Crisis del Coronavirus

Cocinados Gran Vía, sobreviviendo con el 25 por ciento de la facturación

Tras más de veinte años dedicados a la venta de comida para llevar, Manuel Pinillos se resiste a permitir que este virus eche por tierra todo el esfuerzo realizado hasta ahora en un negocio familiar donde su mujer e hija toman parte. Su facturación está al 25 por ciento, tiene dieciséis empleados contratados entre los tres locales sin posibilidad de acogerse a un ERTE y solo espera poder pagar las nóminas y las rentas. “Pero si esta situación se prolonga por más tiempo me será imposible y tendré que enviar a algunos trabajadores al paro o bien cerrar”, lamenta.

Cocinados Gran Vía, reconocido en la capital riojana por su especialidad en las tortillas, se mantiene durante estas semanas de confinamiento atendiendo pedidos a domicilio tan solo para sanitarios, personas dependientes o de avanzada edad. “El aburrimiento que siente la gente encerrada en casa les ha convertido en cocinillas y hasta saben hacer pasteles. Antes, en cambio, era una gloria porque la gente encargaba paellas para diez o quince personas, asados, meriendas. Ahora la gente tampoco puede juntarse y todo esto ha desaparecido”, apunta su gerente.

El miedo al contagio también ha estado presente en la familia Pinillos, sobre todo durante las primeras semanas de marzo cuando uno de sus miembros tuvo que desplazarse a Haro a entregar un pedido al personal sanitario: “Por aquel entonces no disponíamos del material de protección necesario como mascarillas para atender de forma adecuada en dichas situaciones. Lo que mas hemos temido siempre es el riesgo a poder contagiarnos, pero el servicio a nuestros clientes no iba a cesar porque sobrevivimos gracias a ellos”.

Sin embargo, las perspectivas no son buenas porque este negocio se ve obligado a afrontar una situación de crisis económica generada por la epidemia del Covid-19 “sin ayudas”: “Si fuéramos una cafetería, por ejemplo, respecto a lo económico estaríamos mucho mejor porque así podría cerrar y acogerme a un ERTE, les pagan a mis obreros y me quito de problemas. Pero de esta forma me expongo a muchísimas pérdidas”.

Pinillos asegura que ya le han ofrecido prórrogas en el pago de impuestos, “pero eso no son ayudas porque el recibo se va a acumular y se tendrá que pagar tarde o temprano, y además con intereses”. Una “ayuda” para él sería saber que no va a tener que pagar la seguridad social de sus empleados, por ejemplo, o que le acepten la reducción de jornada para uno de sus locales. “Lo que nos ofrecen ahora no es nada. Yo solo espero poder mantener a los trabajadores conmigo porque algunos llevan muchos años conmigo y echarles a la calle sería lo último, así que espero que todo esto remonte aunque tenga que perder algo más”, recalca.

Subir