Crisis del Coronavirus

Uniforme, mascarilla y mucha paciencia: de patrulla en tiempos de cuarentena

Los vemos patrullar desde nuestras ventanas, creemos que no están cuando vemos que la gente va de dos en dos por la calle, nos parece que no ven a quienes realizan paseos interminables con sus mascotas. Pero están ahí. Son conscientes de que se trata de un momento histórico y quieren estar a la altura de las circunstancias. Y vaya si lo están.

Salimos de patrulla este miércoles con el jefe y el subjefe de la Policía Local de Calahorra. Les mostramos a ellos, pero la misma labor la realizan todos los que componen el cuerpo en la capital riojabajeña. Ellos son los que están dejándose la piel para que los que aún no están concienciados se den cuenta de que esto va en serio. Su labor quizás ahora sea una de las más importantes fuera de los hospitales. “La mayoría de la gente está cumpliendo las medidas, pero es verdad que hay otros que no; el problema es que algunos lo ven como una prohibición de no salir de casa y no como una alerta sanitaria”, afirma Jorge Vega, Jefe de policía de Calahorra. Él es tajante: “Cuanto más tiempo estás en la calle más expuesto estás a coger la enfermedad y más expones a los que están en casa”.

Nos acercamos con ellos hasta uno de los supermercados de la ciudad. Una señora hace gestos para que el coche de policía se acerque. “He comprado más de lo que pensaba ¿puede venir mi novio a buscarme y yo me subo andando?”. Los policías le explican con una paciencia absoluta que lo hagan así, pero que la próxima vez sea el novio el que vaya a comprar. En los supermercados se está controlando la entrada de población. “Solo se puede comprar de uno en uno; si alguien no puede, que busque a alguien que pueda hacerlo, porque está totalmente prohibido ir de dos en dos”, recuerda.

Nuestro siguiente recorrido es por el casco antiguo. Enfilamos la calle Santiago. Al fondo, tres jóvenes en bicicleta. En cuanto ven el coche salen pitando. “Alguna patrulla cerca de Sol”, comunican. “Hay tres menores en bicicleta, que la patrulla más cercana disponga a su identificación”, prosiguen. “La mayoría de la gente a la que estamos parando son o muy jóvenes o muy mayores, parece que la cosa no va con alguno de ellos”, sigue explicando el agente Vega. Bajamos hacia la catedral. “¿Señor nos puede decir adónde va?”. El señor les indica que ha bajado de Autol a hacer unos trámites y ahora llega su autobús. “Quédese en la estación esperando y deje de pasear”, le dicen.

Quizás el parque del Cidacos sea una de las zonas más conflictivas, muchos piensan que hay permiso para pasear allí solo. “No lo hay, no se puede pasear, no nos valen ‘que el médico me lo ha recomendado’; una persona mayor está más en riesgo ahora por salir  un poco a pasear por la calle que por no salir”, subraya Vega. Sentados en un banco hay dos personas mayores: una viene de un huerto, el otro ha dado un paseo. “Señor pero ¿usted no sabe que no se puede salir de casa?”, le pregunta el policía. “Yo es que no veo la tele”, dice el señor mayor. Los identifican a los dos, que serán multados en el caso de volver a ser sorprendidos por la calle. “A los huertos de uno en uno, en coche y no todos los días”, aclaran. Otro viene de un poco más allá. “Y usted ¿de dónde viene?”. Asegura de vuelve de ver cómo va su finca de espárragos, tiene la documentación de ser agricultor y los papeles de la finca. Perfecto.

El paseo de la Valvanera es otro punto donde suele transitar mucha gente. Da casi vértigo ver lo larga que es y lo vacía que está. Apenas una decenas de personas en todo el paseo. Uno viene de hacer la compra. Otro pasea a su perro. Vive justo en el edificio de enfrente, le explica a la policía. Otro ha ido a sacar dinero, asegura, con el comprobante en la mano. Poco más se ve en todo el recorrido. Uno de ellos pasea a su perro lejos de su casa. Anotan su nombre, que se incorporará a una base de datos para castigar la reincidencia. Aquellos que no respeten la cuarentena recibirán sanciones que van desde los 300 euros hasta… “pues depende, porque si encima hay desacato a la autoridad pueden ser tipificados como delitos penales”, nos explican.

“Los vecinos están ayudando mucho, nos mandan vídeos, nos alertan de gente paseando”, explican los agentes. Somos conscientes de ello. Mientras esperábamos la llegada de la patrulla un vecino ha dado aviso de que alguien con una cámara de fotos estaba en la calle. En tres minutos una patrulla de la Guardia Civil se presentaba en el lugar indicado para pedirnos la documentación. Bien hecho por el vecino y bien hecho por la Guardia Civil.

Nos lo piden concienzudamente: “Sed nuestro altavoz, explicadle a la gente que estamos haciendo todo lo que podemos y repetid una y otra vez que no se puede salir de casa”. Pongámosle el trabajo un poco más fácil. Los que siempre cumplen las leyes tienen que dar ejemplo. “Porque además los delitos de otro tipo no cesan y es mucho más fácil si la población en general sigue lo que manda el decreto. Cuanto antes nos demos cuenta, antes saldremos de esta”, repiten una y otra vez.

Son hombres y mujeres que están al pie del cañón, que están haciendo todo lo posible para que el resto estemos seguros. Son personas que en muchos casos no están viendo estos días a su familia para no ponerlos en riesgo. Son siempre nuestros ángeles custodios, pero ahora lo son más que nunca.

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