos capaces de ofrecer a cada enoturista lo que busca, hablarán de nuestra región, de nuestras bodegas. Ahora más que nunca se van a buscar espacios más pequeños, al aire libre, y en eso La Rioja tiene mucho que ofrecer y el mundo del vino, más. Hay que ofrecer seguridad a la vez que conseguimos experiencias emocionales, una buena propuesta para realzar también la economía de los pueblos pequeños después de la pandemia.

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