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El matrimonio perfecto existe: vino y gastronomía riojana

No cabe duda de que La Rioja se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos fundamentales del turismo gastronómico. La comunidad ofrece innumerables propuestas que aúnan el vino con los mejores manjares de la región.

Los expertos llaman a esta alianza íntima y armoniosa de dos cosas entre sí un ‘maridaje’. El término apareció en el siglo XIV para expresar la boda de una mujer, de una unión o enlace íntimo o incluso un pago que recibía el rey de sus vasallos para recoger dinero destinado a la dote de una hija o una hermana. Pasados todos estos siglos, el uso mayoritario actual de la palabra tiene que ver con la comida y la bebida.

Hasta hace algunos años, poca gente usaba este concepto. Era utilizado con moderación y definía perfectamente lo que se quería decir. Sin embargo, últimamente la gente no va a tomar el vermú sino a “maridar una cerveza y unas aceitunas” o hasta maridan las corbatas con las camisas…

En realidad, en La Rioja, la mayor acepción de la palabra maridaje cobra su mejor significado cuando habla del arte de saber combinar acertadamente los aromas, sabores, texturas y colores del vino con la comida para que ambas partes salgan ganando.

Y de esto sabemos mucho en nuestra región. El vino, como ninguna otra bebida, es un elemento insustituible en la gastronomía que, si se combina con sabiduría, mejora la calidad de cualquier menú.

Vino y comida “made in” La Rioja

Si hablamos de un menú típico, las patatas a la riojana, los caparrones, las alubias, las chuletillas al sarmiento o las peras al vino , entre otros, no pueden faltar. Tampoco los postres como los fardelejos, los rusos de Alfaro o los dulces de Soto. Según Ramón Piñeiro, cocinero de La Cocina de Ramón y de La Parrilla Riojana, “la gente que viene de fuera sabe lo que busca y, si vienen a La Rioja, quieren comer comida riojana, como cuando vas a Asturias comes fabes con almejas”.

 

Para Piñeiro, lo importante es presentar al comensal, además de los productos tradicionales de la tierra, los productos de temporada. “Al cliente hay que ofrecerle un menú con varias secciones bien diferenciadas. Empezar con una verdura fresca, tomate o espárragos por ejemplo, para seguir con otra de temporada, puerro o alcachofas o menestra. Después, no puede faltar un guiso de cuchara: pochas, patatas, alubias o caparrones para dar el salto al asado a la parrilla”.

La Rioja cuenta, por suerte, con infinidad de vinos que pueden maridar con todo tipo de alimentos. Pero, ¿cuál es el maridaje perfecto? José Ramón Jiménez Berger, ‘El Educador de Vinos’, lo tiene muy claro: “El que más te guste a ti. Es cierto que hay teorías de qué tipos de sabores de comidas van con qué vinos para potenciar o equilibrar sabores, pero el gusto es únicamente personal”.

Tanto Piñeiro como Jiménez abogan porque el vino y la comida sean como un matrimonio, “que ambos estén presentes en la boca sin que ninguno esconda al otro”. En La Rioja estamos de suerte. “Tenemos tantos vinos que es prácticamente imposible encontrar uno que no acompañe a la perfección una comida”.

Foto: cedida por La Rioja Turismo ©

Además, por fortuna, “tanto las patatas con chorizo como las chuletillas al sarmiento maridan muy bien con tintos jóvenes como con tintos crianzas”, explica Jiménez. “Lo más curioso es que los turistas que llegan a La Rioja no saben que también existen blancos y rosados que pueden llevar a un maridaje espectacular”.

Y el mejor ejemplo lo pone Ramón Piñeiro, quien cuenta que “si te comes un buen guiso de callos acompañado de un blanco súper frío el contraste de temperatura en la boca es impresionante, divertido y refrescante”. En definitiva, La Rioja conforma un matrimonio perfecto entre su vino y su gastronomía. Una pareja que levanta pasiones y envidias en todo aquél que lo disfruta.

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