Las mudanzas son de esas cosas que uno sabe cuándo empiezan pero no cuándo terminan. Un calvario compartido por quien emprende la reforma (especialmente, para su bolsillo) y los vecinos que sufren las consecuencias.
Al colegio de Los Boscos les ha salido uno de esos conciudadanos empeñados en redecorar su vida. Como Ana Guerra y Aitana, “pa’fuera lo malo”… y lo malo acaba en el contenedor. Quepa o no quepa. La semana pasada encontraron la puerta de acceso al centro tomada por muebles de todo tipo: puertas, estanterías, una taza del váter destrozada… Y ya se sabe: lo que no mejora, empeora.
Por eso, este martes el colegio ha vuelto a lamentar el escaso (o nulo civismo) de sus vecinos ‘reformistas’, de los que ya sabemos que se han deshecho de los muebles del salón y no porque hayamos tenido que contratar a un detective privado. “Es difícil enseñar civismo con este ejemplo. Nuestros peques pasan junto a esa montaña de basura casi todos los días”, se lamentan. Y razones no le faltan.
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