La Rioja

Vara de Rey se lamenta: “Me parece que las obras están paralizadas”

Agosto caluroso, con alguna tormenta, entre andamios y con desvíos en Vara de Rey. Los responsables de la obra prometieron en un primer momento reabrir la céntrica calle en diez meses, pero mientras tanto los vecinos y comerciantes de la zona exponen sus opiniones sobre el proyecto, que a ninguno ha dejado indiferente.

“Desastroso”, sentencia un hombre que ha preferido mantener el anonimato al preguntar sobre el panorama actual de Vara de Rey desde una terraza cercana. Sus compañeros de vermut le apoyan: “Han empezado una obra y sin hacer nada han cortado la calle”, señala Javier Corcuela, quien considera que “podían haber dejado la calle dos o tres meses más transitable; trabajan cuando quieren, no sé si es por las vacaciones, pero los diez meses van a acabar por convertirse en dos años”.

“Hay un problema muy gordo y muy serio: aquí se ha hecho un plazo de ejecución de obras de diez a once meses; lo que tienen que hacer es trabajar constantemente para ocasionar los menos daños posibles al vecindario y , como se hace en otros sitios, si se termina antes que la ejecución, primar a la empresa que realiza las obras”, reflexiona Casimiro Somalo. “Están en periodo legal,  pero no se dan cuenta del trastorno que ocasionan”, apostilla.

“También tienen la culpa aquellos que ponen un plazo de ejecución largo, que además casi nunca se cumple y hay modificaciones presupuestarias”, apunta Somalo, quien cree que “se les tendría que dar ventajas para que no estén dos meses las obras paradas”.

Preocupados por la vuelta al ‘cole’

Desde la misma terraza, la vecina de la zona Mercedes Redondo cuida de tres pequeñas niñas. “Entorpece mucho la circulación”, dice pensando en la vuelta al ‘cole’. “Eso sí va a ser más complicado… al colegio vamos andando, pero a la hora de movernos a otros sitios sí se va a notar”, indica, si bien el vecindario no se queja del ruido ocasionado por las labores de construcción.

En el interior del bar Monterrey,  su propietario, Ricardo Galilea,  también ha notado las consecuencias de la obra en su negocio: “No hay ningún tipo de circulación, entonces la gente que iba con el coche y paraba se va por otro lado”, explica. “Vamos aguantando, pero sí estamos hablando con el Ayuntamiento para ver si se puede hacer algo, por las pérdidas ocasionadas”, lamenta el hostelero, a la par que señala la bajada que ya experimenta el negocio de por sí en los meses estivales.

Otro de los hosteleros de la zona asegura que “en el Porto Vecchio de Vara de Rey hemos notado una bajada por lo menos del 40 % de las ventas” y, además, habla de otros ‘efectos secundarios’  de la obra: “Los contenedores se han alejado, pero eso son cosas mínimas, lo importante es la repercusión en la clientela”, apunta.

“A mí me parece que las obras están paralizadas, nunca veo a nadie”, opina Judith Ezquerro, vecina del entorno. “De momento no he notado tanta molestia,  excepto en los autobuses. El 9 y el 5 los cogía al lado de mi casa y ahora me tengo que desplazar más, y me pasa lo mismo para ir al hospital con el 11”, explica. “Por ahora ruido tampoco notamos, pero han cortado todos los árboles de mi barrio. Cuando llegue ahí la obra probablemente escuchemos algo”. “Imagino que en agosto está todo más paralizado por vacaciones y comenzará a haber más movimiento en septiembre; queremos que lo hagan cuanto antes y que quede muy bonito todo”.

Superviviente por partida doble

Seis son los quioscos que quedan abiertos al público en la ciudad de Logroño. Uno de ellos está situado en Vara de Rey, lo que le convierte a su dueño, Vicente Jalón, en un superviviente del negocio por partida doble: como Porto Vecchio, sus ventas se han reducido casi en un 40%. “Ahora estoy en una isla, porque esto es un quiosco de paso y ahora no entra ningún coche, solo vienen los cuatro vecinos de por aquí”, lamenta. “Me ha hecho mucho daño”.

“Esta gente nos quiere solo para votar”, dice, indignado: “Luego ya nada, luego hay que seguirlos como becerros, son unos impresentables, no saben ni qué van a hacer y ya lleva cerrada la calle dos meses, no piensan más que en ellos”. “Ya solo quedan seis quioscos y, como esto siga así, el próximo que cierre quizá sea yo”.

 

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