Ahora, ya con las vacaciones de verano, hacer un balance positivo del curso resulta sencillo, pero el calendario lectivo se hace largo y cada vez resulta más necesario encontrar un aliciente para profesores y alumnos, innovar y motivarse hasta que llegue el ansiado mes de junio.
María Armas Otero y Ana Ochoa, profesoras de ciencias del medio ambiente y de tecnología industrial en Bachillerato Santa María de Logroño han diseñado durante este curso una ‘escape room’ educativa, una forma muy divertida de que el alumnado interiorice los conocimientos adquiridos y sobre todo, como explica Armas, de «motivar a los chavales ya que la enseñanza en Bachillerato es más exigente y monótona y hacer el día a día más atractivo».
«Creamos la actividad en un aula que estaba vacía y para construirla necesitamos ayuda de otros profesores e incluso familiares», cuenta la docente. «Solía realizarse los miércoles a última hora y hacíamos grupos de acuerdo a las distintas modalidades o las pruebas necesarias», rememora.
A través de la observación, la lógica y la rapidez mental, los alumnos ‘encerrados’ en el aula iban solucionando distintos acertijos y pasando pruebas para lograr salir divididos en dos equipos, según ha explicado la educadora, pero tenían que unir fuerzas en un último desafío. «Lo ideal sería realizar la actividad con doce alumnos, seis en cada equipo, pero hemos llegado a trabajar con veinte».
Los beneficios pedagógicos de esta original dinámica han sido muy claros: «Estimula el trabajo en grupo y hemos podido evaluar a los chavales más allá de lo académico, del examen: su lógica o su rapidez». Así, como ha indicado Armas han podido comprobar si en algún caso ha habido una nota injusta en un examen o si por lo contrario, ser conscientes de todo lo que se ha esforzado una persona que no cuenta con esas habilidades de aprendizaje que se vislumbran durante el desarrollo de esta actividad.
Las pruebas a resolver
Una de las pruebas, por ejemplo, consistía según ha explicado la profesora de ciencias en lo siguiente: «En el lomo de unos archivadores aparecían unos nombres que correspondían a diferentes capas de la Tierra y de la atmósfera y los alumnos tienen que ordenarlos desde el núcleo de la Tierra hasta la estratosfera, y quién lo consiga recibe un código para abrir un candado y continuar».
La ‘escape room’, el cuál ha sido bautizado bajo el nombre de ‘El misterio de Santa Ana’, se ha adaptado a otras asignaturas del bachiller y a otros niveles y continuará durante el siguiente curso, dada la buena recepción que ha tenido no solo por parte de los alumnos, sino también por el resto de profesores.
Y es que, ambas profesionales ya tienen una experiencia de diez y doce años en el bachillerato de Santa María y han trabajado por innovar en sus aulas y motivar a sus pupilos: «En otras ocasiones, por ejemplo, hemos hecho llamadas en directo a Hawaii para hablar con gente que vivía ahí sobre su situación».
Este verano, tanto las dos profesoras como sus alumnos se dedicarán a descansar y reponer energías para volver a trabajar en nuevos misterios en septiembre. Además, ha afirmado Armas que están pensando en impulsar un nuevo proyecto sobre salud y alimentación, en el que podrá trabajar con productos riojanos y que abarcará desde los niños de dos años hasta los estudiantes de dieciocho.
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