Crisis del Coronavirus

Los primeros test del COVID-19 llegan a la cárcel de Logroño

Todo comenzó con la suspensión de los permisos, de las visitas familiares -ni siquiera a través de mamparas de protección- y, por supuesto, el cese de los vis a vis. Eso sí, los presos de la cárcel de Logroño podrían disponer de quince llamadas telefónicas a la semana, en lugar de las diez autorizadas antes de la irrupción de la pandemia.

La crisis sanitaria del COVID-19 trastocaba así la rutina y la organización de la institución penitenciaria, tanto para los internos como para los profesionales que trabajan diariamente en la prisión. Los nervios se apoderaban de los presos hasta el punto de incendiar intencionadamente una celda o registrarse, incluso, algún suicidio en sus instalacione este lunes.

Las familias de los internos critican la falta de gestión y organización dentro de la institución, alegando que “en el módulo 4 están mezclando a los presos sanos con los que llegan detenidos por saltarse el confinamiento, sin saber si están infectados o no”. Además, “los médicos ni se acercan a ellos por miedo al contagio, atendiéndoles a metros de distancia sin hacerles pruebas ni nada”.

Los primeros test llegan a la cárcel

Este mismo martes, tal y como ha confirmado Teo Lera, delegado de prisiones de CCOO, “han empezado a realizarse los primeros test a los internos y a los trabajadores nos están citando por teléfono para que vayamos al CIBIR”.

Tanto CCOO como UGT, representado este último por Juan Pablo Pérez, coinciden en que desde Instituciones Penitenciarias “han tardado bastante en tomar las medidas necesarias de protección”, y aun así, algunas las siguen considerando como insuficientes. Las mascarillas, por ejemplo, “no son de mucha calidad, así que tenemos que compaginarlas con pantallas de protección que se nos han facilitado, gracias a la intermediación de un compañero de la prisión, el grupo CoronavirusMaker”, señala Teo.

Los representantes sindicales coinciden en que las “cosas desde fuera se ven distintas y no entendemos la agitación de las familias”. Lera deja muy claro que el módulo 4 está dividido en dos galerías: una para los internos que llegan de la calle por haber sido detenidos tras saltarse el confinamiento y otro donde están el resto de los presos: “No tienen contacto para nada, porque los que llegan están totalmente confinados”.

Además, el delegado de Comisiones Obreras explica que “personalmente he ido varias veces con mi EPI a acompañar a la doctora y hemos tomado la temperatura, auscultado a los pacientes y preguntado cómo se encuentran. En ese sentido no se pueden quejar los internos”.

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