Agricultura

Mari Carmen González, una generación de profundas raíces por la huerta riojana

Mari Carmen en su huerta de la carretera Mendavia

Como decía su madre, “esta niña ha nacido con el cuchillo en la mano limpiando borraja”. Toda una vida dedicada al campo, a la hortaliza, y a Mari Carmen González aún le sobran ganas de seguir con el negocio familiar que sus abuelos iniciaron con una pequeña huerta en lo que ahora es el Parque de la Ribera y la Plaza de Toros de Logroño. Sin embargo, si ya antes el futuro de la huerta riojana pendía de un hilo, la epidemia y el consecuente confinamiento también han traído pérdidas a este sector.

La situación la vive en primera persona esta agricultora que mantiene 22 fanegas de cultivos hortícolas (doce de las cuales en propiedad) en la zona que se conoce como el ‘Recajillo’. Desde 1992, en frente de Recajo pero al otro lado del Ebro, en la carretera Mendavia, los hermanos González cultivan todo tipo de hortalizas durante todo el año gracias a los invernaderos. Aunque su comercialización se ha centrado siempre en el Mercado de Abastos y Merca Rioja, ahora los canales de venta han sufrido cierta “reorganización”.

“Todos los puestos del Mercado nos hemos reagrupado en cierta manera para atender los pedidos a domicilio de nuestros mismos clientes de forma conjunta para evitar desplazamientos masivos, así solo se mueve uno cada vez”, explica. Esta es una forma de venta directa bastante extendida, sobre todo para atender a clientes de edades avanzadas que temen más salir a la calle, y que está salvando económicamente a este tipo de negocios.

“Sí que es cierto que durante las primeras semanas se notó una drástica caída en las ventas, pero ya comenzamos a recuperar porque la gente está más concienciada de que los productos que se venden en los comercios de barrio han sufrido una menor manipulación que tal vez los que se pueden adquirir en las grandes superficies”, considera González. Aunque el ritmo de compra haya variado, “el negocio se mantiene en gran parte gracias a los pedidos a domicilio, porque los clientes de los pueblos y los restaurantes los hemos perdido”.

Respecto al devenir de la huerta riojana, González es tajante: “Creo que con mi generación la agricultura de hortalizas va a desaparecer prácticamente en La Rioja”. Y lo cierto es que su único hijo ya le vaticina que el negocio familiar dejará de serlo un día: “No quiere saber nada del campo y así lo que acabará pasando es que nuestro consumo se limitará a productos de fuera porque nadie querrá trabajar en la tierra”.

Una falta de relevo generacional extendida a todo el sector agrario que se suma a la competencia exterior y de supermercados en materia de precios. Mientras, ella y su hermano siguen a pie de surco porque, como otros muchos más profesionales, son trabajadores ‘esenciales’ para llenar las despensas, aunque “habrá que ver cuánto dura esta tendencia de comprar productos de proximidad porque lo cierto es que los jóvenes de ahora no buscan tanto esa calidad”.

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