Para gustos de fachadas, los colores, como las que tiene el centro de Logroño. Caminar por la ciudad admirando los edificios es un pequeño placer que más de uno practica a diario. Mientras los móviles centran la atención de nuestros ojos incluso cuando vamos andando (ay, esos pasos de cebra y ese mobiliario urbano que alguna vez traiciona al despistado), los grandes ventanales o los pequeños detalles nos regalan pequeños placeres que hacen de la capital riojana un lugar agradable para la vista.
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