La Rioja

La aventura de Jorge Garrido: sesenta cabezas de ganado en ‘La Solana’

El joven ganadero gestiona desde hace casi cuatro años una explotación en Treguajantes

Camero Viejo arriba, más allá de la aldea de Treguajantes, en tierra de trashumancia, en el monte que llaman ‘La Solana’. Un nuevo ganadero se resiste a contribuir a la desaparición de la principal actividad económica de la sierra. Comenzó hace casi cuatro años con unas sesenta cabezas de ganado, sin precedentes familiares pero con un objetivo claro: quedarse en el pueblo y en compañía de los animales. A sus 26 años, y tras haber trabajado también en el sector industrial, Jorge Garrido elige naturaleza, elige vacas y serranía, elige su pueblo, Soto en Cameros, y elige vivir con mayor libertad.

– Comenzó desde cero, sin vacas ni pabellón. ¿Cómo decidió lanzarse al monte?

– Desde cero, sí, pero con muchas ganas. Tras tres años como peón con otro ganadero, me entró el gusanillo. Además, el mercado laboral no auguraba buenos pronósticos y vi en la ganadería una buena solución porque siempre me han gustado los animales y este estilo de vida. Además, pude aprovechar que mi padre es de aquí para que me alquilase unas piezas y poner la cuadra porque la inversión es muy grande. Todavía me mantengo en esa fase de meter y meter dinero, algo que asusta al principio porque desconoces cuál va a ser la ganancia.

– ¿Cuánto cuesta rentabilizar una explotación así?

– Hay que tener claro que es algo a largo plazo. Al principio todo son gastos. Tienes muchos planes y haces cuentas, aunque muchas cosas se quedan en cuentos –ríe–. Pero, fácilmente, hasta los cinco o seis años no consigues rentabilizar la explotación porque una novilla puede tardar en parir unos tres años, mientras que en los rebaños, una oveja en un año ya te ha parido. Poco a poco ya lo empiezo a ver mejor. Aunque siga invirtiendo, ya comienzo a ver sus frutos. Con ochenta vacas y unas veinte o treinta novillas mi idea es llegar a las cien vacas.

– Existen subvenciones para jóvenes ganaderos, pero la realidad es que pocos se acogen a ellas porque la sierra cada vez está más hueca. 

– Ahora con la nueva PAC seguramente se reduzcan las ayudas, pero con nosotros, los jóvenes, se portan bien porque sino se portasen te digo yo que nadie sube aquí ni se anima a entrar en el sector ganadero. Aquí en Cameros somos unos cuantos los que no nos hemos desligado de los animales. Mi primo de Soto lleva un rebaño de ovejas, mientras que en San Román de Cameros hay otros dos chavales más. En principio, mi idea es quedarme, pero si vienen malas temporadas habrá que vender las vacas y buscar otra cosa.

– ¿La ganadería aboca a desaparecer?

– Personalmente, le veo muy mal futuro. En la sierra no ha desaparecido del todo porque todavía quedamos unos cuantos jóvenes que estamos rejuveneciendo la profesión, pero si se van los mayores y dejan de entrar nuevos es complicado mantener en pie la actividad. Eso sí, es fundamental el asociacionismo entre los ganaderos, apoyarnos unos a otros. Ahora nos toca a nosotros inculcárselo a las futuras generaciones, pero somos muy pocos y nos cuesta hacer fuerza. Además, para querer quedarte tienes que estar hecho a la zona y a la vida en los pueblos porque sino no vas a funcionar con el ganado. Y al final la sierra se irá vaciando. Una pena…

– ¿Por qué vacas y no ovejas?

– Siempre me han gustado más las vacas. Dicen que dan más dinero las ovejas, que es más fácil sacarles la rentabilidad, ya que una oveja pronto te pare. Pero también dan más trabajo porque necesitas tener un mayor número de cabezas. Aunque las vacas conlleven una mayor inversión, luego son más llevaderas. Y me quedo con las de carne, claramente, porque las vacas lecheras no pueden pastar por el monte a su aire y es ahí donde mejor están. Las conozco a todas y fíjate que me sé hasta el numero de muchas de ellas.

– ¿Cómo se vive de primera mano esa nueva tendencia consumista del kilómetro cero?

– Aquí no existe nada de eso. El producto puede hasta quintuplicarse, porque pagan el kilo de carne a 3,5 euros y en el supermercado lo puedes encontrar a unos 15 euros, aproximadamente. Estos terneros los destetaré a los cuatro meses y los llevaré a la cuadra para que coman harina durante un mes antes de que venga el carnicero y se los lleve al cebadero. Pero su carne no se va a vender en nuestros supermercados, sino que de aquí irá a Bilbao y luego quién sabe dónde. También dependemos, por tanto, de los barcos, porque si no hay salida los cebaderos tampoco te los compran y tienes que aguantarlos con los costes que suponen. Así que claro, el que menos gana es el ganadero porque pasando el producto por tantas manos todas tienen que llevarse algo…

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