La Rioja

ETA mató a su padre: “Hemos estado mucho tiempo callados y la historia se tiene que saber”

25 de febrero de 1992. Koldo se encontraba haciendo el servicio militar en Cádiz, en San Fernando, en la Marina. “Hacía unas horas había hablado por teléfono con mi padre”. El día transcurría con normalidad hasta que volvió a sonar el teléfono. Una llamada que solicitaba que Koldo se personara en el Cuerpo de Guardia. “Ha habido un atentado. Está todo preparado para que viajes a Bilbao”.

Fueron catorce horas caóticas. Por aquel entonces las infraestructuras y carreteras no eran las de ahora y tampoco los medios de comunicación. “Fue un viaje muy duro. Un viaje en el que mi cabeza daba vueltas sin saber realmente lo que había pasado”. Al llegar a Bilbao, Koldo sabía que solo había dos opciones: “Si me decían que estaba en Basurto mi padre estaba vivo. Si me decían que tenía que ir a la Delegación del Gobierno, lo habían asesinado”. Y desgraciadamente fue la segunda.

Tras reconocer el cuerpo y reunirse con su familia en Algorta, Koldo enterró a su padre, de profesión guardia civil, en la localidad riojana de El Redal, municipio donde nació. “En ese momento se acabó la historia de Pepe”.

Dos tiros acabaron con la vida de José. Dos tiros de sinrazón, de matar por matar, sin justificación. El padre de Koldo siempre iba al trabajo en coche camuflado, pero aquel 25 de febrero salió antes del trabajo y cogió el tren para “reunirse con mi novia, hoy mi mujer. El comando Vizcaya, con Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias ‘Gadafi’, Javier Martínez Izaguirre, José Manuel Pérez de Nanclares, y Ana Isabel, ese día tenía que cometer un atentado y se situaron en la plaza Villamonte a la espera de que pasara un guardia civil o un policía nacional. Les servía cualquiera. Mi padre aquel día cambió su rutina, adelantó su horario y cogió el tren, con tan mala fortuna que en la estación de Erandio se subió la mujer de Nanclares y como el comando vivía enfrente del cuartel donde vivíamos, conocían a mi padre porque lo veían entrar y salir todos los días. Así que cuando salió de la estación la mujer se cruzó delante de él y lo marcó, es decir, hizo un gesto. ‘Gadafi’ vio la señal y disparó. Ni siquiera sabia quién era, pero lo mató. Aquel día truncaron todas las ideas de futuro de mi padre, de su mujer y su familia, y todo porque sí”.

“La historia se tiene que saber”

Koldo participa con su historia en el proyecto ‘Testimonio directo de las víctimas del terrorismo en centros docentes’, una iniciativa impulsada por los Ministerios del Interior y Educación y Formación profesional, con la colaboración de las Fundaciones de Víctimas del Terrorismo y Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, en la que alumnos de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato conocen de primera mano los testimonios de varias víctimas de ETA.

“Mi misión es que sepan la verdad. Que vean lo que ha pasado en España. La historia se tiene que saber, siempre desde la memoria, la verdad, la dignidad y la justicia”. Koldo confiesa que cada vez que se pone enfrente de los jóvenes se desnuda emocionalmente, contando cosas que, hasta ahora, solo conocía su entorno. “Lo hacemos en los colegios e institutos porque es necesario. Este relato se tiene que contar porque hemos estado mucho tiempo callados. El terrorismo de ETA ha sido cosa de todos, es historia del país, aunque el punto de inflexión fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Ahí la sociedad sintió el pinchazo y reaccionó”.

Muchos de los alumnos que reciben estas charlas no están familiarizados con el terrorismo llevado a cabo por ETA durante muchos años en su propio país, por lo que “tienen que saber que ETA no es solo una organización terrorista, sino un movimiento que te quita y se lleva muchas cosas en la vida. Cuando conocen el relato es impresionante ver sus caras y, sobre todo, ver todas las curiosidades que se despiertan en ellos”.

Koldo señala que los jóvenes le hacen preguntas sobre el perdón, la pena de muerte, detalles de la investigación… “Muchos me preguntan qué haría si me encontrara cara a cara con los asesinos de mi padre, si he visto alguna vez a un terrorista, o si he usado mi arma. Adecúo mi relato a su lenguaje, no busco ni mucho menos dramatizar o crearles un trauma. Solo cuento mi experiencia y ellos la reciben con expectación y cariño. En muchas ocasiones las emociones están a flor de piel”.

Además, el protagonista de esta historia cuenta cómo, tras el atentado, decidió presentarse a las pruebas de Guardia Civil. “Tomé esa decisión porque quería hacer un homenaje a mi padre y para demostrar a los asesinos que le habían matado, sí, pero que ahí tenían a su hijo, para ocupar el lugar de mi padre y trabajar como lo hacía él. Siempre desde la justicia, nunca desde la venganza”.

Su primer destino fue en el centro penitenciario de Nanclares de la Oca, y ahí “me encontré con muchos terroristas. Con ese trabajo demostré, y lo sigo haciendo, que soy y seré un guardia civil ejemplar. La diferencia entre un terrorista y cualquier otra persona es que nosotros no somos asesinos, y trabajamos por buscarlos, detenerlos y entregarlos a la justicia. Ella se encargará de que paguen”.

A través de este programa Koldo quiere trasmitir a los escolares que “a mí el terrorismo me dio una dura lección, pero aprendí que aunque se tenga un problema, del calibre que sea, no hay que dejar de luchar. Siempre se puede solucionar, buscar ayuda y salir adelante. Nunca hay que abandonar. Hay que luchar por nuestras ilusiones. Yo lo hice y aquí estoy”.

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