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“Los tres mosqueteros del cruzado”: Miguel, Arnedo y Bobadilla suman fuerzas

Fuente: UD Logroñés

Hay dos palabras odiadas por antonomasia en el mundo del fútbol: Ligamento cruzado; sinónimo casi siempre de seis meses en el dique seco, de progresiones truncadas… O de volver más fuerte, de superar barreras y renacer como futbolista. En la UD Logroñés lo saben bien, porque tres jugadores están pasando por lo mismo. La desgracia se ha cebado con Miguel Martínez de Corta, Álvaro Arnedo y Pablo Bobadilla. Para más inri, los dos primeros cayeron en Gobela, un feudo infausto para el club de Las Gaunas.

Miguel lo tiene claro: la vida consiste en reponerse de los malos momentos. El gran capitán confiesa que en ningún momento ha pensado en la retirada: “Ni mucho menos, mi idea es volver en enero. Pensaría en dejarlo si la rodilla me hubiera quedado mal o la recuperación no se completara, pero no es así”. Tampoco tuvo dudas en hacer la recuperación con el equipo, aportando su sabiduría y experiencia al vestuario.

“Cuando esté bien tendré 38 años, la temporada pasada fue muy buena y quiero seguir jugando”, insiste. Pasados dos meses y medio desde la operación, trabaja intensamente en ejercicios de fisioterapia y en breve empezará en el gimnasio y a correr. “Estas lesiones en el fútbol están a la orden del día. A nosotros nos han venido tres seguidas. Somos de la tierra. Álvaro ya sabe lo que hay, pero a Pablo le estamos orientando sobre lo que le espera después de la operación, le estamos poniendo en alerta”

Lo peor de esta dolencia es que se suele provocar sola, no en choques: “He tenido una en cada rodilla y no queda otra que tomar todas las precauciones posibles”. Está claro que lo más importante es evitar una recaída y para ello trabaja el guardameta logroñés. Este verano se le ha visto con muletas junto a sus compañeros en el Mundial 82 y allí continuará. El jugador con más batallas con la blanquirroja (206) tiene cuerda para rato.

Un túnel demasiado largo…

Queda claro que Gobela no le parará, ni a él ni a Álvaro Arnedo. El joven centrocampista ha vivido un auténtico calvario con su lesión de cruzado en su pierna izquierda. Año y medio de operaciones, recaídas y contratiempos dignos de una pesadilla: “Con el humor y con gente buena lo llevo mejor. Seis meses pasan rápido, pero cuando recaes y pasa año o año y medio se hace más duro”, explica. Vistos los problemas anteriores, prefiere no ponerse fecha de vuelta al verde.

“Quiero encontrarme bien y hacer cosas con los compañeros”, explica. Desde el primer momento, habló con Miguel durante su operación y ahora con Bobadilla, con quien comparte cirujano. “Tienes que cambiar parcialmente tu forma de pensar, ser más tranquilo y paciente. No es que trabajes más y lo vayas a arreglar, esto es ir poco a poco”, explica. En la misma línea, afirma que su personalidad no ha cambiado por este incidente.

El de Logroño decidió resguardarse en su familia y en sus compañeros. “Todos tenemos la posibilidad de volvernos a romper y recaer. Lo más importante es no tener miedo, si lo tienes te puedes quedar atrás, pero si no lo tienes todo te va a ir mejor”, termina.

Sin miedo al bisturí

Unos temores que no tiene Pablo Bobadilla, que deberá ser operado de su rodilla derecha el próximo lunes 9 de septiembre: “Me va a intervenir Mikel Sánchez, que ha operado a Rafa Nadal, estoy tranquilo porque es uno de los mejores cirujanos de España”. Con humildad ante todo, tiene ganas de comerse el mundo y empezar el ciclo de recuperación cuanto antes: “Pensaba que iba a estar peor a estas alturas”.

El najerino es un auténtico estajanovista y se machaca con tal de llegar a su objetivo: “Soy muy cansino en el trabajo, si tengo que trabajar todos los días 8 o 10 horas, gimnasio y fisio, lo haré. Lo que haga falta”. No tiene reservas, es un auténtico muro. Una torre creada a base de sacrificio, trabajo, días duros en Merkatondoa. Experiencias que endurecen el corazón de un guerrero que defiende a su clan como pocos.

“Me ha costado mucho llegar donde he llegado, todo lo que has construido y trabajado se te va en una acción”, lamenta.

Comparte penas y esperanzas con Miguel y Álvaro. Y apoya como un aficionado más: “A veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Cuando te pasa esta desgracia, te das cuenta de lo que te quiere la gente, lo que vales para un vestuario y para una afición”. Tampoco olvida el bonito gesto de Olaetxea en el primer (y único) gol de la temporada. “No me puedo quejar del trato de mis compañeros”, concluye.

Tres valores fundamentales para el club siguen recuperándose y esperan volver con más fuerza. Porque como decía la malograda Blanca Fernández Ochoa, la vida consiste en recibir golpes y levantarse.

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