Si en algo ponen énfasis los epidemiólogos respecto a la alerta sanitaria provocada por el coronavirus es en la recomendación de contemplar los datos con perspectiva temporal. Los efectos de las medidas que se adoptan para contener la pandemia no tienen un impacto inmediato, ya que transcurren dos semanas desde que un individuo toma contacto con el virus y manifiesta sus síntomas.
Este sábado, con la entrada en vigor de la ‘Fase 0’ de la “desescalada” y la notable presencia de deportistas en las calles, no han faltado las voces de alarma que auguran una nueva ola de contagios. Será el tiempo el que determine si están o no en lo cierto, pero por el momento toca esperar.
Sí se pueden sacar conclusiones respecto a una situación ocurrida hace ahora casi un mes y que despertó augurios similares. Ocurrió el 13 de abril, cuando finalizó la fase más estricta del confinamiento y regresaron a sus puestos los trabajadores de los sectores catalogados como ‘no esenciales’. Los más pesimistas advirtieron entonces que todo se iría al traste por el incremento de contagios respecto a las dos semanas de encierro casi absoluto, pero los datos demuestran que ese vaticinio no se ha cumplido.
En las dos semanas que los trabajadores ‘no esenciales’ tuvieron que quedarse en casa, en La Rioja se diagnosticaron 1.729 casos positivos por COVID-19, lo que arroja una media de 115,3 positivos diarios. En cambio, tomando la referencia del 27 de abril en adelante (dos semanas después del retorno de los ‘no esenciales’), se han registrado en la comunidad 86 positivos, esto es, una media de 14,3 al día. En términos relativos, el número de contagios ha descendido un 86,7 por ciento respecto al confinamiento más estricto.
Respecto a la mortalidad también se aprecia un notable descenso en las fechas indicadas. Durante la fase más severa del confinamiento se registraron en La Rioja 155 defunciones por coronavirus (10,3 al día), unos datos que descienden a partir del 27 de abril hasta los 19 fallecimientos (3,2 al día).
