La Rioja

Un almuerzo con Julián San Martín: calamares con picante, ali-oli y concejalías

Julián San Martín nos convida a un bocata de calamares con picante y ali-oli en ‘El colmado de los artistas’. “También tiene un buen pulpo a la brasa”, nos advierte, pero es media mañana y tampoco es cuestión de pedir una botella de albariño. El candidato de Ciudadanos a la Alcaldía de Logroño confiesa que es más de San Juan que de Laurel, así que quedamos en una zona intermedia: calle San Agustín.

Tras echar un vistazo a su ajetreada agenda, la charla comienza por la parte más complicada de la formación naranja en la legislatura. Recién llegados al Ayuntamiento, una concejal fue condenada a cuatro meses de cárcel por sacar 18.000 euros de las cuentas del partido a las suyas propias y la ahora diputada María Luisa Alonso realizó irregularidades en su contratación (“un error administrativo”). San Martín reconoce que aquella etapa fue dura: “Yo nunca había estado en un Juzgado”.

“Soy de los que dicen que si tengo un problema hay que solucionarlo. No escondimos la cabeza y dos juzgados han dicho que fue un error y que está regularizado. Podemos cometer errores. No metimos la mano, metimos la pata”, apunta sobre la contratación de Alonso, mientras que del caso del desvío de dinero es más tajante: “De repente nos dimos cuenta y nos empezaron a llamar para contarnos”. Solventados los dos asuntos, prácticamente una anécdota de su aterrizaje en el Ayuntamiento, el candidato naranja mira hacia el futuro.

Lleva desde noviembre y diciembre trabajando con su equipo para dar el salto a la Alcaldía. Ha preparado el programa con un proyecto de ciudad compacta, sostenible e inclusiva. “Parece que son palabras de moda, pero es así. Cada propuesta tiene que tener ese propósito”. Una vez que tuvo el programa, buscó los perfiles de la gente que quería que le acompañara. “Eso es lo que me ha gustado”.

Y se le nota. Sólo tiene palabras buenas para ellos: “Hemos buscado perfiles conforme al programa. Cada vez que me siento con ellos, me dicen cosas nuevas… y el Equipo de Gobierno me decía durante cuatro años que no sabían lo que hacer. Estaban agotados. ¿Qué querían hacer? Lo de siempre”. Las áreas favoritas de Julián San Martín: turismo, urbanismo, deportes, comercio, empleo y emprendimiento. No es mala baraja de cartas para empezar a negociar.

– ¿Ha sido fácil encontrar a la gente?

A la gente le ha costado entrar en la política y no en el proyecto. Me decían que se lo tenían que pensar y en tres semanas o un mes, sin llamar otra vez a ninguno, me decían que se apuntaban. A la gente le cuesta entrar en la política porque es significarte y que la gente te vea.

– ¿Qué se ha quedado en el tintero en estos cuatro años?

La pasarela de Los Lirios. La oposición ha machacado con ella, pero han pasado los meses y los plazos sin hacerla. Estará en un cajón seguro y no sé por qué no la han querido hacer. Esas cosas no las entiendo. No me caben en la cabeza.

– Dice que no entiende ese comportamiento, ¿qué ha echado en falta de la alcaldesa Cuca Gamarra?

Le ha faltado liderazgo porque ha estado en otra cosa. Estaba en irse y ahí está que el resto de concejales no siguen. Los que siguen están en el puesto ocho y nueve, que puede que ni salgan.

– En estos cuatro años como concejal, ¿qué ha sido lo mejor de haber entrado en política?

El trato de la gente: funcionarios y ciudadanos. El cariño que te profesa la gente cuando te dan las gracias. La gente es agradecida cuando le aportas todo lo que tienes y le das soluciones. El otro día estaba repartiendo folletos de Ciudadanos y ahora lo miran, nos piden que les pongamos pulseras… se nos han agotado. Entonces, dices, algo ha cambiado, algo hay distinto.

– ¿Y lo peor?

Cuando un proyecto no ha salido por tocar las pelotas de un partido a otro. Política de la chusca. Por ejemplo, la subestación de Cascajos. Yo hablé con Iberdrola y el Equipo de Gobierno. Me decían que se podía hacer a mitad de precio, pero no querían. Beatriz (PSOE) y yo hablamos con Iberdrola, nos contaron que se podía haber soterrado dentro de la estación nueva. Costaba cuatro millones en vez de ocho. Lo llevamos al Pleno y no salió. Ese día me senté en casa e Irene -su mujer- me acabó mandando a la cama. Lloraba de impotencia. ¿Cómo puede ser esto?

– ¿Nota una mayor voluntad de entender que una ciudad no se puede cambiar al gusto de un único partido?

En algunos partidos noto que es de verdad y en otros es postureo. Dimos el Gobierno al PP por estabilidad. Hemos visto lo que ocurre en un país cuando no hay estabilidad. Nosotros hemos apostado por el diálogo, pero otra parte a veces no lo hacía. No querían.

– ¿Le hubiera gustado entrar en el Equipo de Gobierno? ¿Entraría en el futuro?

Hace cuatro años, hubiera entrado en el Gobierno, pero creo que hubiera sido un error y que lo hicimos bien. La experiencia que me ha dado lo que he visto ahora… estas personas llevan veinte años y nos hubieran fagocitado. Hemos hecho un máster en cuatro años de cómo funciona un ayuntamiento y ya estamos preparados, sabemos cómo funciona y qué teclas tocar. ¿Cómo entraremos en el Gobierno? Las urnas dirán. Yo siempre planteo que tenemos que negociar programas y sumar catorce concejales para no depender de uno suelto. Y así, lo que te plantees en la legislatura, hacerlo.

– Más allá de lo que digan los números, ¿se ve realmente dando las banderazos de San Bernabé como alcalde?

Me veo preparado y siendo el líder de un grupo de personas que saquen un diseño de Logroño, un Plan General Municipal que diseñe Logroño para los próximos veinticinco años. Me veo capaz. Y ya si me pregunta por los banderazos, le puedo decir que yo solo daría el último y los otros se los daría a asociaciones para que la gente sepa realmente lo que es.

– Una pregunta típica para terminar: la primera llamada, medida o decisión a tomar como alcalde.

Parar la obra de La Casa de Las Letras porque hay un informe de un técnico del Ayuntamiento que dice que puede tener problemas estructurales. Nadie tiene por qué saber que el arquitecto se ha equivocado, pero se puede parar y revisar. La idea está bien, aunque igual no es el edificio adecuado para esa zona.

El almuerzo, a media mañana, consistió en tres bocatitas de calamares, una caña de cerveza y dos vinos ‘Caudum’. En total, 12,80 euros.

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