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360 Rioja Runners: Chema, contigo empezó todo…

Chema, con el dorsal 169, en la Carrera Ciudad de la Verdura de Calahorra

Nos damos un paseo por el parque del Ebro, pulmón verde por excelencia de la capital riojana y lugar donde observar los usos y costumbres de la fauna y flora logroñesa. Veteranos de la vida rivalizando entre sí por sus dolencias, adolescentes buscando esa bucólica fotografía que les lance al estrellato de Instagram. Parejas idílicas y otras que no tanto. Perros, muchos perros. Niños tras una pelota, echando sus primeras carreras… ¿He dicho carreras? Ya nos olvidábamos de un actor omnipresente de este entorno: Los “runners”, amados y odiados a partes iguales.

Si el resto de grupos de la selva urbana ya estaban ahí hace diez, veinte o cincuenta años, no puede decirse lo mismo de los corredores que hoy la pueblan masivamente. Generación espontánea desde la nada más absoluta. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Por quién?

A juzgar por el aspecto ultramoderno del ‘runner’ medio, cubierto de más tecnología que tela, cabría pensarse que en La Rioja los orígenes estuvieron en una tribu capitalina de tintes urbanitas que fue contagiando a todos los demás. Sin embargo, la pista lleva 50 kilómetros Ebro abajo. Calahorra resultó ser el destino y Chema Losantos el hombre; el padre del ‘running’ riojano.

Los inicios

En junio de 2009, Chema le ‘hizo el lío’ a doce amigos para seguir el plan que tenía en su cabeza. Un club de corredores diferente a todo lo establecido hasta ahí: “Dar lo mejor de nosotros mismos pero básicamente ser un club social, de hermandad”, explica Losantos. En ese momento, lo existente en la región se limitaba a equipos de competición, de escaso arraigo popular y que no compartían esa filosofía. Pero él y su tropa habían llegado para romper moldes desde el mismo momento de bautizar al equipo.

“Decidimos no incluir el nombre de ninguna localidad en nuestra denominación, un gesto de acogida para todo el mundo venga de donde venga”. 360 Rioja Runners: marketing en estado puro, visionario. Ese pequeño grupo comenzó a extenderse como una mancha de aceite por las entonces deshabitadas carreras de las localidades cercanas (Aldeanueva de Ebro, Quel, San Adrián, Azagra): “En todas partes se nos veía con simpatía, ya que no nos importaba tanto el puesto, sino disfrutar de la prueba”.

Las solicitudes para vestir la camiseta rojilla del 360 comenzaron a dispararse como la espuma, alcanzando muy pronto la cifra del centenar de afiliados. “Nos convertimos en el segundo club deportivo con más socios de la ciudad, solamente por detrás del CD Calahorra”, explica Luis Miguel Peña, miembro de la entidad y testigo de este progresión.

El creciente desarrollo del equipo hizo florecer numerosas actividades: visitas de atletas famosos como Martín Fiz o Abel Antón, comidas de hermandad o viajes a las pruebas más conocidas del panorama internacional. Todo ello aderezado con sus quedadas semanales de entrenamiento por el Parque del Cidacos. Sin embargo, como en todo matrimonio bien avenido, surgieron los problemas: “Varios corredores se obsesionaron con mejorar sus marcas, explotando sus cuerpos hasta límites que no les hacían ningún bien”, explica Chema.

Lesiones, estancamiento. El sobreentrenamiento, mal endémico del ‘runner’ moderno, también se extendía por el
360. La desilusión por la falta de mejoras llevó a algunos a abandonar el barco. “Y no sería por no advertirles de que estirasen, descansaran de vez en cuando, se lo tomasen con más calma”, lamenta. Tampoco tuvo éxito la idea de federar el club, propugnada por sus atletas más competitivos. “Duró un año, no funcionó. Nos dimos cuenta de que estábamos alterando el modelo de club que habíamos creado”. Crisis existencial. ¿Moriría de éxito el 360?

Chema Losantos posa con Abel Antón

Superada una pequeña fase de retroceso, la entidad celebra su décimo aniversario con más fuerza que nunca y récord de socios (160). Chema observa su obra desde la lejanía: “Me di cuenta que debía hacerme a un lado. Había quién
pensaba que yo era el club y eso no podía ser”. Se siente orgulloso de lo logrado: “El ver tantas amistades y grupos humanos forjados en este mundo no tiene precio”. Y también de que antiguos compañeros hayan creado grupos como el 360 en sus localidades de origen, extendiendo la marea de corredores por La Rioja y parte de la Ribera Navarra.

El futuro

Este atleta es optimista sobre el futuro del movimiento: “Creo que este fenómeno, lejos de ser una moda pasajera, va a ir a más, con una masiva incorporación de las mujeres. Es un deporte barato y con maravillosas instalaciones tanto en Logroño como en Calahorra”. Una versión que contradice la opinión de los deportistas más profesionalizados.

“Comprendo que a los corredores de élite les pueda afectar. Es cierto que el estado del Adarraga y de las pista calagurritanas deja mucho que desear pero no es algo que afecte a la mayoría de los runners”, explica Chema. Peña matiza sus palabras: “Admiramos a los atletas profesionales, quienes deben prepararse en unas condiciones muy difíciles. Son referentes y pertenecemos a mundos distintos, pero totalmente compatibles”.

Cuando vean a esa marejada de corredores por el parque haga sol, llueva o truene y se pregunten por qué, acuérdense de Chema. Con él empezó todo.

* Reportaje escrito por Sergio Tejada

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