La Rioja

Pocos pimientos y menos clientes en el mercado

El tradicional Mercado de los Pimientos de Logroño presencia uno de sus peores años. A las malas condiciones climáticas se suma la escasa afluencia de compradores que se acercan a la Plaza Joaquín Elizalde para llenar sus carros de la compra. “La temporada empezó muy flojita, pero ahora se acerca más gente porque es temporada de asar”, explica María Ángeles, hortelana de Arrubal. Sin embargo, asegura que “este año la plaza está más vacía que en temporadas anteriores”.

Algo en lo que coinciden muchos de los agricultores riojanos que se acercan a la capital para ofertar sus productos es en el cambio de hábitos de consumo por parte de los clientes. “En el mercado solo hay gente mayor porque, ahora, los jóvenes prefieren dedicar su tiempo libre al ocio en vez de trabajar limpiando y asando los pimientos”, insiste una clienta asidua del mercado. “En los pueblos es diferente, pero en la ciudad las cocinas no están habilitadas para asar, además ya somos muy comodones y no queremos quemarnos el morro”, afirma Gloria, comerciante procedente de Mendavia.

Otra de las causas por las que el número de visitantes se ha visto reducido, según critica José Mari, también vendedor en la plaza, es la “escasa difusión que hace el Ayuntamiento de este mercadillo porque parece que le da igual que muera, olvidándose también de los que viven del campo”. Lo que sí es evidente es que, por unos u otros motivos, el tradicional Mercado de los Pimientos ya no es lo que era.

El mercadillo, abierto desde el pasado tres de septiembre, surtirá de materia prima a los clientes para el tradicional asado para embotar hasta el último viernes de noviembre. Entre las variedades de pimientos más comunes se encuentran los de cuerno cabra, de cristal, de pico o el najerano. Entre 12 y 30 euros suele costar el ciento de pimientos de asar, aunque la fijación del precio exacto depende del propio comerciante. Así mismo, productos hortícolas como ajos, tomates o guindillas también están presentes entre el género en venta.

El alboroto entre los comerciantes y consumidores se funde con el golpeteo de las barcas y los carros de los visitantes que tantean en qué puesto sacar la cartera. Así es un día habitual en el Mercado de los Pimientos, aunque cada vez sus tenderos vean más cercano su fin.

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