La Rioja

Isabel Ochoa: “La ganadería no es cosa de hombres, es para quien sepa llevarla”

Fotos: Amaya Garrido

“Se podría decir que soy ganadera desde que nací”. Isabel Ochoa fue la única de tres hermanas que quiso mantener la herencia ovina y caprina familiar asentada en Préjano, e incluso aumentarla. Cuando su padre se jubiló en 1986 y dejó 500 cabezas, ella triplicó el número tras diez años de “duro trabajo”, asegura, aunque contaba con la ayuda de otro pastor. Ahora, sin embargo, todo ha decaído “porque la ganadería no cuenta con el apoyo necesario para subsistir”.

A principios de este año, Ochoa tenía registradas cerca de 400 cabras, pero hace ya unas semanas quitó más de la mitad quedándose con 150. “Sin ayuda es difícil desurdirse bien con tantos animales porque yo me encargo de su cuidado, de la elaboración de los quesos, la comercialización y distribución por los pueblos limítrofes y Logroño…”. Un esfuerzo que cada vez le hace plantearse más la viabilidad de la explotación porque, como es ya común en el sector, pocos profesionales cuentan con relevo generacional: “De mis tres hijos, ninguno de ellos se acerca por la granja”.

Uno de los proyectos que le hizo recuperar la tradición de su madre fue la apertura de la quesería La Cilla en 2015 de la mano de Fademur Rioja (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales) y gracias a un plan de mejora que pidió a la Consejería de Agricultura. Sin embargo, esta ganadera asegura que la rentabilidad del sector viene, “únicamente”, de las ayudas de la PAC: “Siempre se ha vivido de esto y la gente no se moría de hambre, pero ahora en la sierra se vive de las ayudas de la PAC porque sin ellas no se puede caminar, y aún así el número de los rebaños sigue bajando vertiginosamente”.

Su trayectoria profesional, asegura, “no ha sido nada fácil estando sola en un pueblo tan pequeño, donde nunca se ha visto bien que una mujer dirija una explotación y más cuando la ganadería estaba tan mal vista socialmente y la gente huía de estos pueblos en busca de otros tipos de trabajos. Ser pastor era lo último”. Pero lo cierto es que, con apoyo o no, Ochoa nunca se ha vendido al “conservadurismo rural” y ha hecho como mujer lo que hacían los hombres, “con menos facilidades pero siempre hacia delante”.

Aunque su desarrollo en el medio rural no haya sido del todo satisfactorio, desmiente esa creencia de que el ganado sea “cosa solo de hombres”: “Es un trabajo para quien sepa llevarlo y pueda hacerlo, porque tenemos manos, pies y cabeza para hacer las mismas cosas”. Pero este espíritu aboca a desaparecer porque cada vez el rebaño le “viene más grande”, y con su adiós, una actividad profesional menos abrirá esperanzas en el medio rural.

Subir