Crisis del Coronavirus

El coronavirus duplica los registros de mortalidad en La Rioja

Es la cara más cruda del coronavirus. Desde que el pasado 1 de marzo se identificase al primer contagiado por COVID-19 en la comunidad, 234 personas han fallecido como consecuencia del virus. Once de ellas, en las últimas 24 horas.

Entre las defunciones ocasionadas por el virus, el colectivo más afectado es el de los residentes en centros de personas mayores (con más de la mitad de ellas), pero entre las víctimas mortales en la comunidad se encuentran, en menor rango, personas de mediana edad. Que la epidemia ha elevado la mortalidad en la región es algo perfectamente entendible por todos, pero ¿en qué proporción?

El Centro Nacional de Epidemiología cuenta con una herramienta para determinarlo: el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria, conocido como ‘MoMo’. En él se utiliza la información relativa a las defunciones por todas las causas que proporcionan diariamente los registros civiles informatizados del Ministerio de Justicia.

¿Cómo funciona? El sistema ‘MoMo’ conpara a diario la mortalidad estimada en cada comunidad autónoma (el promedio de personas que fallecen cada día en esos territorios) y el número de fallecimientos registrados en un momento puntual (suele emplearse para valorar el impacto de, por ejemplo, una ola de calor).

El último informe de este servicio compara la mortalidad durante la epidemia de coronavirus con la ‘habitual’ en cada una de las comunidades y sus resultados en La Rioja no pueden ser más elocuentes: el número de fallecidos por todas las causas entre el 20 de marzo y el 10 de abril (286 personas) es un 91,3 por ciento superior al esperado (150) en esas mismas fechas. Dicho de otro modo, el coronavirus ha duplicado la mortalidad en la comunidad durante ese periodo, con un exceso de 136 defunciones.

Poniendo en paralelo estos registros con los datos nacionales, la principal conclusión es que el coronavirus ha tenido en La Rioja mayor incidencia sobre la mortalidad que en el resto del país, donde el incremento medio ha sido de ‘solo’ el 62 por ciento (casi treinta puntos menos que en nuestra región).

El desglose de los datos facilitados por los registros civiles revela que, en cuanto a género, los hombres han acusado especialmente la virulencia del COVID-19, con un incremento en la mortalidad del 137,6 por ciento (frente al 98,4 por ciento registrado en mujeres).

Respecto a la distribución por grupos de edad, el mayor incremento en la mortalidad (del 96,4 por ciento) se ha registrado entre las personas mayores de 74 años; seguido por el de los menores de 65 años (77,1 por ciento) y las personas de entre 65 y 74 años (72,1 por ciento).

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